Fin del anonimato en redes: Sánchez se apropia en Davos de una idea de Merkel y Macron
El presidente se lanza contra los tecnomillonarios en su participación en la cumbre
Sánchez quiere acabar con el anonimato en redes sociales y acusa a los 'tecnomillonarios' de intentar «acabar con la democracia»
Pedro Sánchez en un momento de su intervención en el Foro de Davos
«Propongo poner fin al anonimato en las redes sociales. En nuestros países la gente no puede ir por la calle con una careta, conducir un coche sin carnet o enviar un paquete sin presentar un DNI o comprar un arma sin ello. Y ... estamos permitiendo que la gente haga lo que quiera en redes sociales sin vincular sus perfiles a una identidad real», señalaba este miércoles Pedro Sánchez durante su participación en el Foro de Davos.
No es precisamente un discurso novedoso. En febrero de 2018, Angela Merkel señaló la necesidad de regular el discurso en línea y mencionó que el anonimato en las redes sociales contribuía a la propagación de contenido ilegal y dañino. Otro destacado político europeo de centro-derecha, el francés Emmanuel Macron, criticó el anonimato en las redes sociales en enero de 2019, durante el «Gran Debate Nacional», y expresó su deseo de avanzar hacia una eliminación progresiva de todas las formas de anonimato en línea.
También en España hubo una propuesta similar, pero encabezada por el PP. En 2017, el entonces portavoz del Grupo Popular, Rafael Hernando, registraba en el Congreso una iniciativa para frenar la comisión de ataques o directamente de delitos que, amparándose en la «impunidad del anonimato» cometen algunos usuarios en la redes sociales. Con unos argumentos muy similares a los que este miércoles utilizaba Sánchez, Hernando recordaba que cuando se empezó a implantar la telefonía móvil en España cualquiera podía hacerse con un número sin necesidad de registrarse, pero que después cambió la ley y fue necesario aportar el DNI para tener una línea. El PSOE no respaldó la propuesta, informa Mariano Alonso.
No se sumó entonces a ellos el gobierno español de Pedro Sánchez, que sin embargo abandera ahora la misma reivindicación, enmarcada en una guerra contra los «tecnomillonarios» a la que llamó ayer en el Foro Económico Mundial de Davos. Identificó a los empresarios de las grandes redes sociales como enemigos que quieren «acabar con la democracia» y parafraseó a Donald Trump, al arengar al mundo libre: «hagamos que las redes sociales sean grandes de nuevo». «No será fácil», reconoció el presidente español, «las personas a las que nos enfrentamos son muy poderosas, tienen recursos casi ilimitados y no están jugando limpio», aunque confió en que «sé que podemos ganar la batalla porque tenemos razón» y «somos más».
Sánchez consideró en Davos que «tenemos que actuar rápidamente» y «generar un frente común que una a todos los que creen en la democracia», con una serie de medidas que quiere «proponer a los líderes de la Unión Europea». Además de «poner fin al anonimato en redes sociales», debido a que «estamos permitiendo que la gente haga lo que quiera sin vincular sus perfiles a una entidad real» y para lo que sería necesaria «una identidad unitaria europea», plantea «obligar a las redes sociales a que abran las cajas negras de los algoritmos». «Los valores de la Unión Europea no se pueden vender», ha defendido, lo que a su juicio está ocurriendo en muchas de las grandes plataformas tecnológicas.
Se ha referido a «un pequeño grupo de tecnomillonarios que ya no están satisfechos con tener el poder económico casi en su totalidad, sino que también quieren poder político» y ha pedido que «los propietarios de las redes sociales rindan cuentas, porque son de las personas más ricas y más poderosas del mundo». «La mayor multa impuesta por la Comisión Europea a una empresa tecnológica era lo mismo que un 0,6 % de sus beneficios anuales. O por ponerlo de otra manera, representa lo que esa empresa había ganado en menos de un día», ha criticado las escasas medidas europeas contra las grandes redes sociales.
Lamentablemente, Sánchez no precisó cómo podría obligarse a «rendir cuentas» a los propietarios de las grandes redes sociales, empresas con libertad legal para exigir a sus clientes identificarse o no. Ya el pasado mes de agosto, el fiscal Sala contra los Delitos de Odio y Discriminación, Miguel Ángel Aguilar, propuso la modificación del Código Penal para evitar que las redes sociales sean una plataforma de promoción de odio, con medidas como la identificación obligatoria para sus usuarios, aunque hubo de reconocer que el anonimato absoluto no existe. Cualquier usuario deja una huella digital identificable con herramientas OSINT, es decir, con inteligencia de fuentes abierta, además de registros de la dirección IP desde la que se realiza la conexión a internet, la geolocalización, el tiempo de uso o cuándo se ha utilizado, entre otros datos.
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«La Ley Fundamental garantiza a todas las personas el derecho a expresar su opinión libre y abiertamente, siempre que no infrinjan la ley. Sin embargo, no reconoce un derecho fundamental al anonimato. Ciertamente, no quiere proteger la cobardía. La libertad de expresión no incluye el derecho al anonimato», explica el analista de Berlín Hugo Müller-Vogg, «técnicamente sería muy difícil hacerlo cumplir, pero la posibilidad de eludir las prohibiciones no puede ser una razón para no imponerlas. De lo contrario, podríamos prescindir de todo el derecho penal». «Los nombres reales obligatorios son una mierda«, contradice el experto en redes Martin Fehrensen, porque el anonimato garantiza la libertad de expresión en Internet. En la vida cotidiana, nadie camina con una etiqueta con su nombre y el derecho al anonimato también se aplica en manifestaciones o reuniones ciudadanas«.