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Familia Francini Dejar Valladolid para ser misioneros en Japón

En 2005, la pareja adquirió un compromiso con los cristianos del Camino Neocatecumenal que cambió sus vidas. Ahora quieren emprender una aventura «de agradecimiento» junto a sus dos hijas, Arantxa y Saray

Los cuatro irán destinados a la ciudad de Kobe abc
Clara Rodríguez Miguélez

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Hace diecisiete años, Liliana Figueroa había decidido separarse de su marido, José Francini. Los dos colombianos llevaban una vuelta al sol viviendo juntos en Valladolid, pero las cosas iban mal. Sólo «un papelito«»fue capaz de cambiarlo todo, evoca ella. La invitación en cuestión era ... un folleto de las comunidades cristianas del Camino Neocatecumenal, a las que se adhirieron ambos, algo que propició un cambio «personal y sentimental» que les llevó a arreglar sus problemas y salvar su matrimonio. A día de hoy siguen juntos y tienen dos hijas, Arantxa y Saray, de 12 y 8 años. Ese es el motivo de que ahora quieran embarcarse en una aventura «de agradecimiento» para la que ya tramitan visados. Han dejado trabajo, colegio, instituto. Los cuatro pondrán pronto rumbo a Kobe, una ciudad de millón y medio de habitantes en Japón, donde serán, ante todo, una familia misionera.

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