Los embalses suben por primera vez desde marzo: hay un 0,1% más de agua tras semanas de lluvia

En total, los embalses almacenan 26.648 hectómetros cúbicos (hm³) de agua, cuando lo normal a estas alturas del año está en 37.632, según la media de los últimos diez años.

Los embalses han estado lastrados por tres años de lluvias escasas, y este 2023 no está siendo una excepción. Desde que comenzara el año hidrológico el pasado 1 de octubre de 2022, hasta este 6 de junio, han caído a nivel nacional 425 litros por metro cuadrado, lo que representa alrededor de un 20% menos de precipitaciones de lo normal.

Entre diciembre y enero fue el momento en el que los embalses vieron mejorar más su situación, aunque pronto se estancaron y, a finales de marzo, las reservas llegaron a su momento de mayor abundancia este año: estaban al 51,7% de la capacidad total. Desde entonces han encadenado caídas hasta el balance de esta semana, en el que han logrado sumar 60 hm³.

«Con las lluvias de la segunda quincena de mayo se ha aliviado un poco la situación», pero la «sequía, que se mide a más largo plazo, no se ha solucionado», dijo la semana pasada el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rubén del Campo. Hay cuencas que continúan con un gran déficit de agua al inicio del verano, como son la mediterránea andaluza (al 34,2%), el Guadiana (31,6%), las cuencas internas de Cataluña (27,6%), el Guadalete-Barbate (24,4%) y el Guadalquivir (24,1%).

Aunque las lluvias se han repartido por todo el territorio, a lo largo de estas tres semanas también se han dado tormentas de las que, en ocasiones, han dejado lluvias torrenciales difíciles de aprovechar. Para empezar, por las propias características de las lluvias torrenciales: son aquellas en las que se alcanza una intensidad de al menos 60 litros por metro cuadrado en una hora o al menos 10 litros por metro cuadrado en 10 minutos. Con esta fuerza, el fenómeno no suele durar más de tres horas y se concentra en un área máxima de 50 kilómetros cuadrados. Es decir, son lluvias bastante localizadas.

Las calles y locales se inundan, pero recopilar el agua cuando llega de esta forma «es complejo, es una cuestión de inversión y de ver hasta dónde estás dispuesto a adaptarte y a tener un inmovilizado que la mayor parte del tiempo no se usa», explicó recientemente a ABC Luis Fernando Martín Rodríguez, decano del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas de Las Palmas.