Las perlas del libro 'Nosotras' de Carmen Calvo: «Las chicas jóvenes aguantan la penetración sin rechistar. Y vamos a peor»
«Sigue habiendo pocas feministas como tales. No hay hombres feministas»
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Carmen Calvo: «El feminismo del que vengo no cree que las mujeres son mejores que los hombres»
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Iniciar sesiónEl libro se llama 'Nosotras. El feminismo en la democracia', su autora es la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, recién designada presidenta del Consejo de Estado y sale a la venta hoy miércoles 14 de febrero editado por Planeta.
*Entre otras frases, recoge ... las siguientes reflexiones. Son fragmentos del libro que desde hoy ya está en las librerías:
Monogamia y sexo
«La conveniencia, la idoneidad, la reproducción, el placer, la pasión... no cabe todo en un mismo saco, el saco de la pareja monógama. En Occidente, en los últimos doscientos años hemos intentado meter en el mismo paquete y no puede ser».
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E. MontañésRepite que «más de una mujer» le ha dicho que «lo último que escuchó antes de que la tiraran por las escaleras» fue eso
«Me atrevo a afirmar que no hay mujer adulta que no haya vivido situaciones de abuso por razón de su sexo, sin contar con las que, por motivos ajenos a su voluntad, jamás han conocido en sus vidas el goce del placer sexual»
«No hemos elaborado todavía una crítica solvente en el debate político y, por tanto, público, sobre el hecho de que el tipo de sexualidad que demandan los varones sea el que prevalezca. La peor parte es que esta realidad sigue condicionando las leyes contra la violencia machista. Las chicas jóvenes aguantan la penetración sin rechistar e incluso normalizan prácticas sexuales que no les aportan placer, sino que les crean conflictos personales, porque nadie les ha explicado que, quizá, ese modelo de sexualidad les conviene a ellos, pero no a nosotras. Y vamos a peor»
«A partir de cierta edad, a muchas mujeres con gran conciencia de sí mismas la penetración no les interesa, pero tampoco lo dicen. La sexualidad masculina les resulta muy agresiva y esto no tiene nada que ver con su orientación sexual. He tenido oportunidad de tratar estas cuestiones con muchas mujeres mayores que yo, que admiten sin reparos que siguen interesadas en el sexo, que desean seguir activas sexualmente, y que, sin embargo, el tipo de relación sexual que se les ofrece, la penetración, ya no les interesa«.
Hay un feminismo 'fake'
«El concepto de feminismo lo usa ya todo el mundo, lo que tiene la ventaja de ser aceptado y no denostado, como hasta hace muy poco tiempo sucedía. Pero también opera en él un lado negativo, en el que va implícito un desgaste, y vemos cómo experimenta también su contracción posmoderna. «Como tengo mujeres en el partido, soy feminista», piensan algunos. Pero no es así. Sigue habiendo pocas feministas como tales, y siento mucho tener que decirlo. Las feministas no somos, en absoluto, depositarias de ningún legado inconmovible ni excluyente. Al contrario, queremos impregnar la sociedad y la política de verdadera igualdad entre sexos, premisa que debería convocar a todos los demócratas.»
«Para ser feminista —insisto— hay que estar formada en feminismo, como ocurre con cualquier otra denominación o etiqueta.
«Aún no hemos logrado ser libres y dueñas de nosotras mismas.»
«El patriarcado, cuando no le queda más remedio, nos acepta, pero lo hace con sus reglas. Nuestro altavoz, el de las feministas pioneras y las mujeres que hemos accedido a espacios de poder, debe servir a las demás para que tengan claro que, cuando nosotras nos incorporamos al tablero, no tenemos por qué comprar a los hombres ni el tablero ni las fichas. ¿Por qué este tablero? ¿Por qué estas fichas? ¿Por qué estas reglas de juego? Ahí es donde el feminismo cuestiona no las superficies, sino el fondo del sistema. No hemos aceptado un papel secundario en el tablero de juego de la vida ni tampoco podemos permitir que nos sigan haciendo trampas. Al menos ahora discutimos las normas.»
En el tardofranquismo, «un día sacamos a la calle una pancarta llena de ironía: «Vete a hacer la comida, que ya voy yo a la manifestación por el aborto», puesta en boca de los hombres. Esa frase lo dejaba muy claro, y conllevaba una crítica interna e implacable hacia los propios: que hagas tú la comida, querido, que soy yo la que aborta. Ellos, todavía, con tal de retrasar nuestros avances y no hacerse cargo de la realidad, son capaces de ir a una manifestación a favor del aborto, que les da puntos como líderes masculinos, siempre y cuando nosotras les hagamos la comida y el orden patriarcal se mueva poco y lento».
«Para que nos escuchen, aún debe intensificarse la toma de la palabra para las propuestas feministas. El machismo estructural sigue estando en la base de la democracia.»
«No necesitamos portavoces, en definitiva; compañeros sí. Porque los hombres tienen que escuchar e intentar entender lo que estamos diciendo. Han pensado que el movimiento feminista era algo colateral, algo de dimensiones manejables, un añadido al canal de lo que denominamos «sistema político democrático», y no acaban de entender que el feminismo es la revolución cotidiana y continua que está transformando los cimientos del mundo y removiendo los pilares telúricos de cómo la humanidad se ha organizado injustamente contra nosotras. El mundo, siempre diseñado esencialmente por la perspectiva masculina, tiene que cambiar muchos esquemas en su disco duro. La tarea es ardua, y para ello es importante la escucha y no la suplantación.»
«Hay demasiados hombres que no han hecho el esfuerzo suficiente para pararle los pies al machismo.»
Brechas
«A un hombre nunca le pedirán un test de embarazo negativo para empezar a trabajar. Ellos nunca tendrán que vivir esa realidad. Sin embargo, muchos se hacen feministas, se venden como feministas o te los venden como feministas. Pero no hay hombres feministas, hay hombres profundamente demócratas que saben cómo tiene que alcanzar la democracia el escalón del reconocimiento en igualdad de condiciones de los derechos y de las libertades de las mujeres con relación a los hombres. Con eso es suficiente. Igualdad de posibilidades entre nosotras y ellos, sin trampas.»
«Que las mujeres no alcanzan el poder, incluso que no tienen apetencia de poder y que, además, puede que no sepan ejercerlo si consiguen alguna vez acceder a él son tres de las mentiras primordiales que nos ha instalado el patriarcado.»
«Descubrí que era feminista cuando solo contaba 8 años»
«Soy feminista, socialista y de izquierdas desde que era niña. Mi vocación política se fraguó en mi infancia. Fui feminista antes que socialista; por tanto, una feminista con doble militancia, desde muy jovencita, casi niña, hasta mi llegada a la vicepresidencia política del Gobierno más feminista de la historia de este país, en 2018. He tenido mucha suerte por lo vivido personal y políticamente. Descubrí que era feminista cuando solo contaba ocho años.»
«Provengo de una familia muy atípica. La personalidad fuerte era la de mi madre; mi padre era un diletante exquisito, y alababa constantemente la inteligencia de mi madre. Ella fue maravillosa, un huracán. Le encantaba tener su propio dinero e independencia.»
Solamente lo ha hecho el PSOE
«El feminismo en España es el mejor pertrechado de todo el continente, al menos hasta el momento. Por eso en Europa a menudo nos preguntan qué hemos hecho las españolas para estar así de organizadas, avanzando tanto. La razón de este progreso ha sido, sin duda, la existencia de vasos comunicantes entre el partido y el movimiento.
«Es indudable que las leyes feministas sacadas adelante durante los mandatos del PSOE han servido para apuntalar el feminismo en nuestro país en las últimas décadas.»
«Cuando iniciamos los trámites para elaborar una ley de interrupción voluntaria del embarazo de nuevo se hizo evidente la necesidad de transformar la mentalidad machista que aún imperaba en algunos sectores, incluso de mi propio partido, cuando el asunto del aborto no se quería abordar desde la perspectiva exclusiva del derecho de las mujeres sobre su cuerpo y el tiempo libremente elegido para su maternidad.»
El consentimiento, en su perspectiva
«El débito conyugal, la posibilidad de violación dentro del matrimonio, el adulterio, todo forma parte de la herencia de la dictadura del patriarcado de siempre, de cómo se legisla para nosotras en términos civiles y penales, que es siempre en contra. Para salir de ahí, tuvimos que empezar a tirar de esos mismos conceptos para transformarlos. Si el débito conyugal era obligatorio, la violación no existía en el matrimonio. Todo eso estaba concatenado y estas son las piezas que hemos movido, y es que cuando cruzamos las ideas del machismo con las estructuras jurídicas, aparecen todos los lugares donde nos han condenado.»
«Sacar el débito conyugal del Código Civil es lo que nos permite denunciar delitos contra nuestra libertad e integridad, primer gran paso para reconocer nuestra existencia individual y sin encadenamiento a otro ser como pertenencia. Si no se ha contraído ninguna obligación de índole sexual y no se da el consentimiento, da igual que sea un extraño o tu marido quien cometa el delito. Con aquella sentencia dimos un paso de gigante.»
Maternidad
«Gracias a las técnicas de reproducción asistida ya se puede tener hijos sin relación sexual con un hombre. Durante toda la historia hemos asumido la existencia de la figura del padre desconocido. La de la madre desconocida, por cierto, no existe porque es imposible. Ellos habían jugado con los dos filos de la navaja. Tomaban la decisión de irse o de quedarse. Si se quedaban, asumían unilateralmente la patria potestad; si se marchaban, nadie iba a encontrarlos, y la madre debía responsabilizarse de la crianza en solitario. Esta es la dicotomía en la que siempre se jugaba con ventaja en la reproducción.»
«El patriarcado nunca ha sabido manejar la maternidad en términos constructivos, lo ha hecho siempre en términos completamente gravosos para nosotras: te violo, te prostituyo, tus hijos son míos y la castidad me la guardas. Y, por supuesto, desde que tienes la regla puedes tener relaciones sexuales, aunque según la ciencia todavía seas una niña«.
Violencia machista es fascismo
«La violencia machista es el peor rostro del fascismo, considerado este como el ejercicio de poder extremo, hasta la muerte, de un ser humano contra otro, incluida la conciencia de tener legitimidad y derecho a hacerlo, por el desprecio que siente ante la consideración de la no humanidad de quien la padece.
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