Damià Bardera: «La enseñanza catalana es la avanzadilla de lo peor»

En 'Incompetencias básicas' este profesor y filósofo compone la «crónica de un disparate educativo» en la docencia española

Cataluña recurre a los expertos de PISA para mejorar los resultados de sus alumnos

Damià Bardera, filósofo de formación y profesor de Secundaria, es autor de 'Incompetencias básicas' ABC

Docentes quemados y sin autoridad; inspecciones que ignoran los problemas del aula; lobismo pedagógico y subvencionado; «profes» reconvertidos en animadores culturales; jornadas más dedicadas a los informes burocráticos que al oficio de enseñar; absurdas huelgas del alumnado; resultados abisales de la enseñanza catalana del informe PISA ... … Son algunos de los asuntos que Damià Bardera (Viladamat, 1982) revela en 'Incompetencias básicas' (Península) una «crónica de un disparate educativo» que combina el dietario, el ensayo y la reflexión filosófica.

Desde su publicación en 2024 (Pòrtic, en catalán), Bardera ha removido las aguas, ya de por sí turbulentas, de la maltrecha y adoctrinada educación catalana. Una anécdota para comenzar. El autor le pide a un alumno que se quite la gorra en clase. «¡Pero si el profesor M. P. entra en clase con la gorra puesta!», replica el educando: «Visualicé al profesor en cuestión: lleva vestimenta alternativa y los primeros días de septiembre suele presentarse en el instituto con chancletas, bañador y gorra. No diferencia entre reuniones formales, informales y clases de alumnos».

Es el perfil de muchos docentes, aunque vistan mejor que el de las chancletas, señala Bardera: «Incapaz no ya de aprobar unas oposiciones, sino de presentarse con un mínimo de garantías, falta en el trabajo -sobre todo los lunes- y el resto debemos cubrirle las guardias…». Los alumnos lo toman por el pito del sereno y para que no se ceben más en su persona, aprueba a todo quisque. Son los profesores que, tras fracasar en su vida profesional, se agarraron a la docencia como una salida fácil, buen sueldo y larga vacación.

Bardera lleva una década como profesor de Secundaria. Filósofo de formación, aspiraba a que sus alumnos aprendieran algo que fuera «más allá de la educación emocional, las pantallitas y los bloques de plastilina». Pero nada de lo que pretendía se cumplió. «Nos han cambiado el trabajo, o de trabajo», advierte. Ser profesor en la Cataluña de 2025 es hacer de policía, animador cultural, burócrata, vendedor de tu asignatura, psicólogo y educador social, también de hacker y community manager.

Cuando la crónica-denuncia de Bardera vio la luz recibió el apoyo masivo de sus colegas docentes: «Los que se sintieron atacados son aquellos que viven del sistema, los formadores 'deformadores' y los pedagogos de salón. Firmaron un manifiesto y me pusieron en la diana. El personal 'pedagogista' no tolera la crítica y te bloquea en las redes sociales. No quieren ver la realidad, las consecuencias nefastas a las que ha conducido su discurso«, explica.

Bardera identifica a los abajo firmantes: «Son los catedráticos del 76 que no han pisado un aula de secundaria y encima te dicen lo que has de hacer o te regañan: ¡si la clase no funciona es culpa tuya!«. Como responsables de las »incompetencias básicas« en Cataluña, el autor señala a la Fundación Jaume Bofill y, en menor medida, a la asociación de maestros Rosa Sensat. La Jaume Bofill funciona como un lobby y actúa de manera sectaria, mueve mucho dinero con total opacidad y es la cuna de los 'pedagogistas', subraya: »¡Nunca dan la cara! Me pregunto si en el resto de las comunidades autónomas tienen organismos como la Fundación Jaume Bofill«.

Bardera se plantea combinar la docencia con otras actividades profesionales como la de escritor. Su trayectoria sigue la senda de Toni Sala, otro profesor que en su 'Crónica de un profesor de secundaria' denunció hace años la deriva decadente de la enseñanza. Una deriva que no se limita a Cataluña y puede aplicarse al resto de España, aunque Cataluña sea el furgón de cola del informe PISA: «El problema de la educación catalana es que siempre ha querido ser la avanzadilla en las innovaciones docentes y ahora es la avanzadilla de lo peor. Se ha querido innovar sin tener idea de las consecuencias ni pedir la opinión de quienes estamos al pie del cañón», lamenta Bardera.

«Mi principal máxima hoy, es primero la supervivencia, después la pedagogía. Lo hagas bien o lo hagas mal, tanto da», apunta Bardera. ¿Soluciones? El autor de 'Incompetencias básicas' apuesta por evaluaciones del profesorado de Primaria y ESO externas y fiables, no del departamento de Educación: «A esa evaluación solo puede temerla el profesor inepto. En la docencia debe haber filtros como los que pasa un médico o un bombero. Habría que exigir una nota mínima de final de licenciatura para poder acceder a la docencia«.

Después de nueve leyes educativas, la enseñanza catalana y española conduce al aprobado general del alumnado: «El aprobado general es la norma, no a posteriori como cuando había huelgas y se otorgaba, sino a priori. La enseñanza actual es un gran engaño. Primero de todo hay que saber leer y escribir. Más allá de intereses ideológicos hay que redactar, por fin, una ley consensuada que pueda durar muchos años», concluye Bardera.

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