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'Intra omnes': la normalidad se instala en Roma

Roma se debate entre la total normalidad de una metrópoli y la escenificación de un duelo; todo aquí hace pensar que ni 2025 es 2005 ni Francisco tiene el carisma de Juan Pablo II

El Vaticano mantiene abierta la basílica día y noche ante la avalancha de fieles

Una monja se entretiene con el móvil mientras hace cola para acceder a la Basílica AFP
José F. Peláez

José F. Peláez

Enviado especial al Vaticano

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El rostro del Papa no muestra ya signo alguno de vida. Desde esta perspectiva incierta, si uno consiguiera mirarlo durante más de cinco segundos podría llegar a pensar que quizá nunca la hubo y que todo lo que recuerda es un espejismo, aquella bendición de Pascua ... , sus palabras sordas, el más bello canto del cisne. Tal es la lejanía que apenas recordamos la luz yendo a morir en su rostro. También es cierto que para pasar más de cinco segundos sin moverse delante de Francisco usted debería vérselas con la Guardia Suiza, que es quien se encarga de que nadie pueda detenerse delante de él, ni siquiera para comenzar una tímida y brevísima plegaria. Pero no solamente a ellos. Quien quisiera santiguarse y decir «gracias» tendría que sortear a dos o tres grupos de monjitas asiáticas, que andan por el Vaticano grabándolo todo con el móvil como si, en lugar del cuerpo del Santo Padre, estuvieran pasando por delante de 'Los Girasoles'. Y ni siquiera eso, creo recordar que cuando estuve en la National Gallery pude pasar un par de minutos observándolo y abriéndome hueco entre cientos de cámaras chinas.

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