Unas gotas bendecidas por el Papa, una cita con Francisco y la boda más especial: la increíble historia de una pareja uruguaya

Tomo empezó cuando a su hija pequeña, Sara, le detectaron un virus respiratorio (VSR positivo) al poco de nacer y estuvo en cuidados intensivos. «Nos llegó agua bendecida por el Papa Francisco del Vaticano a través de una amiga de una de mis hijas», asegura Noelia.

Entonces, no dudaron. «Dijimos que íbamos a ponerle las gotas y si ella se salvaba iríamos al Vaticano a agradecerle. Fue así, se las pusimos y automáticamente entró en la curva de mejora y salió».

Noticia Relacionada

El Cónclave: el minucioso mecanismo para elegir al Papa

j. de velasco, j. torres y j. martínez-brocal

Cuatro años después, Noelia aprovechó que tenía un email del Vaticano «de la primera vez» que fue «a agradecer» para escribirle al secretario del Papa, Fabián Pedacchio, porque iban a Europa y le gustaría que sus hijas y su marido conocieran al Pontífice. «En ese le mensaje le pedimos que bendiga nuestro matrimonio, no que nos casara, porque cuando nos casamos no teníamos dinero ni para los anillos», ha explicado Noelia.

Tras ello, reciben una respuesta desde el Vaticano y viajaron para Roma. «Fue todo una locura, solo teníamos un correo, que podía haber sido la broma de alguien, que decía que nos esperaban a los ocho el 19 de septiembre en Casa Santa Marta».

Al llegar, pasaron todos los controles de seguridad hasta Santa Marta. Ya no creían que fuera una broma, era una realidad. Les hicieron pasar a un salón y se dieron cuenta de que estarían a solas con el Santo Padre.

«En un momento nos hacen parar y lo esperamos frente a una puerta. Había más sacerdotes y entonces aparece él con los brazos abiertos y grita: «¡Uruguayos!»».

Noelia ha destacado que la situación era como de «un abuelo sentado con la familia hablando de cosas de Uruguay y de Argentina».

Como ya se lo contaron en el correo, el Papa Francisco le recordó que no se habían casado por la Iglesia. Noelia le reconoció que no tenían dinero y el Pontífice les preguntó si querían que los casara.

«Nosotros nos quedamos duros y él se marcó un chiste genial: «A la liebre hay que agarrarla cuando está encerrada». Y nos casó», cuenta Franco.

Entonces, agarró de la mano al matrimonio y a la pequeña Sara y les dijo: «El secreto del matrimonio feliz y duradero. Contigo, pan y cebolla».

Después lo siguieron viendo, reconoce, también por su «estilo de vida». «Estamos armando el símbolo de paz más grande del mundo, intentando transmitir su mensaje: unir judaísmo, cristianismo e islam».

El día del fallecimiento del Papa, se lo contaron sus hijas y Noelia reconoce que la familia «no se puso mal». «Él era un Papa que no era de este mundo. Ya hizo lo que tenía que hacer».

Así, para Noelia el Papa ya «enfrentó lo que tenía que enfrentar» y deja ahora «un nuevo mundo» para debatir que pueden solucionar los creyentes.

Además, ha asegurado que su familia está feliz porque «él está con Jesús». «No entendemos por qué nos eligió. Sí sabemos que tenemos que contar su historia», ha finalizado.