La Guardia Civil identifica el cadáver de una joven víctima de homicidio hace 34 años en Asturias gracias a nuevas técnicas
Su madre denunció su desaparición cinco años más tarde de verla por última vez, en 1995, pero las primeras investigaciones no sirvieron para dar con su paradero
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G. C.
La Guardia Civil ha logrado identificar el cadáver de una joven de 24 años que falleció en 1991 en un homicidio. Se trata de una vecina de Avilés cuya desaparición se denunció cinco años más tarde. En 1995, una mujer presentó la ... denuncia de desaparición de su hija, de la que dijo no saber nada desde hacía años y que llevaba desde entonces cuidando de su nieta. La identificación del cuerpo ha sido gracias a las nuevas técnicas utilizadas en identificación de cadáveres por su ADN.
Las primeras investigaciones no llevaron a los agentes a ninguna línea de investigación estable para dar con el paradero de la avilesina. Su nombre quedó registrado en los archivos policiales de personas desaparecidas, que suelen revisarse regularmente cuando hay nuevos indicios, pistas o nuevas técnicas que permitan avanzar.
Fue así como en mayo del año pasado, los agentes contactaron con la familia para tomar muestras de ADN que pudieran ser cotejados con cadáveres sin identificar o ya identificados. Como la madre de la desaparecida ya había fallecido, en junio los agentes tomaron muestras de ADN de la hija.
En una nota de prensa, la Guardia Civil ha explicado que llevaron a cabo un estudio pormenorizado del caso hasta dar con el llamado «Crimen de Reyes», donde empezaron a indagar más después de descubrir que el cuerpo de la víctima, una mujer joven, no había sido identificado todavía.
«Lo que derivó a una noticia de un periódico regional en la que se relataba el homicidio de una mujer en Barros, apuñalada y enterrada en cal viva, con identidad desconocida», explican desde la Guardia Civil. «Este suceso, conocido como el 'crimen de Reyes' y ocurrido el 06 de enero de 1991, lo investigó la Policía Nacional de Langreo. Se detuvo a una persona de dicha localidad, cuando la pareja del homicida, tras una discusión, confesó los hechos a la Policía», continúan.
El detenido explicó entonces que la noche del 6 de enero del 1991 había recogido a la víctima cuando se encontraba haciendo auto-stop en Oviedo. Según declaró, la mujer había intentado robarle y eso provocó un forcejeo entre los dos que terminó con él acuchillándola. Luego, la metió en el maletero y circuló hasta el municipio de Barros, donde le contó lo sucedido a su pareja. Ambos vieron que víctima había fallecido desangrada en el maletero. «Asustada la pareja, decidieron enterrar su cuerpo en cal viva, permaneciendo oculto hasta octubre de 1995», explica el Instituto Armado.
Debido al deterioro de los restos de la víctima encontrados, en 1995 no pudieron identificar el cuerpo, aunque intentaron que alguien la conociera con un retrato robot que fue publicado en los medios de comunicación. Sin éxito. En los últimos meses, tras acceder a toda esta información, la Guardia Civil comenzó a atar cabos entre ambos hechos.
Así, vieron que el cotejo del retrato robot de la víctima del homicidio y una foto aportada por los familiares de la desaparecida tenían ciertas características que podían confirmar una correlación entre ambas. Además, la colaboración de los agentes de la Policía Nacional que participaron en la investigación del crimen, y el aporte de todo tipo de documentación existente, en sus archivos, permitieron dar con los restos existentes de la fallecida, que se hallaban en el Departamento de Biología del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid, donde fueron remitidos en su día.
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