El jesuita que abusó de una veintena de monjas y solo tuvo un mes de excomunión

Pero el padre Marko Rupnik escondía una doble vida. Una vida de abusos sexuales y psicológicos, contra los que no se ha actuado con contundencia, quizá por el supuesto halo de altura espiritual que acompañaba al artista. Su historia ha desencadenado estos días un terremoto en Roma, que podría cambiar de nuevo el modo en que la Congregación para la Doctrina de la Fe aborda los casos de abusos.

«La última semana se ha centrado en dos investigaciones llevadas a cabo en relación con el ministerio del padre Marko Rupnik», escribió el lunes el superior del sacerdote, en un comunicado oficial emitido por la Curia Generalicia de los Jesuitas en el que confirmaba que ha habido dos procedimientos. «Uno se refería a un asunto relacionado con el sacramento de la confesión; el otro, a abusos cometidos por el padre Rupnik contra varias mujeres de la Comunidad de Loyola», explicaba Johan Verschueren.

Añade una cronología en la que detalla que en octubre de 2018 recibieron las primeras acusaciones contra Rupnik, relativas a uno de los delitos más graves que puede cometer un sacerdote, la «absolución del cómplice» con el que ha mantenido relaciones sexuales.

Los hechos tuvieron lugar en los años 90. La víctima, que hoy tiene 58 años, reveló detalles escalofriantes a la prensa italiana, como que la llevaba a ver películas pornográficas, y que piensa que «logró abusar de casi veinte» religiosas de la «Comunidad de Loyola», en Eslovenia. «La primera vez que me besó en la boca dijo que también besaba así el altar donde celebraba la Misa, porque conmigo podía experimentar el sexo como expresión del amor de Dios», asegura.

Los jesuitas dicen que iniciaron una investigación que determinó que las acusaciones eran creíbles, y, como prevé el derecho canónico, enviaron el resultado a la Congregación para la Doctrina de la Fe e impusieron restricciones. El proceso vaticano arranca en julio de 2019 y en mayo de 2020 excomulgan al sacerdote, pero unas semanas más tarde, le levantan la excomunión. Aún no se ha explicado si fue una decisión acordada con el Papa o que Rupnik presentó un recurso contra la condena y ésta fue modificada. La historia ha salido ahora a la luz.

Dos años más tarde, el Vaticano comunicó a la Compañía de Jesús nuevas acusaciones sobre abusos en la misma comunidad, y los jesuitas le impusieron restricciones mientras iniciaban el proceso canónico. Cuando lo concluyeron, en enero de 2022, solicitaron al Vaticano que iniciara un proceso penal y prohibieron al sacerdote que confesara, llevara dirección espiritual o coordinara ejercicios espirituales. No está claro si respetó estas disposiciones. El caso es que nueve meses más tarde el Vaticano respondió que el juicio no podía seguir adelante, pues los hechos habían prescrito.

Entrevistado por la Cadena Cope, Hans Zollner, director del Instituto de Antropología (IADC), el centro de estudios sobre abusos de la Universidad Gregoriana de Roma, reconoce que «es frustrante darse cuenta de que todavía no hemos avanzado a pesar de todo lo que ha sucedido, lo que se ha discutido, debatido y reflexionado sobre abuso y prevención».

Este es un caso paradigmático de abuso de autoridad, psicológicos y sexuales, hacia personas mayores de edad. Sorprende que el acusado haya podido seguir ejerciendo su actividad de predicación, que las víctimas no hayan sido informadas de las sanciones, y que no se haya explicado por qué éstas fueron levantadas.

«Tan solo puedo hacer hipótesis para explicar los porqués», apunta Zollner a Cope. «Puede ser desde por una errónea comprensión de la importancia de la protección de los datos y de los derechos a la intimidad de la persona [en referencia a la víctima], hasta el hecho de que alguno quisiera hacer un favor a alguien [en referencia al acusado]».

Zollner espera que el terremoto sirva para «extraer lecciones apropiadas para el futuro». «Desde hace años muchas personas piden que se publiquen las motivaciones de los veredictos a los que llega la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin jurisprudencia es imposible conocer qué criterios se han adoptado y la impresión que se tiene es que no hay equiparabilidad entre los juicios», explica.

También propone la formación en el Vaticano de «un organismo independiente al que puedan dirigirse las víctimas y que esté dotado de personal suficiente y preparado. Debería tener la competencia necesaria para iniciar e implementar cambios fundamentales y de gran alcance en la gestión de casos como el del padre Rupnik».

La historia seguirá dando mucho que hablar. Por lo pronto, la Compañía de Jesús ha solicitado a las víctimas que aún no lo hayan hecho, que les contacten para ser escuchadas y atendidas. Por ahora, el único que prefiere no decir nada es Marko Ivan Rupnik.

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