Un estudio relaciona el calentamiento global y la polución con el aumento de suicidios y demencias

La investigación, publicada en la revista 'World Psychiatry' relaciona también de forma consistente la exposición a lo largo de la vida a determinados disolventes con una mayor incidencia de demencia o deterioro cognitivo, y el incremento de las depresiones postparto en mujeres que han tenido contacto con determinados tóxicos ambientales durante el embarazo.

Uno de los resultados más importantes del trabajo es que el calentamiento global es una de las múltiples causas que han motivado el incremento de las muertes por suicidio desde 1800. De no revertirse la tendencia, los autores advierten de que según sus cálculos y proyecciones, «ese porcentaje podría escalar hasta el 7% en 2050». El doctor Joaquim Raduà, responsable del grupo Imagen de los Trastornos relacionados con el Estado de Ánimo y la Ansiedad del Clínic y primer autor del estudio, aclara que «eso no significa que los picos de calor hayan causado un incremento del 5% de muertes por suicidio, ya que las causas que conducen al suicidio son múltiples y el calor solo es una de ellas».

Añade, asimismo, que « en un 90% de los casos los suicidios que se han relacionado con el aumento de temperaturas eran personas con cuadros de depresión o trastornos mentales previos». Otra de las conclusiones de peso es la relación entre catástrofes naturales (terremotos, ciclones, etc..) y una mayor incidencia de estrés postraumático. «Hemos visto que a las pocas semanas de producirse una catástrofe natural aumenta la incidencia de estos trastornos en la población de la zona», precisa Eduard Vieta, responsable del Servicio de Pisquiatría y Psicología del Clínic.

«Gracias a este estudio, ahora tenemos evidencia robusta del impacto negativo de que el cambio climático y la contaminación están ejerciendo sobre la salud mental en todo el mundo. Estos resultados pueden utilizarse para informar a las autoridades y aumentar la sensibilización pública sobre el impacto de la contaminación atmosférica y los riesgos del cambio climático en la salud mental y así buscar y aplicar medidas para prevenirlo», afirma Raduà .

Otro hallazgo sólido de esta revisión general es la asociación convincente entre niveles más altos de exposición a solventes y un mayor riesgo de desarrollar demencia o deterioro cognitivo. Disolventes como el tolueno, la acetona, el xileno, el hexano, el heptano y el acetato de etilo pueden liberar compuestos orgánicos volátiles a la atmósfera, contribuyendo a la formación de ozono (O3) y smog -contracción de 'smoke' y 'fog'- a nivel del suelo, señala la investigación. También son directamente tóxicos para muchas partes del cuerpo, con síntomas que van desde irritación de la piel, dolores de cabeza y visión borrosa, hasta pérdida del conocimiento y la muerte. El disolvente más estudiado a nivel del sistema nervioso central es el tolueno, cuyos efectos adversos se manifiestan con encefalopatía aguda y daño de la sustancia blanca, pérdida multifocal de mielina y acumulación de macrófagos.

En el gran metaanálisis del Clínic también se ha hallado una relación entre la exposición a determinados contaminantes durante el embarazo y la aparición de la depresión post parto. En concreto, el estudio indica que exponerse durante el segundo trimestre de gestación a partículas contaminantes (que pueden contener una variedad de sustancias como benzopirenos, furanos o metales pesados) provenientes de combustibles fósiles y actividades industriales, puede incrementar la incidencia de este tipo de depresión.

«Existe cierta evidencia de que la exposición a estas partículas aumenta los niveles de cortisol. Estos niveles tienden a elevarse durante el segundo y tercer trimestre del embarazo (cuando hay una mayor secreción de la hormona liberadora de corticotropina de la placenta) y se asocian con el riesgo de depresión posparto. Por lo tanto, la interacción de estos contaminantes con el aumento fisiológico de las hormonas del estrés puede explicar la mayor incidencia de depresión posparto. Sin embargo, se necesitan investigaciones empíricas futuras para confirmar esta hipótesis«, apunta la investigación.

El estudio revela también que la exposición a altos niveles de dióxido de azufre (proveniente de la combustión de petróleo y otros combustibles sólidos en la industria) puede incrementar el riesgo de recaída en pacientes con esquizofrenia.

«El uso de estos disolventes plantea riesgos graves para la salud, especialmente en países de renta baja o media, donde las alternativas a estos materiales tan económicos son difíciles de encontrar para la construcción o fabricación», comenta Michele De Prisco, investigador del Idibaps y co-primer autor del estudio.

Los autores del estudio advierten de la necesidad de frenar los efectos del cambio climático «induciendo cambios en nuestro estilo de vida» . Subrayan, asimismo, la necesidad de reducir en los próximos años el uso de disolventes, dado su constatado impacto en la salud física y en la salud mental de la población. «Debido a que son productos que se utilizan a nivel mundial, se espera que las emisiones de estos contaminantes se dupliquen de cara a 2030, lo que es alarmante teniendo en cuenta que ahora sabemos que no sólo tienen un riesgo ambiental sino que también afectan seriamente a la salud mental», advierten.