Dinero contra el fuego: los bomberos privados indignan a Los Ángeles

La existencia de bomberos privados no es nada extraordinario en EE.UU. Hay cientos de compañías por todo el país. Ofrecen sus servicios como apoyo a entidades locales y, sobre todo, para compañías aseguradoras, que los ofrecen como parte de sus pólizas o que los utilizan para no tener que responsabilizarse de la pérdida de propiedades durante incendios. Algunas también pueden ser contratadas por particulares.

Su presencia en Los Ángeles, sin embargo, ha levantado ampollas. Sus vecinos llevan una semana sobresaltados por el impacto de los incendios, que se han cobrado la vida —según el actual recuento— de 24 personas, han quemado miles de hectáreas, han destruido unas 12.000 estructuras urbanas y han forzado la evacuación de más de cien mil personas.

Y han mostrado la falta de preparación de la segunda mayor ciudad de EE.UU. para responder ante el desastre: un cuerpo de bomberos insuficiente, infraestructuras envejecidas, bocas de riego que se secaron, una balsa de agua fuera de uso desde hace meses, alarmas de evacuación erróneas, autoridades ausentes…

En ese contexto, hubo una reacción furibunda al mensaje que Keith Wasserman, un millonario del ladrillo, compartió cuando el incendio Palisades, el más destructivo de los registrados esta semana, se acercaba a su mansión. «¿Alguien tiene acceso a bomberos privados para proteger nuestro hogar en Pacific Palisades?», escribió en la red social X sobre su mansión en esa comunidad privilegiada sobre la costa. «Tengo que actuar con rapidez. Todas las casas de los vecinos están ardiendo. Pagaré lo que sea».

Las respuestas iracundas a Wasserman en redes sociales no han impedido que muchos millonarios hayan sacado la billetera y hayan contratado cuadrillas de bomberos privados. «El teléfono suena sin parar», ha asegurado a 'Daily Mail' Chris Dunn, el dueño de Covered 6, una compañía que ofrece estos servicios.

Muchos vecinos han podido ver a cuadrillas de bomberos privados protegiendo mansiones específicas. Acuden con sus camiones, tanques de agua, mangueras, líquido retardante del fuego, elementos protectores…

En Pacific Palisades, por ejemplo, se salvó el centro comercial Palisades Village, propiedad de Rick Caruso, un multimillonario que se presentó a alcalde de Los Ángeles y que perdió frente a Karen Bass, la actual alcaldesa (con una gestión muy criticada: además de rebajar el presupuesto de los bomberos el año pasado, cuando la ciudad empezó a arder ella estaba de viaje en África).

Caruso se trajo una cuadrilla de bomberos privados desde Arizona que lucharon para conseguir salvar el centro comercial. En Pacific Palisades fue donde se secaron las bocas de riego el martes, el primer día de los incendios, uno de los episodios que más han sido criticados. Pero Caruso logró traer sus propios tanques de agua. «Nuestra propiedad sigue en pie», dijo al día siguiente a 'The New York Times'. «Todo lo demás a nuestro alrededor está destrozado. Es como una zona de guerra».

Otro multimillonario que ha sido criticado por contratar bomberos privados es Adam Leber, un agente musical que representa a estrellas como Miley Cyrus. «Hice lo que cualquier ser humano haría», se defendió ante el diario neoyorquino. «Estaba seguro al 1.000% de que mi casa se quemaría y de que el barrio se quemaría».

Se trata de un servicio exclusivo. Contratar a una cuadrilla de dos bomberos puede tener un coste de unos 3.000 dólares al día. Para un grupo más amplio, de unos 20 hombres, unos 10.000 dólares. Ante la demanda, hay algunas compañías que están cobrando servicios de 2.000 dólares la hora.

Eso no afecta al bolsillo de los contribuyentes. Pero sí enfada que, con los recursos ahogados para contener el fuego, algunos se concentren en los más privilegiados. Por un lado, el uso del agua. Estas compañías aseguran que los bomberos privados no utilizan agua de las bocas de riego, sino la de sus propios tanques o la de las piscinas de sus clientes, pero muchos en Los Ángeles desconfían. También faltan manos: en la ciudad luchan ahora contra el fuego unos 14.000 bomberos, la mayoría de ellos venidos desde otras partes de California, de otros nueve estados y también de Canadá y México. Incluso hay casi mil presos de las cárceles estatales que trabajan en la extinción, con un sueldo de treinta dólares por turnos de 24 horas.

No parece que eso sea suficiente. Los dos principales incendios de Los Ángeles, el de Palisades y el de Eaton, siguen muy lejos de estar controlados. Y la ciudad vive con preocupación las advertencias del regreso de vientos huracanados, que expandan los fuegos o provoquen otros nuevos. La presencia de bomberos privados solo tranquiliza a unos pocos. Para el resto, es combustible para la tensión que sufren desde hace una semana.