ABC VIAJA
Verano con salario de 4.500 euros en Noruega
Trabajadores españoles hacen su agosto vendiendo pescado en Bergen
MARÍA MEDINA
Después de tres días sin tener más compañía que las montañas, las cascadas y alguna vaca noruega, regresar a la civilización y escuchar: “el kilo de salmón a 60 euros”, no tiene precio. Por un momento, en el mercado de Bergen se concentraron ... más españoles por metro cuadrado que los que reúne el Rey ante la pantalla el día de Nochebuena.
“Yo soy asturiano, ¿y ustedes?, nos preguntó un chico de unos 25 años que ofrecía carne de ballena a todo turista que pasaba por allí. Y debió de sentirse más cerca de su casa al descubrir que éramos paisanos porque, mientras partía y envasaba al vacío enormes piezas de salmón salvaje, comenzó a relatarnos su aventura por Noruega. “Es el segundo verano que vengo a Bergen a vender pescado y si puedo vendré también al año que viene”. Y volverá, no tenemos duda. “Gano 4.500 euros al mes” , aseguró. En el puesto de al lado una chica de Barcelona confirmó el salario. “Trabajamos seis horas al día, siete si viene un crucero y, aunque la vida aquí es más cara, con lo que cobramos en cuatro meses podemos vivir el resto del año en España”.
Salimos del mercado para dirigirnos al funicular y contemplar, como ya nos adelantó nuestro guía, las vistas más espectaculares de Bergen, la segunda ciudad más importante de este país nórdico en la que ha llegado a llover hasta cien días seguidos. Tomamos asiento y de repente, sin haber abierto la boca, escuchamos: “Hola, ¿españoles?”. “Sí, sí, de Guadalajara para más señas” , respondimos. “Qué casualidad, yo también”, nos confesó emocionada una señora muy elegante que inmediatamente señaló de manera muy disimulada a nuestra derecha. “Mirad, es Pedro Duque”, nos dijo muy bajito. “Trabajamos en la misma empresa pero él es el famoso”, bromeó mientras nosotros analizábamos de arriba abajo al primer astronauta de nacionalidad española que fue lanzado al espacio. Alto, delgado y muy serio, Pedro Duque abandonó el funicular junto a sus compañeros para disfrutar, como un turista más, de una preciosa panorámica, pero eso sí, con una copita de champán en la mano. Siempre hubo clases. La señora elegante de Guadalajara nos deseó buen viaje. “Igualmente”, contestamos.
Con la sensación de haber protagonizado un capítulo propio de “Españoles por el mundo” regresamos a nuestro hotel. Había que descansar. Todavía nos esperaba la ruta más dura y espectacular de todo el circuito: la subida al Preikestolen . Y como una imagen vale más que mil palabras, os adjunto la fotografía que tomé al alcanzar la cima de esta formación rocosa. Disfrutad de las vistas.
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