China construye la mayor planta del mundo para transformar dióxido de carbono en combustible

El metanol, también conocido como alcohol de madera, es un líquido generado en su fórmula habitual a partir de carbón o gas natural y empleado para la producción de plásticos. El complejo instalado en Anyang, por contra, capturará 160.000 toneladas anuales de CO2 obteniendo a cambio 110.000 de metanol. Esto supondrá una reducción de emisiones tanto al principio como al final de la cadena de consumo: todo ese CO2 que no llegará a la atmósfera se convertirá, además, en un combustible menos contaminante que el metanol tradicional. Los cálculos estiman que la planta evitará en conjunto la emisión de 500.000 toneladas de CO2.

China produce y consume el 60% del metanol mundial. Sin embargo, dicho complejo industrial empleará la tecnología «Emisiones a Líquidos» (ETL, por sus siglas en inglés), desarrollada en exclusiva por la islandesa Carbon Recycling International (CRI). Esta empresa mantiene íntimos lazos con el gigante asiático desde que en 2015 recibiera el apoyo financiero de la automotriz china Geely, accionista mayoritaria de casas históricas como Volvo y Mercedes-Benz, y una de las firmas líderes a nivel global en la manufactura de vehículos propulsados con energías alternativas.

Por este motivo, el proyecto «ejemplifica a la perfección lo que China quiere decir cuando afirma en documentos oficiales que busca cooperación internacional para llevar a cabo un desarrollo de alta calidad y bajo en emisiones», defiende Cory Combs, director asociado de la consultora Trivium China. CRI ya construye una segunda planta en el país, la cual estará operativa en la segunda mitad del año que viene.

«La continua innovación de China en materia de captura de carbono es vital a largo plazo. Con toda probabilidad, la neutralidad global de carbono, requerida antes de 2050 para mantener el aumento de la temperatura media por debajo de 1,5 grados, exigirá un desarrollo significativo de esta tecnología», añade el experto. «No obstante, la captura de carbono sigue siendo a día de hoy increíblemente costosa y ofrece pocas oportunidades de generar ingresos comerciales. Aplicaciones innovadoras, como la planta de Anyang, pueden dar un impulso a esta cuestión».

China se ha marcado como objetivos climáticos alcanzar el pico de emisiones para 2030 y la neutralidad de carbono para 2060. Como parte de ese esfuerzo, el país domina la infraestructura de energías renovables, también en la industria del motor, donde el metanol juega un papel secundario que pronto podría ir a más.

Siete millones de automóviles emplean hoy este combustible en China, de acuerdo a cifras del Instituto del Metanol, lo que representa un 5% del parque nacional de gasolina. Estos coches emiten un 26% menos de CO2 que los convencionales, incluso cuando recurren a metanol producido a partir de carbón. El metanol renovable, por su parte, reduce las emisiones de CO2 en un 95%, las de óxido de nitrógeno en un 80% y elimina las de óxido de azufre.

El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información adelantó el pasado mes de septiembre que trataría de «acelerar la popularización» de estos automóviles. Combs, empero, opina que su adopción no resultará masiva. «Los coches eléctricos con baterías de iones de litio seguirán dominando el segmento de los vehículos comerciales ligeros, con un pequeño espacio hipotético para aquellos propulsados por pilas de hidrógeno dependiendo de la evolución de sus proyectos piloto», apunta. «Para el segmento de vehículos pesados y trenes de mercancías, en el que las baterías son menos viables, el metanol también desempeña un rol secundario frente al hidrógeno verde y otras alternativas». Ahora bien, «todo puede cambiar con unos pocos años de innovación», concluye.

China, mientras tanto, ha reiterado durante el COP27 celebrado estos días en Sharm el-Shei sus compromisos climáticos, así como su apuesta por el multilateralismo y la cooperación para alcanzarlos. «No importa cuánto cambie el ambiente externo y cuándos desafíos afrontemos, China tiene la firme determinación de hacer realidad esta visión de la neutralidad de carbono», afirmó Xie Zenhua, enviado especial a la cumbre.

Sin embargo, su homólogo estadounidense John Kerry ha asegurado que las conversaciones entre las dos potencias permanecen paralizadas, después de que «una importante sesión negociadora» fuera cancelada por el gigante asiático en respuesta a la histórica visita oficial a Taiwán de Nancy Pelosi este verano.

Xie ha culpado del bloqueo a EE.UU., pues el viaje de la presidenta de la Cámara de Representantes, la mayor autoridad en un cuarto de siglo en pisar una isla que el régimen considera una «provincia rebelde» y nunca ha renunciado a someter por la fuerza, «hirió los sentimientos del pueblo chino». «EE.UU. cerró la puerta por completo. (...) Somos nosotros, China, quienes estamos tratando de abrirla». Si por casualidad esa puerta acaba estando en Sharm el-She, no sería mala idea que una ventana diera a Anyang.