Qué causa las turbulencias y cómo actuar ante ellas: «Los aviones están preparados para pasarlas y no caer»

Personas volando, atrapadas en el techo, maleteros abiertos, pasajeros ayudando a salir a otros pasajeros u otros siendo sacados de la nave en camilla… esas son las imágenes que ha dejado el episodio de turbulencias de este lunes, con el que se consiguió desatar el pánico en el interior del avión. A bordo iban 325 personas, de las que más de una treintena quedaron afectadas directamente por ello.

«Las turbulencias son movimientos irregulares del aire que resulta de remolinos y corrientes verticales»: la doctora en Físicas y meteoróloga de 'eltiempo.es' Mar Gómez explica que según el agente que lo inicia y la estabilidad del aire, estos fenómenos tienen distintos grados, pueden ser ligeras, moderadas, severas o extremas.

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Rocío Mendoza

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Además, también las hace diferentes el factor que las produzca. Así, pueden ser mecánicas, cuando llegan por la fricción del aire con el terreno irregular o los obstáculos; térmicas o convectivas, más habituales en verano, cuando el sol calienta la superficie de la tierra de manera desigual; o frontales, «por el levantamiento del aire caliente por la superficie frontal inclinada y la fricción entre las dos masas de aire opuestas».

Por zonas, también son más frecuentes en unas regiones del mundo que en otras, «como cerca de montañas, en las proximidades de la corriente en chorro, en días con tormentas y frentes atmosféricos o cerca de aeropuertos cercanos a zonas urbanas», detalla a este periódico la meteoróloga de 'eltiempo.es'.

Aunque últimamente se está informando de más episodios de turbulencias, una de las razones que justifica este aumento de noticias puede ser simplemente el hecho de que hay más recursos para que los propios afectados graven y lancen posteriormente las imágenes. No quiere decir necesariamente que se estén produciendo más.

De hecho, el órgano regulador de la aviación en Estados Unidos, FAA por sus siglas en inglés, ha documentado los casos de heridos «seriamente» por episodios de este fenómeno entre 2009 y 2022, a nivel de ese país. Según esos datos no se concluye un aumento de estas turbulencias, ya que es precisamente el año de partida, ese 2009, el que más afectados recoge, 18. La tendencia no es ni ascendente ni descendente, sino que simplemente hay años en los que baja de manera significativa, mientras que otros se mantiene o sube.

Cuando se produce un episodio de turbulencias, que según Gómez pueden tener una duración «de pocos segundos a pocos minutos», la tripulación que va a bordo del avión activa los mecanismos para que pase con la máxima seguridad posible.

«Al empezarse a notar que existe la probabilidad de turbulencias, se repiten más de lo normal los avisos, se encienden las luces y la tripulación comprueba que los pasajeros van debidamente sentados con el cinturón y sus pertenencias guardadas correctamente», explica Carlos San José en conversación con ABC. El decano del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC) detalla que, aunque se pueden evitar la mayoría de estos episodios –«en el 99,9% de los vuelos no hay»–, hay veces en las que no se pueden prever. Se trata de las turbulencias en aire claro. «Son muy peligrosas», explica la meteoróloga Gómez, que añade que se dan «en cielos despejados, sin presencia de nubes».

«Son prácticamente indetectables», aporta San José, que indica que la única manera de hacerlo sería a través del aviso de un avión que haya pasado antes y haya alertado. «Pero te las puedes encontrar en cualquier momento, no se pueden ver ni evitar», completa. En la misma línea, Gómez afirma que estos episodios, además, no se detectan fácilmente por los radares meteorológicos estándar.

Para mantener la seguridad una vez que se producen estas turbulencias, desde el Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC) hacen especial hincapié en la necesidad de cumplir las normas. «Es importante llevar el cinturón puesto y las pertenencias correctamente guardadas», expresa Carlos San José. El decano del COPAC añade además que no se trata solo de poner el foco en la seguridad de cada uno, sino de la importancia de no hacer daño a terceros. «Hay que ser más disciplinado y no perder el respeto», dice, mientras recuerda la posibilidad de que si una persona no está correctamente amarrada y sale despedida, puede caer sobre otra y dañarla o que ocurra lo propio con una maleta u objeto similar.

San José compara los efectos del cinturón de seguridad de los aviones con el del coche, que se ha comprobado «que salva cientos de miles de vidas». «Su razón de ser es que las personas no salgan disparadas. No te excluyen del accidente, pero sí evitan daños», añade.

El piloto insiste en que episodios como los que se están viendo últimamente no tienen que conllevar en que surja el miedo a volar. Así, recuerda que la tripulación del vuelo antes de salir, realiza un estudio de rutas y de otros factores como la meteorología, con el fin de evitar aquellas turbulencias que se puede. «Los aviones están preparados para pasar por turbulencias y no caer», expresa San José, que durante varios momentos de la conversación insiste en la necesidad de que los viajeros sigan las instrucciones de la tripulación. «Ellos no están acostumbrados, pero nosotros sí tenemos formación para garantizar la seguridad, por eso debe seguir las instrucciones y por eso se dice y se repite que estén en sus asientos».

En ocasiones, como la última que ha trascendido, se toma la decisión de realizar un desvío de ruta e incluso un aterrizaje de emergencia. «Esto depende de varios factores», indica San José, que añade que uno de ellos es el hecho de que haya heridos a los que atender. «Se evalúa la situación y en función de eso se actúa, para garantizar la seguridad del vuelo».

Por el contrario, cuando se trata de episodios previsibles, como en el caso de una tormenta, es posible esquivarla para no entrar en ella y así evitar turbulencias.

Una de las hipótesis del origen de los actuales episodios de turbulencias es el cambio climático. Eso ha concluido un estudio publicado en 'Geophysical Research Letters', que afirma que el aire más cálido debido a las emisiones de CO2 está aumentando la cizalladura del viento en las corrientes en chorro, fortaleciendo la turbulencia de aire claro en todo el mundo.

También se posiciona en esa línea Mar Gómez, de 'el tiempo.es'. «Sí, puede existir una relación», dice esta meteoróloga, que justifica su respuesta, además de en los puntos que menciona el citado estudio, en que este cambio climático «puede exacerbar los fenómenos meteorológicos extremos y fenómenos convectivos que podrían estar vinculados con la generación de turbulencias».