Los equipos de rescate empiezan a retirarse de Marruecos y dejan paso a la ayuda humanitaria: «No hay más desaparecidos que buscar»

Más de 500 personas al día necesitan asistencia médica en el área devastada por el terremoto

En Asni está uno de los hospitales de campaña más grandes, desde donde se atiende y se deriva a los heridos

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Vista del campamento de desplazados por el terremoto de Marruecos en la localidad de Asni, al sur de Marrakech, Marruecos Pablo Ortega

J. J. MADUEÑO

Enviado especial a Asni

En el campamento de refugiados de Asni, al sur de Marrakech, el ejército tiene instalado un hospital de campaña para atender a los heridos que siguen saliendo de las aldeas. Cada vez que se abre una carretera, suben ambulancias para sacar a ... las personas que necesitan asistencia. Muchos llegan a estas instalaciones con la necesidad de que los vea un médico. Han estado varios días con lesiones, aguantando el dolor en una tienda de campaña, en ocasiones hecha con mantas. De los pequeños pueblos salen ambulancias cargadas de personas. «Ayer hicimos 500 asistencias, ahora van ya más de 400 y no es ni mediodía», asegura el médico coronel Mohamed Badoui, que es uno de los directores de este centro.

El hospital está junto a un gran campo de refugiados. En una de las tiendas hay varios niños recibiendo asistencia psiquiátrica tras la tragedia. Los militares llevan a un anciano y lo dejan en una camilla. Casi no puede caminar. Al lado está Zacarías con un brazo escayolado: «Me corté los tendones, me acaban de operar», afirma este joven. El hospital tiene laboratorio, ginecólogos o hasta un oftalmólogo. «Saqué a mi madre de debajo de la casa. Cayó desde la segunda planta. Está muy mal», apunta Mubarack, que dice que es guía en el monte Toubkal.

«Allí arriba no queda nada. Está todo destruido. Ahí queda gente que no ha salido. No se puede acceder», añade este vecino, quien explica que en la subida a esta montaña, la más alta de Marruecos, hay 'duar' (aldeas) a las que no se puede acceder, donde es imposible llegar. «Están a más de 3.000 metros de altura. Allí tiene que haber personas heridas y fallecidas, que no han podido bajar.

En la subida hacia Imlil, el municipio más al límite de los pies de la montaña, dónde los turistas hacen el avituallamiento para poder subir, hay gente caminando por las carreteras. Bajan de la montaña desolada buscando un lugar donde ser atendido, donde estar a salvo de los derrumbamientos en las laderas de roca. «Van a seguir viniendo heridos», añade el responsable del hospital.

Pablo Ortega

El hospital de Asni es uno de los puntos de referencia para la atención de los supervivientes. «Aquí vienen todos los heridos. Esto es una unidad militar de urgencia», afirma el médico coronel Badoui, quien explica que desde este campamento de emergencia se derivan los casos más graves a Marrakech. «Todos los rescates de los bomberos o protección civil pasan por aquí. Si podemos ayudarlos, se les atiende y si no se les lleva a otro hospital», afirma el médico coronel.

«No hay desaparecidos que buscar»

Sin embargo, la llegada de superviviente está menguando, porque los equipos de rescate han comenzado a retirarse. «Al quinto día, en una reunión en el puesto de mando nos han dicho que no hay desaparecidos para buscar. Nos vamos», explica Jair Pereira, uno de los efectivos de Bomberos por el Mundo, que llegaron de Málaga para buscar vida entre los escombros. Especialistas que entraron tarde, al tercer día de la tragedia, porque no había llegado la autorización del Gobierno de Marruecos. Ahora ya no hay vida enterrada, pese que en muchas zonas el hedor a muerte remite de entre el barro. «Ahora los esfuerzos se centran en la ayuda humanitaria», afirma Pereira.

En la carpa de ingresos por rescates hay varias camas ocupadas. No todos son heridos graves. En una zona en concreto de ingresos para mujeres está Marica al lado de una cama. Tendida en el camastro está Naimea de sólo 11 años. «Ha sufrido un desmayo», asegura la madre, que dice que llevan desde el sábado por la mañana en una tienda de plástico. «La niña le ha salido un sarpullido. Creo que tiene una reacción alérgica», afirma Hajiba, que sostiene liada en un manta a la pequeña Firdous, de sólo diez días. Ellos son el ejemplo del paso de la emergencia de la crisis más inmediata a la atención a los que ha sobrevivido.

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