Un festival de brujas en Italia enfrenta a exorcistas y un alcalde: «Temen que nos convirtamos en un Disneyland satánico»
Un regidor democristiano acusado de «promover las tinieblas» defiende un evento que mezcla turismo, memoria histórica y miedo al ocultismo
Polémica por la tradición que permite perseguir y pegar a las mujeres en una isla europea durante un día

Benevento (Campania, 55.600 habitantes), ciudad italiana históricamente ligada a las brujas 'janare', se encuentra en el centro de una polémica nacional. La Asociación Internacional de Exorcistas, reconocida por el Vaticano, ha publicado un comunicado tajante tras el festival 'Janara' celebrado la pasada ... semana: «Favorecer el mundo de las tinieblas traerá consecuencias trágicas».
El alcalde, Clemente Mastella —exministro de Justicia entre 2006-2008 y democristiano confeso—, organizó el evento con talleres infantiles, charlas académicas y recreaciones históricas. Pero para los exorcistas, «divertirse con lo macabro denota grave falta de conciencia cívica». Citando al difunto padre Gabriele Amorth —famoso por sus batallas contra demonios—, advierten: «El maligno se esconde tras lo aparentemente inocente».
Un festival que celebra la tradición local
«Conmigo se han equivocado de objetivo», replica Mastella, recordando que en 2007 Benedicto XVI le agradeció por teléfono su oposición a las uniones homosexuales. El festival, que atrajo a 20.000 visitantes, celebra la leyenda local: las 'janare', brujas que, según la tradición, celebraban aquelarres bajo un nogal junto al río Sabato.
Hoy, ese legado pervive en el licor Strega (producido desde 1860), en el escudo del equipo de fútbol —en el que figura una bruja volando sobre una escoba— y pronto, según desea el alcalde, en un Parque Temático de las Brujas diseñado por Dante Ferretti (ganador de tres Óscars). «Si la ciudad estadounidense de Salem lo hace, ¿por qué no nosotros?», argumenta Mastella.
La sombra de la inquisición
Tras el folclore, hay una historia sangrienta. Entre los siglos XV y XVII, cientos de mujeres fueron ejecutadas en Italia acusadas de brujería. En Benevento, el historiador Abele De Blasio documentó 200 procesos, aunque muchos archivos se perdieron en purgas eclesiásticas. Como explica Silvia Federici, autora de 'Calibán y la bruja', muchas de estas mujeres eran curanderas, comadronas o simplemente desafiaban el orden social. El festival incluyó debates sobre esta persecución, pero los exorcistas lo ven como «banalización del ocultismo».
La directora de la oficina de turismo local, Lucia De Vito, confirma un aumento del 40% en visitantes respecto a 2024, señalando que «el 60% vinieron por el tema brujeril». Empresas como Strega Tour ofrecen rutas nocturnas con actores recreando aquelarres. Pero no todos celebran el 'boom'. En la iglesia de Santa Sofía, la feligresa Maria Pia se persigna: «Mi abuela decía que las janare robaban niños. No es tema para fiestas».
«Temen que nos convirtamos en un Disneyland satánico», ironiza el alcalde Clemente Mastella
El obispado contraataca con una «Ruta de los Exorcismos», que incluye visitas al convento donde Amorth practicaba liberaciones de demonios. El conflicto y la polémica trascienden a Benevento. Por ejemplo, en Noruega, el museo de las brujas de Vardø recibe subsidios públicos; en Suiza, grupos católicos protestaron por un sello postal con «brujas felices».
«Temen que nos convirtamos en un Disneylandia satánico», ironiza Mastella, mientras muestra placas con nombres de mujeres ajusticiadas. «Pero nosotros solo honramos nuestra historia». Bajo el simbólico nogal replantado en la plaza, esa historia sigue viva.
En definitiva, la controversia en Benevento expone una fractura entre la reinterpretación secular de antiguos mitos y la persistencia de una visión religiosa que teme el resurgimiento de lo oscuro. Mientras la ciudad se debate entre honrar su pasado folclórico y las advertencias de los exorcistas, la reflexión del escritor Primo Levi resuena con fuerza: «El miedo a las brujas era miedo a la libertad». Bajo el nogal replantado en la plaza, Benevento no solo enfrenta su pasado, sino el dilema de toda sociedad: reconciliar la historia con el presente sin perder su propia alma.
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