Las fiestas de verano en Sanabria tras los fuegos: cuando celebrar se convierte en un acto de resistencia y orgullo
Pueblos como San Martín de la Castañeda, uno de los directamente afectados por los incendios, o Palacios de Sanabria despiden el verano más doloroso manteniendo las fiestas pero con mucha menos asistencia
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Palacios de Sanabria (Zamora)
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Iniciar sesiónEste domingo cierra uno de los agostos más dolorosos que se recuerdan en muchas zonas de España, especialmente del noroeste, debido a los incendios. Para la comarca de Sanabria, en Zamora, ha sido uno de los golpes más fuertes que ha recibido desde hace ... décadas.
El ambiente en Palacios de Sanabria suele ser de pura efervescencia a estas alturas del año. Su fiesta, en honor a la Virgen de la Encarnación, se celebra cada año en el último fin de semana de agosto, lo que la convierte para muchos -y en especial para los arguselos, los habitantes de Palacios- en una despedida del verano por todo lo alto. Pero en este 2025 no hay muchas ganas de fiesta.
Palacios se ha convertido en una suerte de base para la lucha contra los incendios que han asolado Sanabria y Los Valles, dos de las comarcas del noroeste de Zamora. Irene Fernández, capataz de extinción de una cuadrilla de incendios, vive en Palacios, así como Javier Ovelar y Ángela Membibre, dos jóvenes ganaderos que tenían sus decenas de vacas en Porto cuando las llamas lo atacaron y que han acabado siendo protagonistas en decenas de reportajes, muy a su pesar. Ni una ni los otros preveían estar para fiestas hace apenas unos días.
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Han sido jornadas de rabia y lucha por sobrevivir. Irene, una de las heroínas indiscutibles de esta no tan imprevista guerra del verano, sonreía aliviada el viernes cuando el Cecopi anunció que el fuego en Porto se reducía a nivel 1. A sus más de 60 años, admite que le rezó durante muchos días a la Virgen de la Encarnación, a la que este domingo homenajean en Palacios, para que les echara una mano. Ella ha vivido en primera fila la lucha contra los fuegos, tanto el de Porto como el de Molezuelas. Han sido jornadas interminables enfrentándose de cara a las llamas.
Javi y Ángela han ido compartiendo la situación desde el monte con los vecinos y con los numerosos periodistas que les han asaltado estos días para contar su historia, algo que ha acabado por ser incluso molesto porque su principal objetivo era mantener su forma de vida. Después de semanas en los que se vieron abrumados por la solidaridad de los ganaderos de la zona que subían cubas de agua y forraje para dar alimento a las reses, este sábado sonreían.
Ellos no han perdido ninguna vaca, por suerte, pero otros ganaderos, los que cuidaban el monte desde tiempos inmemoriales antes de agendas y exigencias burócraticas, se van a ver abocados a la humillación —porque el sanabrés es tan noble y justo como orgulloso— de pasar por el trance de pedir las ayudas.
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«Las peores vacaciones de nuestra vida»
Los habitantes de Palacios, ni los oriundos todo el año ni los veraneantes ni los hijos del pueblo —las generaciones de los que tuvieron que emigrar a las capitales en la posguerra—, tienen el ánimo para fiestas. María Jesús y Anselmo llevaban tiempo sin poder venir a su pueblo. Su negocio, 'Motos McQueen', les obligó en años anteriores a quedarse en Madrid: el verano no siempre es para los autónomos. A mediados de agosto, unos días antes de las alertas en los móviles, los cielos anaranjados y el aire irresponsable, abrieron el hogar familiar para pasar unos días de descanso. No esperaban vivir la tensión, el sufrimiento y el obligado enclaustramiento en casa haciendo labores de mantenimiento previstas, además de limpiar las cenizas que caían del cielo.
«Ha sido un verano muy duro. Parece que se nos estaba quemando la raíz, de dónde venimos. Me acostaba muchas noches llorando por lo que estaba viendo», confiesa María Jesús, para la que han sido unas «vacaciones de pesadilla» y «las peores de su vida».
Las mascarillas volvían a sus bolsillos para poder subir a la tienda del pueblo, la de Óscar Pola, o a uno de los dos bares, el de Patricia y Cristina o el de Lolo y Cova. La conversación era siempre la misma: «Hay que ver los fuegos... Nos van a llevar por delante». Y aún no saben las consecuencias que van a tener. Óscar estima que desde el fin de semana del 14 de agosto, cuando se declaró el fuego, perdió casi un 60% de venta. «Yo pedía al panadero cuatro cajas y solo se vendía una», ejemplificaba.
¿Conviene hacer unas fiestas tras los incendios?
Paralelamente al avance del fuego y a los contraataques de los héroes de la UME, de los diferentes BRIF que han acudido a la llamada y de los habitantes de los pueblos, la Comisión de Fiestas de Palacios pensaba qué debían hacer hacer. ¿Debían seguir adelante con las celebraciones? ¿Era irrespetuoso pensar en pegar botes a las 4 de la mañana delante de las orquestas contratatadas mientras a apenas 30 kilómetros el monte y el alma de Sanabria ardía como el infierno? A una semana vista, Santa Colomba, cerca de Puebla, anunciaba la cancelación de casi todas sus actividades de sus fiestas, previstas para el fin de semana del 23 y 24 de agosto. Como pasó hace cinco años con el Covid, ellos no esperaron orden oficial. Otros pueblos, como Palacios, decidieron seguir adelante con sus fiestas: Sanabria bien vale una celebración de la vida. Ni una decisión ni otra fueron fáciles.
Maribel Rodríguez, miembro de la Comisión de Palacios, explicaba a ABC cómo fueron esos días de incertidumbre. «Cada mañana nos levantábamos pasando al grupo de WhatsApp de la comisión el estado de la situación, especialmente el de la calidad del aire. Tenemos mucha gente mayor aquí y no podíamos jugárnosla. Pero también llevábamos un año trabajando para estas fiestas, con mucho esfuerzo: ¿se iba a ir a la basura todo? Y estaba la situación económica, ya que cancelar suponía tener que pagar a los grupos sin que tocaran. Y luego teníamos la presión de la cancelación de Santa Colomba —sus fiestas son el penúltimo fin de semana de agosto, justo el anterior a las de Palacios—... Imagina los debates que tuvimos. Así que decidimos ir día a día en nuestro calendario», relataba a ABC a la salida de la ofrenda floral en honor a la Virgen de la Encarnación, la patrona y a la que se dedican estas fiestas.
«No las hacemos por nosotros, sino por el pueblo. Han sido días tan duros, que queríamos homenajearles a ellos, a los que han resistido. Y darles un final de verano de sonrisas tras muchas lágrimas y miedo»
Maribel Rodríguez Prada
Miembro de la Comisión de Fiestas de Palacios de Sanabria
Pero se echaron la manta a la cabeza y, al ver la buena evolución de las luchas contra los incendios, decideron seguir adelante. «También nos merecíamos estas fiestas. No las hacemos por nosotros, sino por el pueblo. Han sido días tan duros, que queríamos homenajearles a ellos, a los que han resistido. Y darles un final de verano de sonrisas tras muchas lágrimas y miedo», explicaba.
La mejor noticia la tuvieron el mismo viernes: el Cecopi rebajaba a grado 1 la gravedad del incendio de Porto. Lo que otros años era una noticia pésima, en Palacios cayó como agua bendita: hacía frío. Las fiestas se habían salvado, pero la herida se notó desde el primer día. Mucha gente se ha ido y las fiestas han 'pinchado'. Ni en las celebraciones nocturnas ni en las diurnas, como la misa y procesión en honor a la Virgen de este sábado, han tenido la afluencia de otros años.
Si en Palacios fueron semanas de debate, el caso de San Martín de la Castañeda lo fue aún más. Este pueblo estuvo directamente afectado por los incendios, hasta el punto de ser uno de los evacuados en el peor momento de la crisis. Para sus habitantes, lo de la fiesta quedó no en un segundo sino en último plano como es lógico.
Y sin embargo, decidieron seguir adelante con ella. Su argumento fue claro: demostrar que las heridas directas por el incendio y que hacen que aún ahora mismo no puedan acceder a la cercana Laguna de los Peces, no les iba a frenar. La visita de los Reyes unos días atrás reafirmó su decisión: ver a Don Felipe y Doña Letizia pisar el monasterio donde estaba prevista celebrar la Fiesta de la Peregrina del 6-7 de septiembre fue todo un soplo de fuerza y ánimo.
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Las fiestas de los pueblos de Sanabria son parte de los recuerdos de cada verano. Y ni en San Martín, ni en Palacios, ni en Santa Colomba como en tantas otras localidades de esta esquina de Zamora ha sido un verano fácil. La celebración para ellos es una suerte de catársis, aunque el ánimo aún pese, para poner fin a un agosto que se lleva también consigo muchas historias que la ceniza, las llamas y el humo han tapado durante semanas.
Tanto los que decidieron quedarse en las fiestas como los que se fueron o los que decidieron cancelar sus celebraciones comparten la misma idea: ojalá en 2026 no haya que levantarse con lágrimas en los ojos y sí con decenas de recuerdos compartidos de otro verano sanabrés inolvidable en positivo.
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