El circo clásico hace malabares para sobrevivir sin fieras
La futura ley de Bienestar Animal unificará las prohibiciones municipales y regionales que se han sucedido desde 2015. Sobre la pista ahora se ven nuevos números, animales domésticos o incluso en hologramas gigantes. «Los felinos eran de la familia, pero nos toca adaptarnos», dicen los artistas
Madrid
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Iniciar sesiónAún hoy hay familias que se acercan a las taquillas de los circos más tradicionales, esas carpas por las que desfilan payasos, trapecistas, malabaristas y antaño domadores, para preguntar si podrán ver leones, tigres o elefantes. Pero desde 2015, cuando Cataluña prohibió el uso de ... fieras en estos espectáculos, cada vez es más difícil ver animales sobre la pista. Las restricciones autonómicas (Islas Baleares, Galicia y Región de Murcia en 2017, La Rioja y Comunidad Valenciana en 2018, Aragón, Extremadura, Asturias y Navarra en 2019, Castilla la Mancha en 2020 y País Vasco en 2022) y municipales comenzaron a sucederse hasta el punto de que el 80% de la población española vive ya lugares libres de circos con animales salvajes, apunta Infocircos, una coalición de organizaciones dedicadas al bienestar de los mamíferos exóticos. El año pasado el Ministerio de Cultura eliminó además las subvenciones a circos con animales salvajes. El paso definitivo será la futura ley de Bienestar Animal impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, que sacará para siempre a las fieras de las carpas circenses.
A las familias que llevan toda la vida en este negocio itinerante les ha tocado, por tanto, renovarse o morir. «Hubo cierta resistencia, pero es que la reconversión de una actividad a la que te has dedicado toda la vida siempre es complicada», apunta Marta Merchán, coordinadora de Infocircos. En los últimos años, han desaparecido muchos espectáculos modestos, pero también gigantes como el Circo Americano o el Gran Circo Mundial, lamentan sus colegas. Incluso el circo Ringling, el más antiguo del mundo, cerró sus puertas en 2017, después de más de un siglo entreteniendo a los estadounidenses, aunque planea volver a lo largo de 2023.
Bajo esta máxima de adaptarse a los nuevos tiempos, clásicos como el circo Roncalli sustituyeron a los animales de carne y hueso por hologramas en 3D. En España, el Gran Circo Alaska también buscó en 2019 una solución tecnológica para prescindir de los animales.
«Forzado» por las sucesivas prohibiciones, el centenario circo Quirós, afincado en Madrid de noviembre a marzo, optó por cambiar en 2019 los grandes felinos por caballos, camellos.... «Quirós es con orgullo el único circo con animales. Y tiene éxito», explica su gerente, Nacho Pedrera. Pero la transición no fue sencilla. Y no solo por los manifestantes que en más de una ocasión han protestado en las taquillas o les han interrumpido la función. «Cada cuidador tuvo que buscarse la vida. El primer año, además, bajó bastante el nivel de público, pero ahora parece que la gente se ha acostumbrado. Este curso tenemos un poni, un burro, un loro, gatos y perros. A nivel de publicidad no es igual, pero al menos los niños ven animales«.
El alma del show
Las fieras que tenían, igual que las mascotas con las que trabajan actualmente, apunta, son un miembro más de la familia. Viajaban con las más de 80 personas que forman esta 'troupe' circense, que a partir de marzo se va de gira por toda España. «Han nacido en el circo y son entrenados con premios y cariño. No digo que no haya habido malos profesionales, pero no es el caso de los españoles», señala. En cada localidad a la que llegan, enumera Pedrera, tienen que someterse a inspecciones por parte del Seprona, el veterinario municipal y, en el caso de Madrid capital, la patrulla verde de la Policía Local. Todos viajan con sus cuidadores y tienen recintos al aire libre para descansar, insiste. «El maltrato es cero».
«Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, pero lógicamente lo hemos hecho con mucha pena»
Los animales, sostienen, forman parte de la esencia del circo tradicional. Matilde Muñoz, antigua contorsionista y esposa de Luis Quirós, uno de los directores de la compañía, aún recuerda con cariño la época en la que era 'chica elefante'. «Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, pero lógicamente lo hemos hecho con mucha pena, porque a los tigres y leones los tuvimos desde pequeños», rememora Muñoz, desde su caravana, llena de fotografías. Nació entre artistas y no imagina otra vida. De joven recorrió con su familia media Europa. «En contra de lo que muchos creen, a estos animales les gusta trabajar y el contacto con la gente, porque es a lo que están acostumbrados«.
Conoce bien las dificultades que conlleva tratar con grandes felinos. Su marido y su cuñado eran domadores de leones, y tuvieron algún que otro susto que llevó al último al hospital. Cuando jubilaron a sus leones, señala, los llevaron a un terreno que tenían en Murcia: «No puedes terminar y decir no los quiero, al menos nosotros no». Aunque un artista de circo toca todos los palos, sus hijos y sobrinos se han centrado en el trapecio, acrobacias, humor... «Y eso es lo que tenemos ahora. Hay que innovar».
Con un centro de rescate
Es el mismo mantra que repite Sarah Jane Macaggi, acróbata y directora artística del Circo Wonderland. Las disciplinas que trabajan son las mismas, cuenta, pero ahora, en lugar de presentar una sucesión de números, tratan de integrarlos en una historia. Algún año han hecho 'El libro de la selva' con artistas disfrazados. «La pérdida de los animales ha hecho que los circos tengan que renovarse y reforzar la parte artística. A nivel afluencia, el público ha bajado, porque muchos quieren ver lo que no ven en otro lugar», relata horas antes de una función que solo representan ya en Valencia en diciembre y enero.
Su vida ya no es itinerante, como cuando era niña. «Ahora todo es más complejo, el combustible es más caro, hay que pagar más tasas... Pero creo que tras el Covid la gente tiene más sensibilidad hacia el arte y valora más el riesgo y el sacrificio de nuestro trabajo. Creo que la gira podría volver a funcionar. Hay ganas de circo, incluso sin animales«, subraya Macaggi. Ha crecido entre fieras, aunque para ella era lo cotidiano, »como el niño que crece en una granja«. Algunos animales eran suyos y otros espectáculos se contrataban e intercambiaban, algo que era muy común.
En 2017 decidieron que, si tenían que prescindir de sus tigres y leones, lo mejor era que pasasen sus últimos días en un centro de rescate. «Fue una decisión que tomamos en común para actualizarnos y no tener problemas. No era agradable tener manifestantes en las taquillas y pensábamos que teníamos un buen 'show' incluso sin animales«, recuerda Macaggi, aún dolida con aquellos que les tachan de maltratadores o les acusaban de drogar a los animales. Para ellos, subraya, separarse de sus felinos ha sido »doloroso«. »Yo era la primera que sentía que tuvieran que vivir en una jaula. Creo que deben estar en su hábitat, pero la forma en la que se ha hecho esta transición no ha sido la adecuada; ha sido demasiado drástica«.
«Una decisión valilente»
La donación de Wonderland, explican desde APP Primadomus, un centro de rescate de grandes mamíferos, ha sido la mayor que han recibido de un circo. «La logística fue compleja, pero hubo una colaboración muy estrecha con el circo. Tomaron una decisión muy valiente; porque podrían haberlos vendido o cederlos a otros circos y sacar rédito económico«, sostiene Pablo Delgado, responsable del área de grandes felinos de la organización. Los más viejitos, cuenta este especialista, pasaron sus últimos días en su centro de Alicante -donde a lo largo de los últimos años han recibido quince animales procedentes de circos españoles y 24 más donados por compañías europeas-, pero otros fueron llevados a The Wildheart Animal Sanctuary, un gran refugio de la Isla de White (Reino Unido).
En general, resume Delgado, los animales de circo suelen llegar con un nivel de bienestar «comprometido» debido a su vida en cautividad, aunque los peores casos provienen de compañías extranjeras. «Nosotros intentamos que ganen peso, los estimulamos y rehabilitamos mentalmente, porque suelen estar estresados. Después los resocializamos y finalmente los reubicamos en otros refugios definitivos para dejar espacio a otros animales rescatados«, puntualiza Delgado, que señala que, actualmente, la mayoría de animales que les llegan han sido confiscados por el Seprona a particulares.
«Muchos circos han asimilado también que todas las prohibiciones respondían a una demanda social mayor«, reflexiona Merchán. Renovarse para sobrevivir, pese a todo.
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