La desgracia se ceba con Siria: «Hay una generación que solo vive una tragedia tras otra»
Los Salesianos en Siria reciben a más de cuatrocientos afectados por el terremoto
No pueden volver a sus casas porque a los daños del seísmo se suma que los daños causados por la guerra y que edificios no tienen mantenimiento desde hace 12 años
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Madrid
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Iniciar sesión«Es un golpe muy fuerte para un cuerpo tan débil», resume el padre Alejandro León, de forma sintética y explícita, la situación que se vive en Alepo. El religioso, que es provincial de los Salesianos en Oriente Próximo, ha explicado a ABC que ... al drama generado por el terremoto se suma el de los conflictos vividos por la población en los últimos 12 años. «Imagina a los jóvenes de 18 años, con seis vieron cómo comenzaba la guerra y, desde entonces, de lo que tienen conciencia es de una tragedia detrás de otra», explica.
En esas circunstancias, la casa de los Salesianos en Alepo se convirtió en un centro de acogida desde el primer temblor. «Fueron llegando poco a poco, unos cinco a la hora del desayuno, que ya eran más de 70 a la hora del almuerzo y unos 380 para dormir», explica León. El miedo se agudizó después de la primera gran réplica, a las 13:40 hora local, y la gente prefirió abandonar sus casas.
«Los edificios no tienen mantenimiento desde hace doce años, están dañados previamente por bombas y misiles y empiezan a circular comentarios, no sé hasta qué punto fundamentados, de que habrá réplicas similares o peores», explica León.
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Por esa razón, la población fue acudiendo a lugares que consideraba más seguros, como «casas de planta baja de familiares y amigos, centros de formación [como el de los salesianos en Alepo], las iglesias, que estaban todas abiertas, y alguna escuela pública», explica Alejandro León. «Incluso han pasado la noche en los coches, nuestro patio se ha llenado de personas que han traído su automóvil para dormir en él», explica el salesiano.
«Nos encontramos con cerca de cuatrocientas personas para dormir en un lugar que no estaba preparado para una situación así. Tenemos unas treinta colchonetas que usábamos para los campamentos con los jóvenes que se reservaron para los más débiles, pero la gente ocupó las aulas, los pasillos, la biblioteca… Algunos han dormido en una silla o recostados en una mesa», describe.
«Algunas familias se refugiaron en nuestra casa de #Alepo. Llegaron con lo puesto. Las atendimos con ropa de abrigo y comida. Sus casas no se encuentran en buenas condiciones después de casi 12 años de #guerra»
— Misiones Salesianas (@MSalesianas) February 6, 2023
🗣️ Alejandro León, misionero salesiano en #Siria. pic.twitter.com/yJFKBo9pCc
Algunas organizaciones locales como la Cruz Roja y la Media Luna Roja están ofreciendo comida a los que han tenido que abandonar su casa. Además el Gobierno ha ampliado las horas de conexión eléctrica, para que se pueda ayudar a paliar la ola de frío que también azota la ciudad. «Esta noche hemos bajado de cero, seguro», afirma León «menos mal que han dejado 12 horas de electricidad, cuando lo normal, desde la guerra, era de una 1 hora al día».
Tras la primera noche, los refugiados han vuelto a sus casas pero la situación que han encontrado, en la mayoría de los casos, es totalmente desalentadora. «Han encontrado muchos daños y enormes grietas y ven que no serán capaces de resistir otro temblor similar», explica el salesiano, por lo que la mayoría han vuelto a los lugares de acogida para pasar la segunda noche tras la tragedia.
Sin ayuda internacional
Mientras, en la ciudad, el rescate continúa aunque conforme pasan las horas se reducen las esperanzas de encontrar supervivientes. «Es una lucha contra el tiempo», añade el sacerdote, que también lamenta las dificultades para que pueda llegar la ayuda internacional. Con el aeropuerto inutilizado y las infraestructuras de comunicación dañadas por la guerra, la asistencia está siendo eminentemente local.
Alejandro León ya piensa en una siguiente fase, en la reconstrucción. Una vez pase esta primera situación de emergencia, «vamos a ayudar a estas personas a que puedan reparar sus casas». Y en ese sentido, reclama las ayudas que puedan llegar a través de entidades como la suya, Misiones Salesianas, de la que asegura «nos llega todo lo que se aporta».
«Tienen una esperanza muy práctica, en el sentido de que se lucha por vivir y, a pesar de la tragedia, hay solidaridad», explica el provincial de los Salesianos. «Es una lectura de aferrarse a la vida, de querer luchar», añade. «Son signos de esperanza bonitos, pero la gente está muy cansada después de todo lo vivido», reconoce.
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