El infierno de Judit: violaciones, culpa y silencio en los Testigos de Jehová
La chica, de nombre ficticio, cuenta cómo otro hermano de la congregación, de más de 60 años, la forzó repetidamente cuando tenía 17 años y trataron de callarla
Episodio 3 del pódcast: 'Los silencios'
Especial | Los expulsados del paraíso. Sobrevivir a los Testigos de Jehová
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Iniciar sesiónA los 17 años, Judit (nombre ficticio para permanecer en el anonimato), ya bautizada como testigo de Jehová, comenzó a trabajar en el herbolario que regentaba otro miembro de su congregación, un señor mayor de 60 años. Ahí comenzó su infierno.
«Yo me ... sentí un títere totalmente en sus manos. Él me dio un primer beso en esta sala, y me dijo no te preocupes, si yo esto lo hago con mi hija, no te preocupes, yo te quiero mucho y yo te voy a cuidar», cuenta, en el que es uno de los testimonios más desgarradores del tercer episodio de 'Los expulsados del paraíso. Sobrevivir a los Testigos de Jehová'.
«Empezó ya a forzar tanto en el sexo oral como el sexo anal. Fue horrible. Espantoso. Me negué no sé cuántas veces», prosigue la mujer, que, finalmente, fue violada por su 'hermano' testigo.
«Sabes que te está penetrando, porque consiguió penetrarme, y dices 'ya estoy cometiendo fornicación'. Porque parece como que permites, y no estás permitiendo», relata, sobre el doble drama que en ese momento sentía: haber sido violada y haber incumplido las normas de su religión, por culpa, precisamente, de otro miembro de la misma.
La situación sumió a Judit en un infierno de silencio en el que incluso comenzó a autolesionarse. No se atrevió a hablar ni incluso cuando un año después su violador se mudó a otra ciudad: «Es que si hablas sabes que nos van a hacer un comité judicial a los dos», le decía él.
Pasaron casi ocho años y Judit rompió su silencio desgarrador. Ya casada, y tras dos años de ocultarle a su marido las violaciones, decidió dar el paso y relatarle su pesadilla a los ancianos (los miembros de la congregación que ejercen de guías a los testigos, considerados 'cristianos maduros, independientemente de su edad).
«Me preguntaron de todo», recuerda. Los detalles más escabrosos de una violación, revictimizando a quien la sufrió.
Años después, durante el juicio de los Testigos de Jehová contra la asociación de víctimas de la congregación, Judit volvió a repasar el peor momento de su vida.
De nuevo, el silencio: ¿por qué no denunció?, le preguntaron. «La 'justicia mundana' -así me lo dijeron- (...) no sirve para nada. No te va a entender. Entonces déjalo en manos de Jehová. Y dije «Y si lo hago ¿soy más digna de Jehová?» Me dijeron que sí», cuenta en el estrado.
El control absoluto que pretenden ejercer deriva en un aislamiento de los miembros de la congregación, en un silencio que esconde llantos e infiernos, que vende una vida dirigida de la que sólo algunos logran salir. Son los protagonistas de este pódcast. Son los expulsados del paraíso.
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