Las clarisas de Belorado no acuden al Tribunal Eclesiástico de Burgos y consuman el cisma
Las monjas se reafirman en su posición cismática y niegan la legitimidad del Tribunal Eclesiástico para excomulgarlas
¿Qué significa estar excomulgado por la Iglesia? La sanción a la que se enfrentan las monjas de Belorado
Sor Isabel, la exabadesa, sor Sión y sor Paz, en una de las pocas veces que han sido vistas fuera del convento cuando acudieron a los juzgados de Burgos para denunciar a Iceta
Las monjas de Belorado continúan en lo que se podría catalogar como todo un 'culebrón eclesiástico'. Este viernes finaliza el plazo para que comparezcan ante el Tribunal Eclesiástico de Burgos y se retracten del delito de cisma en el que han incurrido. Como era ... de esperar, no han acudido y han dado sus motivos: «Las diez hermanas citadas a comparecer ante un 'tribunal eclesiástico', de cuya jurisdicción nos hemos separado, no teniendo capacidad, dicho 'tribunal', de jurisdicción sobre nosotras, para imponer 'penas espirituales' como lo es la farsa de excomunión».
Al no retractarse del delito, las clarisas quedarán oficialmente fuera de la comunión de la Iglesia, puesto que la pena prevista por el Código de Derecho Canónico, excomunión 'latae sententiae', sería aplicable desde el momento en que han renunciado a su defensa en el plazo establecido por el Tribunal. Sin embargo, en el comunicado que las monjas han realizado, expresan que «cualquier pena o sanción canónica, impuesta por quienes no son obispos, ni válidos, ni legítimos, ni tienen poder sobre las almas, carecen de efectividad, son nulas e írritas».
También añaden que han enviado su respuesta -firmada por las diez monjas- al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, donde muestran su «unánime e irreversible posición, tomada por fidelidad a Cristo y su Iglesia Católica, por quienes estamos dispuestas a dar la vida».
«Hacemos saber nuestra unánime e irreversible posición», dejan claro en un texto en el que reniegan de la Iglesia conciliar, «surgida tras el latrocinio Vaticano II», afirman irónicas. Apenas unos minutos después Ceacero se hacía ver en Belorado. Sólo cuatro segundos para pasar delante de los periodistas, pero acompañado de una sonrisa y un saludo a cámara. Está orgulloso de su papel.
Lo cierto es que la seguridad que muestran en lo comunicativo no se refleja ni en lenguaje ni en la solidez de los argumentos jurídicos que contiene su comunicado. Las religiosas explican una vez más que al haberse separado de la Iglesia, el Tribunal Eclesiástico «no tiene capacidad de jurisdicción sobre nosotros, para imponer 'penas espirituales' como lo es la farsa de la excomunión». Un argumento erróneo, tal y como explicó a ABC un experto canónico, con una pregunta retórica: «¿Quién tiene que juzgar según ellas una excomunión, un tribunal civil? Su pertenencia a la Iglesia y su pertenencia a la comunidad de clarisas están reguladas por el derecho canónico, por lo que su expulsión también depende de ello», añadió.
Las monjas señalan que en el manifiesto «por el que nos adherimos a la verdadera fe católica y nos separamos libre, voluntaria y decididamente de la 'iglesia conciliar'» es «fruto de una madura, meditada y consciente reflexión» y fue «refrendado por todas y firmado por nuestra madre abadesa». Una cuestión en la que insisten, el refrendo de toda la comunidad, pero que nunca han demostrado gráficamente. Que además queda en entredicho con la declaración de sor Amparo, la única religiosa que abandonó del convento en los primeros días, que sostiene que la mayor parte de la comunidad se enteró de las intenciones de la abadesa el domingo 12 de mayo por la tarde, cuando fueron citadas en el locutorio del monasterio para conocer a Rojas y les explicaron lo que iban a hacer a partir de aquel momento.
Sin embargo, las religiosas insisten en que «cualquier pena o sanción canónica impuesta por quienes no son obispos, ni válidos, ni legítimos, no tienen poder sobre las almas, carecen de efectividad y son nulas e írritas». Una afirmación que de nuevo choca con la realidad, pues en este tiempo monseñor Iceta ha sido reconocido por el Ministerio de Interior como legítimo representante de la comunidad, tras ser nombrado comisario pontificio, y los bancos han procedido a cambiar las firmas en las cuentas corrientes.
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