Carola García Vinuesa, la genetista española que ha demostrado la inocencia de una madre acusada de matar a sus cuatro hijos

Experta en enfermedades del sistema inmune, es miembro de la Royal Society, una de las sociedades científicas más antiguas de Europa

La Justicia australiana indulta a una mujer acusada de matar a sus cuatro hijos tras pasar 20 años en prisión

Carola García Vinuesa (izquierda) y Kathleen Folbigg, la madre acusada de asesinar a sus cuatro hijos ABC

El primer bebé del matrimonio Folbigg, Caleb, nació en 1989. Llegó tras un parto traumático y murió a los 19 días mientras dormía. Su segundo hijo, Patrick, tenía cuatro meses de edad cuando sufrió un problema de salud potencialmente mortal que le llevó al hospital ... y falleció con solo ocho meses de edad durante una crisis epiléptica.

La desgracia no desanimó a Kathleen Folbigg que volvió a intentar la maternidad. En 1992 dio a luz a Sarah, que a los diez meses desarrolló una infección respiratoria y murió también mientras dormía. Laura, su última bebé, falleció a los 18 meses a causa de una miocarditis.

Tantas a muertes a su alrededor no podían ser casuales, al menos a los ojos del sistema judicial australiano y Kathleen Folbigg terminó en prisión en 2003 acusada de asesinar a sus cuatro hijos y como una de las mayores asesinas en serie del país. Ahora la Justicia de Australia acaba de exonerarla tras reconocer que en el origen de esas muertes tan sospechosas no había ningún instinto asesino. En realidad, sus hijos habían heredado una mutación genética que provoca arritmias letales.

La genetista española, la gaditana Carola García Vinuesa fue el alma de esa investigación científica que ha acabado con final feliz, tras exonerar a una inocente y evitar uno de los peores errores judiciales de la historia. Vinuesa no es solo la protagonista de esta historia, sino una científica reconocida internacionalmente que es miembro de la prestigiosa Royal Society, una de las sociedades científicas más antiguas del Reino Unido y a la que han pertenecido genios como Isaac Newton o Einstein.

La investigadora española no se limitó a hacer un peritaje técnico. Sospechó una posible injusticia y se involucró hasta la médula. Lo suyo era la investigación de las enfermedades raras y complejas y estaba entonces en Australia, donde era investigadora principal del Centro de Inmunología Personalizada de Australia que ayudó a fundar.

Cuentan que su experiencia como madre de dos niñas también le impulsó a buscar justicia para Kathleen Folbigg y demostrar que dos de los cuatro bebés tenían una rara mutación genética que podía causar su muerte súbita.

García Vinuesa involucró a más de 90 científicos, entre ellos dos premios Nobel que apoyaron su trabajo para reabrir el caso en Australia. El indulto ha llegado después de que el fiscal general de Nueva Gales del Sur, Michael Daley, reconociera que había «dudas razonables» sobre su culpabilidad.

La investigadora española lleva años acaparando notoriedad internacional por este caso, pero su prestigio científico se ha ido tejiendo con avances en enfermedades autoinmunes que son menos mediáticas. Por ejemplo, gracias a sus trabajos, el lupus hoy es una enfermedad menos misteriosa y se conocen genes implicados en su aparición.

El lupus de Gabriela

El descubrimiento fue posible también gracias a una paciente especial: Gabriela, una niña española a la que se le diagnosticó lupus cuando solo tenía siete años. El equipo de Vinuesa secuenció el genoma completo de Gabriela y halló una mutación en un único gen llamado TLR7. Después desarrollaron una estirpe de ratones con esa mutación, a la que bautizaron Kika por el peluche de Gabriela y todos los roedores enfermaron de lupus.

Tras este paso no puede afirmarse que el lupus sea hereditario, pero se sabe que hay genes alterados que pueden estar implicados en su aparición.

García Vinuesa no ha abandonado el Centro de Inmunología Personalizada de Australia, pero desde hace meses dirige también su propio laboratorio en el Instituto Francis Crick de Londres. El Reino Unido no solo la ha fichado, sino que le ha otorgado uno de los mayores honores para un científico: su ingreso en la Royal Society.

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