El europeísmo del Papa Francisco
Para el Pontífice una de las prioridades en esta Europa es la defensa de la vida humana
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El Papa Francisco, durante la JMJ es Lisboa
Jorge Mario Bergoglio es el primer Papa de la historia de la Iglesia procedente de América del Sur. Uno de los leit motiv más repetidos de su pontificado es el de las periferias. Si hablamos de un centro geopolítico del mundo cultural inmediatamente pensamos en ... Occidente, en concreto, en Europa. También para la Iglesia y su teología. Es indudable que si por algo se caracterizó tanto el magisterio de Juan Pablo II como el de Benedicto XVI fue por su reflexión sobre el viejo continente desde el discurso sobre las raíces. El Papa Francisco ha abandonado esta perspectiva maestra de las raíces para ofrecer otra complementaria, como acabamos de comprobar en sus discursos portugueses. Es uno de los pocos líderes mundiales que denuncian lo que está socavando el proyecto europeo, conciencia crítica de un modelo de vida común en permanente reconfiguración.
Excepto notables excepciones, como la del ABC, la JMJ de Lisboa no ha existido para los medios españoles. Cuando aparecía en escena siempre era para resaltar lo anecdótico, lo coflictivo o el lugar común. En el discurso que dirigió a las autoridades se refirió a la verdadera Europa que necesita nuestro mundo. Se preguntó hacia dónde navega Europa si no se convierte en constructora de paz, si no es capaz de ofrecer una alternativa creativa a la guerra en Ucrania. Francisco se pregunta si la clave de Europa es el poder o la capacidad de generar esperanza. Piensa en «una Europa, corazón de Occidente, que sepa reencontrar su alma joven, soñando con la grandeza del conjunto y yendo más allá de las necesidades de lo inmediato».
Para Francisco una de las prioridades en esta Europa envejecida es la defensa de la vida humana, «puesta en peligro por las derivas utilitaristas que la usan y la desechan: la cultura del descarte de la vida». Una defensa de los niños no nacidos y ancianos abandonados a su suerte; de quienes vienen de lejos y llaman a las puertas. Una defensa también ante lo que el Papa ha calificado como «las leyes rebuscadas de la eutanasia», que ofrecen «remedios superficiales y equivocados».