La selectividad penaliza a las comunidades mas exigentes
Gregorio Luri
He leído con la mejor predisposición la propuesta de un nuevo modelo de pruebas de acceso a la universidad que el Ministerio de educación pone a debate. El cambio es, sin duda, necesario. Hoy hay que hacer esfuerzos ímprobos para suspender la selectividad ... y su resultado no garantiza, en absoluto, la objetividad de la selección que pretende. En primer lugar, porque los centros educativos inflan el expediente de sus alumnos (que es el 60% de la nota final) y algunos lo hacen de manera muy generosa. La selectividad actual penaliza, por lo tanto, a los centros rigurosos. La nota del expediente de dos alumnos de diferente centro es de imposible homologación. Si añadimos que las pruebas de las diferentes comunidades autónomas tampoco son homologables, no es extraño que haya alumnos que a los 15 años (en las pruebas de PISA) se encuentren muy por debajo de la media española y en selectividad pasen a la cabeza. La selectividad penaliza también a las comunidades más exigentes.
El Ministerio deja sin tocar las notas de expediente y pretende introducir una cierta homologación en el 40% de la nota que depende del examen de selectividad y para ello quiere centrar la prueba en la evaluación de las competencias generales que deben compartir todas las comunidades. Ahora bien, cuanto más ponga el acento en las competencias generales -que se prevé que supongan el 70% de la nota de la prueba-, más se estará valorando el C.I. del alumno y menos su aprendizaje escolar. Pero esta parece ser la opción, ya que volvemos a encontrarnos con las reticencias a la «mera reproducción de contenidos académicos» y a la «memorización para la ocasión». A mí me parece que el conocimiento -el académico y cualquier otro-, si es claro y distinto, no tiene ninguna propiedad que le impida ser transmitido y que lo que no está en la memoria, no se ha aprendido. Pero es una opinión que parecen compartir cada vez menos pedagogos.
Muy de acuerdo, pues, con la intención de avanzar en «una mayor homologación y equilibrio entre las pruebas planteadas, para asegurar que sean efectivamente equiparables entre los distintos territorios». Espero que tengan éxito. Muy de acuerdo, también, en que en los territorios con lenguas cooficiales se requiera «la presencia de las tres lenguas, tanto en la formulación de las preguntas como en la resolución por parte del alumnado«. Los que apoyaron la LOMLOE asumieron el compromiso de que «al finalizar la educación básica, todos los alumnos y alumnas» alcancen «el dominio pleno y equivalente en la lengua castellana y, en su caso, en la lengua cooficial correspondiente«. Esta puede ser una buena ocasión para reivindicar su voto.
Es pedagogo y filosofo
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