El texto marca un paso «de una cultura de la violación a una cultura del consentimiento», declaró la diputada centrista Véronique Riotton, coautora del proyecto, tras su aprobación en la cámara baja la semana pasada.
Según el texto el consentimiento debe ser «libre e informado, específico, previo y revocable», y evaluarse según las circunstancias, precisando que no puede deducirse del silencio o de la falta de reacción.
«No hay consentimiento si el acto sexual se comete mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa, sea cual sea su naturaleza», señala la ley.
Los grupos de defensa de los derechos de las mujeres celebraron la reforma, aunque subrayaron que debe ir acompañada de un cambio social más profundo.
«Es un paso histórico, que sigue los pasos de otros países europeos», dijo Lola Schulmann, de Amnistía Internacional Francia. «Aún queda mucho camino por recorrer para acabar con la impunidad de la violencia de género y sexual», añadió.
CIDFF pide que se reforme la educación sexual
La organización CIDFF, dedicada a los derechos de las mujeres, pidió que la reforma se acompañe de una mejor educación sexual, formación para funcionarios judiciales y policiales, y más recursos para los grupos de apoyo.
Leyes basadas en el consentimiento ya existen en otros países europeos como Alemania, Países Bajos, España y Suecia.
El proyecto de ley llega tras el caso de Gisèle Pelicot, que reavivó el debate sobre el consentimiento en Francia. Su exmarido fue condenado por drogarla e invitar a decenas de desconocidos a violarla durante su matrimonio.
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