Diego González Rivas, el cirujano nómada: «Opero lo que nadie se atreve»
No trabaja en un hospital sino en decenas. Inventó una técnica que permite llegar al pulmón por una incisión mínima y desde entonces no ha dejado de operar por todo el mundo. Su sueño es llevar la cirugía moderna a los rincones más lejanos
El cirujano gallego que opera hasta en domingo y que vuela del quirófano al avión
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Iniciar sesiónLlega ligero de equipaje. Casi siempre viaja solo, sin ayuda, solo con lo justo. Le basta con una maleta de mano y un billete en clase 'business', el único lujo que se permite para soportar los vuelos transoceánicos y llegar descansado a su próxima cirugía. ... Es la forma de vida que ha elegido: operar donde le llamen y extender sus técnicas innovadoras por todo el mundo.
Cuando aterriza en Madrid le espera un fin de semana agitado con cuarenta cirugías, apenas una breve escala tras pasar por Perú, Argentina, Brasil, Liberia, Sierra Leona y nueve ciudades chinas. Después será el turno de Alemania y Tanzania, con un 'descanso' de cinco días para subir el Kilimanjaro, y vuelta al quirófano en Rumanía. Un recorrido por cuatro continentes en una agenda que solo refleja el trabajo de dos meses.
El pasaporte de Diego González Rivas (La Coruña, 1974) cambia cada año porque se queda sin espacio para colocar los sellos de los países donde viaja, un total de 131 en el momento de hacer esta entrevista. Agota solo el pensar en un ritmo tan frenético, pero para este cirujano es solo motivo de orgullo. «Practico 900 cirugías al año. No hay nadie que opere más que yo, ni en más países, ni en más hospitales del mundo. Nadie hace lo que yo hago en el mundo, ni se atreve a operar en Pakistán o en Sierra Leona en condiciones extremas. Y los que salen de su zona de confort lo hacen en cuatro países. A mí, si me llaman de Siberia, allá voy sin pensarlo. Son tantas las cirugías realizadas que sé manejarme en cualquier situación hostil. Opero lo que nadie se atreve», reclama.
No le va la falsa modestia. Quizá porque allá donde va es recibido casi como si fuera una estrella de rock. Es reclamado para dar cursos en los principales hospitales, sus pacientes VIP le envían aviones privados para que no pierda tiempo en llegar al quirófano y en Shanghai dirige el mayor programa de cirugía del mundo que es «cien veces más grande que el mayor de Estados Unidos, cien», recalca.
En España, donde también trabaja, quizá no se le reconozca por la calle pero cada vez es más popular. Una vida tan atípica como la suya ya se ha recogido en libros y documentales. Se prodiga en círculos científicos, aunque tampoco rechaza aparecer en los programas de televisión de mayor audiencia joven como 'El Hormiguero' de Pablo Motos o 'La Resistencia' con David Broncano. Hasta una de sus cirugías sale en una escena de 'La Casa de Papel', una de las series españolas más vistas fuera de nuestras fronteras; tan internacional como él.
Técnica universal
La suya es una historia de éxito, aunque el comienzo no fue fácil. Se decidió por la cirugía torácica porque en La Coruña, su ciudad natal, empezaba el programa de trasplantes de pulmón y era la oportunidad para hacer algo nuevo.
En el Hospital Universitario de La Coruña tenía un horario de 8 a 3, una vida convencional y ordenada hasta 2010, cuando una idea le cambió la vida. Inventó Uniportal VATS, la técnica que permite extirpar tumores de pulmón complejos a través de una incisión mínima y reducir el tiempo de recuperación de los enfermos. «A mi jefe no le gustó; quizá le molestó el protagonismo que empezaba a tener e intentó destruirme. Defendía que la técnica ponía en riesgo a los enfermos, pero al final, le acabaron cesando a él. Fueron cuatro años duros y lo pasé muy mal. Confiaba en mí, pero reconozco que iba angustiado al quirófano pensando en cometer un fallo».
Trece años más tarde esa técnica mínimamente invasiva se ha universalizado, cuenta con discípulos por todo el mundo y se ha mejorado con las virtudes de la cirugía robótica. «Es una de las técnicas con la expansión más rápida a nivel mundial en la historia de la cirugía. Hoy la hemos adaptado a los casos más complejos».
«No hago milagros»
Aquel tropiezo de los primeros años fue el impulso que le llevó a convertirse en el médico nómada que es. «Quería demostrarle a todo el mundo que mi idea funcionaba. Los cirujanos chinos fueron los primeros en interesarse. Les enseñé mi técnica, les conté todos los trucos, pusimos en marcha programas de entrenamiento y allí la Uniportal VATS se convirtió en la técnica más popular de un país que es la Meca de las ciencias torácicas y de la cirugía en general».
Así es como su vida se convirtió en un eterno viaje. En China realiza su mayor actividad. Allí viaja siete veces al año, aunque acude allá donde le solicitan. Opera lo que otros no se atreven, sin embargo, no se considera el 'Lourdes' de la cirugía. «Me contactan muchos pacientes y a muchos les tengo que decir que no. Puedo rescatar casos que por su complejidad técnica otros no se atreven, pero no hago milagros».
Durante la conversación, el cirujano gallego vuelve con frecuencia a hablar con admiración del gigante asiático, el país que le acogió: «China es el número uno en cirugía, está años luz del resto en todas las especialidades porque son los que más operan. La cirugía no es magia, es el fruto de la experiencia, el repetir y repetir».
El shock de la pandemia
Diego González Rivas no sabe, no quiere estar quieto ni tampoco llevar una vida convencional. Desde que se universalizó su cirugía, solo ha parado cuando el mundo también lo hizo por la pandemia. El cierre de fronteras le pilló en Madrid. Volvía de Senegal de dar un curso, iba a parar una semana antes de volver a Shanghai y se quedó varado en España. «Creía que iba a enloquecer. Estaba en 'shock'. Yo necesito intensidad porque sin ella me deprimiría».
Sin aviones en los que volar, puso rumbo a Portugal donde podía moverse con el coche. Allí empezó a tratar la hiperhidrosis, el exceso de sudor, de una forma más simple, eficaz y menos agresiva. Hoy esta intervención es otro de sus 'boom' quirúrgicos, más aún desde que el presentador David Broncano pasó por sus manos. Su nombre en España empezó a viralizarse como «el cirujano que operó a Broncano».
Con el freno de la pandemia, y tiempo para pensar, también alumbró el desarrollo de un robot quirúrgico único, «una revolución» que pretende superar al famoso Da Vinci. Se llama Shurui, lo ha desarrollado una empresa de ingeniería china y es capaz de entrar por un solo orificio de 1,5 centímetros para expandirse por el tórax, casi como si fuera un pulpo. «Va a ser el robot más revolucionario. No hay nada igual en el mundo. Cuenta con tres brazos y una cámara que permiten diferentes grados de angulación. Puedes hacer una inmersión total dentro de la cavidad torácica», garantiza.
Desde África al Amazonas
Sin embargo, su proyecto más especial lleva su nombre: la Fundación Diego González Rivas. Con ella quiere seguir soñando en grande y llevar la cirugía de mínima invasión a los enfermos que no se lo pueden permitir, esos que nunca le enviarían un jet privado para recogerle.
Uno de los objetivos más inmediatos de la fundación es crear la primera unidad móvil del continente africano que permita operar el pulmón «como si estuviéramos en un hospital occidental». «Tendrá UCI, sala de esterilización, quirófano… Queremos que esté operativa todo el año. Empezaremos en Ghana y nos moveremos por los países cercanos. Nos iremos a Sierra Leona, a Congo y a Zimbabue. Es un proyecto muy ambicioso y muy caro porque también necesitaremos equipos de seguridad y mantenimiento».
Una idea similar se repetirá en el continente americano. Trabaja en un proyecto con empresarios de allí para instalar una unidad móvil quirúrgica en un barco que navegue por el Amazonas. Con él se podrá atender a pacientes que hoy mueren por no llegar a tiempo al hospital.
–¿Y no ha puesto fecha de caducidad a esta vida tan intensa? «No, por ahora, aunque no significa que sea lo que quiera hacer toda mi vida. Soy consciente del estrés al que estoy sometido. Me preocupa morir joven de un infarto porque tengo antecedentes de enfermedad cardiovascular. Viajando tanto, echas de menos a la familia y a los amigos, pero también siento que vivo con una libertad absoluta. Quizá me enamore y tenga que parar, pero ahora no es el momento».
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