Francia debate recuperar el uniforme en las aulas para frenar el velo

El anuncio del ministro de Educación francés, Gabriel Attal, ha coincidido con el primer día de clases y la aplicación de la nueva norma que impide el acceso a las aulas de las niñas y adolescentes que vistan la abaya, una túnica tradicional femenina en algunos países musulmanes. Para el Gobierno francés y los expertos no cabe duda de que tanto la abaya como el velo –igualmente prohibido en los liceos– son símbolos religiosos, y deben estar tan proscritos en el atuendo como el crucifijo cristiano o la kipá judía.

Unas trescientas alumnas musulmanas (298 según el Gobierno francés) se presentaron el lunes en clase con la abaya, y las que se negaron a quitársela (67 de ellas) fueron devueltas a sus casas. La primera ministra francesa, Elisabeth Borne, ha declarado en los medios que más de 500 liceos del país están bajo «vigilancia» por temor a incidentes relativos a la prohibición de esta túnica femenina.

Por su parte, la principal organización musulmana de Francia ha presentado ante el Consejo de Estado un recurso contra la norma, alegando que supone «discriminación» contra los alumnos musulmanes y un ataque a la «libertad de culto». Su demanda está respaldada por la extrema izquierda francesa, por paradójico que a primera vista parezca. A la espera de que el Consejo se decante sobre la legalidad de la norma del Gobierno, los colegios con más porcentaje de alumnas musulmanas están experimentando un alto nivel de absentismo.

Para tratar de superar el choque por elevación, el ministro de Educación ha abierto un periodo de debate y «experimentación voluntaria», que se prolongará durante el otoño, con los liceos del país para regresar al uniforme. Además de los beneficios que ese código de vestimenta aportaría al pulso con los islamistas, se vuelven a poner sobre la mesa otras ventajas, como la desaparición de diferencias económicas en las aulas entre alumnos de familias ricas y pobres por la calidad de la ropa, o la creación de una atmósfera menos proclive al acoso sexual de las alumnas. La primera dama del país, Brigitte Macron, declaró hace meses a 'Le Parisien' que en su opinión los uniformes en el colegio «borran las diferencias sociales, y ahorran tiempo –el que hay que gastar cada día para ver qué me pongo– y dinero».

Francia es el país de la UE con más musulmanes: alrededor de 6,7 millones, un 10 por ciento del total. Pero su modelo de integración social a través de la educación, pese a lo singular de su política de laicidad, es seguido con atención por el resto de los países europeos, donde también crece el porcentaje de población musulmana.

España tiene actualmente, según las cifras oficiales, 2,4 millones de seguidores del islam, el 5,2 por ciento de la población, un porcentaje en alza por la inmigración y el mayor número de hijos.

Los colegios públicos en España no tienen uniforme, pero son cada vez más los que establecen un código mínimo de vestimenta, que en varios casos ha servido como argumento para prohibir el velo musulmán a las alumnas adolescentes. Los tribunales españoles han respaldado hasta ahora las razones de esos institutos–piloto