Del cayuco al diván: se duplican los inmigrantes tratados por su salud mental tras la pandemia
Cruz Roja analiza por primera vez el estado en que llegan a España: un 60% lo hace con ataques de ansiedad e insomnio
Una muralla de ahogados se levanta entre África y Europa
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Iniciar sesiónDel estado físico en que llegan los inmigrantes metidos en un cayuco tras días en el mar se da buena cuenta en cada emergencia entre el personal de acogida de Cruz Roja en las costas. Quemaduras por el combustible y pérdidas del motor, asfixia, ... agotamiento extremo... y en muchas ocasiones, tienen que afrontar la pérdida de un miembro de su organismo. Eso acarrea un golpe mental del que tienen que recomponerse en pleno viaje. Esto, de lo que pocas veces se habla, es lo que afirman, entre otros, Carolina Zanolla, psicóloga del programa de Atención a personas refugiadas de Cruz Roja en Málaga e investigadora del primer informe que se realiza sobre el impacto en la salud mental que tiene el tránsito migratorio.
Una muralla de ahogados se levanta entre África y Europa
Érika MontañésSon los muertos sin nombre del Atlántico y el Mediterráneo, miles de personas que embarcan en una patera y nunca arriban a puerto. Hay un océano de fallecidos cuyas familias rastrean. Dicen que uno no desaparece mientras alguien los busca. Un proyecto pionero de Cruz Roja quiere ponerles relato
La muestra seleccionada no es pequeña: se ha analizado a 1.025 personas llegadas a las costas españolas –tercera vía de entrada masiva a Europa– tratadas por 123 médicos, psicólogos y voluntarios que son los autores de este análisis elaborado por Cruz Roja y que se presenta hoy.
De esos 1.025 inmigrantes se ha extraído la conclusión de que hay disparadores de la tensión emocional que acumulan en cada etapa de su travesía: un 60% padecen ataques de ansiedad, estrés crónico (54%) e insomnio (el 45%). Lo hacen tanto a su llegada como semanas después de ella. Pero, además, hay circunstancias que agravan el empeoramiento de su salud mental: un 23% huyen perseguidos políticamente, otro 23% salen por conflictos armados y por eso solicitan protección internacional en un país donde la barrera idiomática los paraliza. Tanto esas circunstancias de partida y también lo que se encuentran en el camino perjudica seriamente cómo llegan. La mayoría ha atravesado en su viaje desventuras como violaciones, maltratos, estafas y palizas.
Zanolla describe: «Perderlo todo no solo hace referencia a los bienes que se ha tardado una vida en construir. La pérdida se centra en el hogar, el sentido de pertenencia, la vida en comunidad y la tierra. La mayoría afrontan dificultades en viajes peligrosos que implican elevados riesgos para su salud mental. El estrés que experimentan es permanente. Muchas de sus respuestas al estrés son adaptativas, son reacciones «normales» ante situaciones «anormales», hostiles y extremas». Acumulan una mochila muy pesada para su salud mental que, una vez en suelo español, estalla. En el informe se da cuenta de cómo entre noviembre de 2021 y este mes de septiembre, las derivaciones a los hospitales se han multiplicado por dos solamente en lo que respecta a su salud mental respecto a tiempos prepandémicos. Si en 2020 eran un 10% las derivaciones a atención primaria y salud mental, «el Covid y el agravamiento de las condiciones en tránsito y frontera han provocado un empeoramiento de su afectación clínica y psicosocial». La tendencia es creciente y en la actualidad el 22% de los inmigrantes llegados a la frontera sur y azul son derivados a los servicios públicos de salud mental del sistema nacional de salud«, recoge.
La frontera sur es la costa andaluza y azul es porque la inmensa mayoría llega de forma masiva por vía marítima de modo irregular. Para este trabajo de 72 páginas que recibirá el ministerio de José Luis Escrivá, la organización humanitaria ha tomado como referencia la denominada ruta del Alborán, que conecta las costas rifeñas de Nador y Alhucemas con Almería, Granada y Málaga, junto con la ruta del Estrecho.
En el informe (que lleva por título 'Atravesando fronteras, abriendo puertas, cerrando heridas'), en el que también ha participado Rosario García, presidenta de Cruz Roja en Andalucía, se comunica que en algunas provincias andaluzas se tarda de dos a tres meses hasta que se los somete a una primera evaluación psiquiátrica. De las 1.025 personas se solicitaron nueve plazas en centros de acogida por necesidades específicas de salud mental (esquizofrenia, trastorno bipolar...), de las cuales solo dos fueron aceptadas.
El duelo migratorio y el miedo
Afrontar el duelo migratorio, que sufren un 80% de estas personas que salen de sus países, es el indicador de riesgo que más se repite para hacer de un inmigrante una persona muy frágil. Este duelo significa la pérdida de todas las cosas queridas y también el miedo que les invade en el presente. Explican los autores que «deben adaptarse a lo desconocido, por un lado y por otro, a la elaboración del duelo de las experiencias pasadas». La migración forzosa trastoca todas las parcelas de la vida individual y familiar y requiere un enorme esfuerzo de adaptación, infieren.
«Soy de Brasil, soy gay, necesitaba cambiar de vida. Mi país parece precioso, de fiesta, pero los homosexuales no están seguros»
Igor Santiago
Brasileño de 30 años, inmigrante en España
Ejemplo de todo ello es Igor Santiago, un brasileño de 30 años que conseguirá en un mes el permiso de trabajo aquí. En su caso, fue su homosexualidad el detonante que lo animó a irse de Brasil, «un país de fiesta donde los homosexuales no estamos seguros». Igor no esconde lo difícil que fue permanecer en un centro de acogida por meses: «Vivía llorando. No pensaba que mi vida de inmigrante iba a ser así. En Brasil, cuando estaba de bajón, cocinaba, pero aquí ni siquiera tenía acceso a una cocina. Acabé reciclándome, metido y escribo un libro de cómo ser refugiado«.
Ser mujer, un factor de riesgo
«El género y la orientación sexual son dos claros factores de riesgo» entre los inmigrantes. Las mujeres migradas «sufren una serie de características que suman a la discriminación», sostiene el trabajo de Cruz Roja. El 68% de los inmigrantes que conforman la muestra de este estudio habían padecido todo tipo de violencias; la inmensa mayoría, mujeres. Muchas huyen sin rostro de una vida de maltrato y se encuentran con que ese es un factor de vulnerabilidad que acabará conduciéndolas a más violencia de género en este país. Algunas confiesan que no quieren dejar a sus maridos por temor a perder a sus hijos, ni denunciarlos. Se les comunica que en la legislación española si los denuncian consiguen un permiso de residencia temporal hasta que hay una sentencia condenatoria y, de haberla, será permanente. Tal y como indicó la última Memoria de la Fiscalía General del Estado, las extranjeras representan un tercio del total de víctimas de violencia machista, lo que en términos relativos, si se mira el volumen de población, supone más extranjeras que españolas.
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El informe responde a dos preguntas: ¿a qué se pueden aferrar estas personas como palancas de protección? Un 22% responde que al apoyo familiar, casi el mismo porcentaje a conseguir un empleo; la posibilidad de practicar su religión y creencias figura en tercer lugar.
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