Una dramática tendencia al alza: radiografía del suicidio en España
En 2020 en España un total de 3.941 personas se quitaron la vida, es la cifra más alta desde que hay registros
«Mi padre decidió irse un día. La gente se piensa que evitando el tema, evitan suicidios, pero es al revés. Necesitamos concienciar de las enfermedades mentales que hay, que las cifras del suicidio no sean las que son, porque es alarmante». Así se ... expresaba hace unos días Elisabet, una joven participante en un programa de talentos en televisión tras cantarle a su padre.
La artista quiso poner sobre la mesa una realidad que en 2020 en España supuso la desaparición, según el INE, de 3.941 personas, el dato más alto desde que se hacen registros. El mes de agosto, con 402 fallecidos, marcó un techo máximo.
«Históricamente los meses de verano suelen concentrar los mayores picos anuales de suicidio no sólo en España, sino en la mayoría de países europeos», señala Andy Eric Castillo, investigador en el Departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid . «El porqué de este fenómeno estacional y cíclico, tanto ahora como antes, no tiene una respuesta clara. De hecho, lo más honesto es decir que no hay respuestas. Eso sí, teorías hay muchas, pero sin consistencia realmente cotejada».
Entre esas teorías, en el ámbito sociológico se sitúa la de que el verano viene acompañado de un mayor estréssocial, sobre todo en lo relativo a relaciones laborales o familiares problemáticas. Por el lado de la investigación biológica, estudios apuntan a que el calor y la mayor radiación solar afectan químicamente a la producción y regulación de diferentes neurotransmisores que controlan el ánimo. Sin embargo, subraya Castillo, «esto no es algo que haya sido extensamente probado y aceptado por las diferentes comunidades de investigadores, así que hay bastantes incógnitas aún que aclarar».
En la misma línea se expresa la doctora María Cristina Blanco, profesora de sociología en la Universidad del País Vasco y creadora del curso «Experto en suicidología» en el mismo centro. Asegura que en 2020 creó este curso -que comienza su tercera edición- por el enorme vacío que existía en torno a la materia.
«Se ha estudiado la conducta suicida individual pero no la colectiva. Se observa cómo el número de suicidios fluctúa hacia arriba y hacia abajo de un año a otro, pero lo que es impotante es ver la tendencia, y en España crece tanto en el número como en la tasa».
Pese a ese aumento en 2020 (último dato disponible) los expertos consultados por ABC son reticentes a relacionar la cifra con los efectos de la pandemia. «No sabría decir si el Covid-19 y la nueva normalidad han podido incidir o, mejor dicho, cuánto han podido incidir. Colegas de la Plataforma Nacional para el Estudio y la Prevención del Suicidio todavía no lo ven claro en términos de correlación estadística», señala el investigador.
«Se ha hablado muchísimo de que la pandemia ha generado suicidios, 'la muerte silenciosa' la denomiman, no estoy de acuerdo con esa perspectiva. En 2014 el número de fallecidos por suicidio fue 3.910, no son muchísimas menos que 3.941», puntualiza la doctora.
Para Blanco, hay un problema de fondo en torno al suicidio y es que los datos «no sólo se analizan poco, si no que se analizan mal». «Tienen varias deficiencias, como la de la propia recogida y divulgación. Hay muchos suicidios que pasan desapercibidos, no sólo en España sino en cualquier país del mundo, aparecen como accidentes de tráfico u otro tipo de accidente. Para registrar un suicido tiene que haber pruebas fehacientes de que lo ha habido. Ese es un hándicap».
Este sábado se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, según la OMS cada día casi 3000 personas ponen fin a su vida, y al menos 20 intentan hacerlo por cada una que lo consigue. La tasa media mundial, por tanto, se sitúa en 9,28 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Casi un punto por debajo se situó en España en 2020, con 8,3 por cada 100.000. No obstante, si se observan los datos a nivel territorial, varias provincias superaron en 2020 ampliamente ese índice.
Los datos por provincias
Soria, con una tasa del 14,63 fallecidos por cada 100.000 habitantes es la que arroja la cifras más alarmante; por detrás, Lugo (13,72), Huesca (12,12), Asturias (11,98) y Granada (11,97). Por su parte, el índice más bajo lo registran Ceuta y Melilla (por debajo de 5), Lérida (5,47), Madrid (5,5), Guadalajara (6,11) y Navarra (6,65).
«Aquí hay otra discusión que no está del todo esclarecida. Hay estudios, de los que soy partidario, en los que se puede comprobar que en España hay un patrón histórico del suicidio en las provincias más rurales respecto de las urbanas, a diferencia de lo que han podido apuntar otros estudios y teorías dirigidas a señalar que en el ámbito urbano hay una mayor concentración de factores de riesgo que no sólo tienen que ver con el estrés, sino con la individualización», señala Castillo.
«Ahí habría que tener en cuenta el contexto: el espacio urbano, sobre todo en España, puede tener un efecto liberador. Con esto no quiero establecer un diagnóstico estigmatizante del medio rural, pero históricamente las poblaciones con menor densidad de habitantes han podido ser opresivas para determinados perfiles vulnerables como, por ejemplo, población LGTBI».
Asimismo, otras teorías señalan al patrón geográfico, en el que las condiciones económicas y oportunidades sociales de cada zona cuentan con un peso importante: «Se ha podido observar que el suicidio se concentra en aquellas localidades con pocas posibilidades o límites a su desarrollo económico, además de mayor ausencia de recursos asistenciales», relata el investigador.
Una mujer, tres hombres
Tal y como se observa en el gráfico superior, donde se recogen los datos mensuales de suicidio en nuestro país a los largo de cuatro décadas, los hombres representan en todos los casos el porcentaje más alto. Lo mismo ocurre si se analizan las cifras por provincias. «Esta es otra regularidad que acontece en una mayoría de países, con la salvedad de China y algún otro país del sudeste asiático: la ratio de suicidios es siempre mayor en hombres que en mujeres», asegura Castillo.
Sin embargo, cabe destacar que según varios estudios en los tentativos ellas son más numerosas: «Parece ser que en los intentos, de cada cuatro, tres son de mujeres y uno de hombres. Se podría decir que ellas lo intentan más, pero lo consiguen menos. Pero ahí ya empiezo yo a tener mis dudas: ¿dónde están las estadísticas de tentativos?», lamenta Blanco.
No obstante, para explicar el fenómeno de por qué el suicidio tiene rostro masculino, desde la sociología y la psicología se suele apuntar a que los hombres retienen más los sufrimientos psíquicos, es decir, no los comparten tanto con sus afines lo que no les ayuda a mitigarlos.
«Otras teorías más organicistas apuntan a una diferencia hormonal, relativa a la testosterona y a una mayor impulsividad en los hombres, pero no hay un consenso claro. La teoría sobre las «culturas» y socializaciones emocionales por razón de género es la que más comúnmente se acepta», explica Castillo.
Suicidio y salud mental
Tradicionalmente se ha establecido una relación inquebrantable entre el suicidio y la salud mental. Sin embargo, los expertos aseguran que no siempre un problema psicológico está detrás de esta práctica. «Se dice que el 90% de los casos tienen detrás un trastorno mental, se ha convertido en un mantra, pero ¿cómo se sabe?» cuestiona Blanco, que asegura que el único método sería mediante autopsias psicológicas que apenas se practican.
«Hay que tener mucho cuidado porque la calidad de las estadísticas no es 100% fidedigna y hay muchos fallos en el registro, además de retrasos sobreacumulados», lamenta el Castillo que señala que muchos casos quedan registrados como accidentes, y concluye parafraseando a un colega de investigación: «en relación al suicidio sabemos muy poco e improvisamos mucho».
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