España, donde la falta de niños ocupa treinta segundos en 'prime time'

A pesar de la «desidia» que han contrastado estos expertos entre los partidos políticos para presentar medidas que den la vuelta a una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo (número medio de hijos que tiene cada española) y que está en 1,19, desde la publicación de los investigadores estadounidenses hasta octubre de 2022, España «se ha salvado».

Así lo subrayó en esa fecha una proyección del Instituto Nacional de Estadística (INE) al preguntar a demógrafos de todo el país. Hasta 2072, las defunciones continuarán una senda interrumpida de ascenso, y serán mayores que los nacimientos en toda la serie.

Pero España no tendría problemas de supervivencia, despejan. «Ganaría más de cuatro millones de habitantes en los próximos 15 años, y más de cinco millones hasta 2072 si se mantuvieran las tendencias actuales». ¿Cómo lo conseguirá? Los demógrafos también lo dejan meridiano en el INE: «El saldo vegetativo negativo sería superado por el saldo migratorio positivo. El aumento de población se debería exclusivamente a la migración internacional».

«No estoy totalmente de acuerdo con que lo fiemos todo a la inmigración, porque tampoco tenemos una política de puertas abiertas», dice Rebeca Cordero, profesora de Sociología Aplicada de la Universidad Europea de Madrid. Antonio Izquierdo, catedrático de Sociología de la Universidad de La Coruña, analiza que los inmigrantes «se adaptan a la sociedad que los acoge y tampoco tienen el mismo número de hijos que en sus países de origen».

La buena noticia que trasladan los demógrafos es que el índice de fecundidad sube un poquito, hasta los 1,27 hijos por mujer en 2072. Castilla y León y Asturias son las dos comunidades que tendrían problemas para no 'adelgazar'; Madrid y Cataluña, lo opuesto. Y último dato para la reflexión: un 26%, más de una cuarta parte de toda la pirámide en 2037, será población de 65 o más años.

La caída brusca de la natalidad es un fenómeno con un impacto directo en toda la estructura económica, enfatizan sociólogos de los tres países advertidos en 'The Lancet'. Pero aquí «los políticos están a otra cosa», objeta Izquierdo, mientras lanzan ideas electoralistas sustentadas en proyecciones macro o microeconómicas. «Ninguno está mirando –y convendría– las encuestas de fecundidad que se hacen en todas las autonomías. Los españoles desean tener más hijos de los que tienen y más jóvenes», añade.

El impedimento principal que encuentran a ese deseo, explica Cordero, es la «precarización del mercado de trabajo y, sobre todo, de los entornos laborales y salariales» y «un estilo de vida totalmente incompatible y antagónico con la crianza».

«Hay un problema estructural que no está recibiendo propuestas efectivas», dicen ambos especialistas. No se ha dedicado tiempo en campaña a lo importante, «la precarización vital, que es transversal al resto de cuestiones», avala la socióloga: «El precio de la vivienda y la difícil emancipación es la problemática 'ad hoc' para llegar a tener sucesión. Es justo el modelo contrario al que se da en los países nórdicos donde las mujeres siguen siendo madres a la edad en que lo fueron sus madres».

El incentivo nacional de cien euros al mes por hijo, durante un año, sirve para poco, al decir de ambos. «Aunque dieran más, eso no determina que quieras tener un hijo», afirma el profesor. «Las 'políticas canastilla' ayudan un poco, dar tiempo libre sí es determinante», resume Cordero. Izquierdo remacha con la 'regla de oro': «Cuanta menos desigualdad tiene un país, con más apoyo a la conciliación y la corresponsabilidad, menos baja su fecundidad».