Carlos III, el Rey que tuvo el privilegio de despedirse del Papa

La audiencia de Francisco al monarca anglicano en el 20 aniversario de su boda fue la última a un jefe de Estado

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Carlos de Inglaterra y Camila con el Papa Francisco el pasado 9 de abril FAMILIA REAL BRITÁNICA

Cristina Muñoz Osuna

El pasado 9 de abril se cumplieron veinte años de la boda de Carlos y Camila y los Reyes quisieron celebrarlo con el Papa Francisco en el Vaticano. Si hace dos décadas Carlos de Inglaterra tuvo que retrasar su segundo matrimonio un día, ... del 8 al 9 de abril, por la muerte de Juan Pablo II, la primera visita oficial como jefe de Estado a la Santa Sede, preparada para que coincidiera con este aniversario tan relevante de su biografía, tuvo que ser pospuesta sine die por la delicada salud del Pontífice. Pero el monarca deseaba ver a Francisco y aunque no iba a ser recibido con los honores de una visita de Estado, no quiso dejar Italia sin pasar por la residencia de Santa Marta. La audiencia del Papa al Rey anglicano fue la última a un jefe de Estado y ambos sabían que esta era también su despedida.

Carlos y Camila «están profundamente entristecidos por la muerte del Papa Francisco». «La Reina y yo -dice el comunicado de Buckingham Palace- recordamos con especial cariño nuestros encuentros con Su Santidad a lo largo de los años y nos conmovió profundamente haber podido visitarlo a principios de este mes». Para Carlos III, «Su Santidad será recordado por su compasión, su preocupación por la unidad de la Iglesia y su incansable compromiso con las causas comunes de toda la gente de fe».

El arzobispo de York, Stephen Cottrell, que ejerce como decano de los obispos de la Iglesia Anglicana tras la renuncia del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, se ha referido al Papa como «un hombre santo de Dios» y añadía que «toda su vida y ministerio ha estado centrado en Jesús que viene no para ser servido sino para servir»; precisamente este es el lema del reinado de Carlos III que hizo explícito en su coronación.

En su veinte aniversario de boda

El profesor de Teología y Estudios religiosos de King's College London, George Gross, nos comenta que «el carácter privado de la visita y la fragilidad de la salud del Papa acentuaron la importancia del encuentro». También la visita de Estado «tenía un gran simbolismo ya que se celebraba en el Año Jubilar 2025, un año especial para la Iglesia Católica Romana. Además, para el Rey y la Reina Camila, tenía también una dimensión personal con motivo de su veinte aniversario de boda».

Justo el año en el que católicos de todo el mundo peregrinan al Vaticano para obtener la indulgencia plenaria, parecía como si los Reyes de Inglaterra hubieran querido borrar de su alma toda huella de pecado, emulando así a los que viajaban a la tumba de San Pedro desde la Edad Media, aunque al romper con Roma Enrique VIII prohibió las peregrinaciones.

Valora su autoridad moral

Los católicos de Reino Unido tienen un sentimiento de «dolor y a la vez de alegría porque ha fallecido un hombre fiel a su misión», nos comenta Joseph Evans, sacerdote católico y capellán de Grandpont House en Oxford. Si cuando falleció Isabel II se celebraron miles de misas católicas por todo Reino Unido «porque aquí la Reina Isabel era adorada», ahora duda que se rece igualmente por la muerte del Papa Francisco. Como señal de respeto las banderas han ondeado a media asta durante un día, nada especial; simplemente es el protocolo que se sigue cuando fallece un jefe de Estado extranjero.

En relación con la visita al Sumo Pontífice, que tuvo lugar doce días antes de su fallecimiento, Evans asegura que «aunque hay gente que quiere hacerse la foto con el Papa porque tiene prestigio, en el caso del Rey Carlos fue a visitarlo porque valora su autoridad moral». Como afirma este experto en literatura francesa y portuguesa, que viste sotana negra y alzacuellos blanco, «ha sido una muestra de las buenas relaciones entre la Iglesia Anglicana y la Católica, a las que el monarca ha contribuido».

Había tanta cordialidad entre ambos que, durante la visita de Estado, el monarca iba a entrar en la Capilla Sixtina con el coro de su Capilla Real, la de San Jorge del Castillo de Windsor, que cantó en el servicio de acción de gracias el día de su boda. La historia se escribe con imágenes y ya no podremos contemplar la estampa de un Rey anglicano con su esposa sentados junto al Pontífice católico, en el lugar donde se reunirán los cardenales para elegir al próximo Papa bajo el simbólico 'Juicio final' de Miguel Ángel.

«It's all smoke and mirrors»

A pesar de la dificultad que tenía el Papa para hablar, los veinte minutos de charla informal que mantuvieron Carlos y Camila con Francisco, uno por cada año de casados, darían para mucho. Aunque lo privado es secreto y hablar de política, religión o salud siempre ha sido de mala educación, como amigos se habrían puesto al día. Quizás Carlos, doce años más joven, le habrá confesado cómo está evolucionando su enfermedad.

Recientemente tuvo que ir al hospital por los efectos secundarios de su tratamiento contra el cáncer mientras que a Francisco ya le quedaban pocos días de vida después de cinco semanas ingresado en el Gemelli debido a una neumonía que anticipaba un posible fallo multiorgánico. Durante una de las tradicionales visitas del Rey en Semana Santa, en esta ocasión a la Catedral de Durham, cuando una señora entre el público le dijo que se le veía muy bien, Carlos le respondió «it ́s all smoke and mirrors» porque el humo es una forma de tapar la realidad y no todo es lo que parece.

Los líderes de las Iglesias Católica y Anglicana quizás conversaron de las guerras de Ucrania y Gaza o de los cristianos perseguidos. El deán de la Catedral católica San Juan Evangelista de Manchester, Michael Jones, nos dice que también «habrían abordado temas como el medio ambiente, por el que tanto el Papa Francisco como el Rey Carlos han mostrado siempre un gran interés». El monarca ha sido pionero en el cuidado del planeta y lleva toda la vida luchando contra el cambio climático mientras que el Santo Padre dedicó la Encíclica Laudato Si y un documento posterior Laudato Deum a la necesidad urgente de «cuidar nuestra casa común», llegando a decir que «el mundo se desmorona». Precisamente «Cuidar la creación» iba a ser el eje del servicio ecuménico que no se pudo celebrar en la Capilla Sixtina.

La bendición a su matrimonio

Tras la visita, la familia real publicó en la red social X que «el Rey y la Reina estaban profundamente conmovidos por los amables comentarios del Papa sobre su veinte aniversario de boda». Están emocionados porque es como si el Santo Padre hubiera bendecido su matrimonio. Con el paso de los siglos un Gobernador Supremo de la Iglesia Anglicana, casado con una divorciada, ha recibido y ha agradecido las felicitaciones de un Pontífice por su matrimonio. En la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, el Papa Francisco se hacía cargo de las situaciones de fragilidad e imperfección, evitando considerar las leyes morales «como piedras que se lanzan sobre la vida de las personas».

El Pontífice «no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio». Para Francisco, «nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio», mostrando así que «la misericordia de Dios es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia», evitando los juicios que no tienen en cuenta la complejidad de las diversas situaciones.

Para Gross «los deseos del Papa por el aniversario de bodas del Rey y la Reina forman parte de un contexto de valores compartidos e inclusividad y representan parte de su obsequio con motivo de la coronación».

Una foto que ha pasado a la Historia

En la única imagen que difundió la Santa Sede de la reunión, Francisco está sentado en un sillón de su salita porque ni siquiera pudo levantarse para hacerse una foto que ya ha pasado a la Historia. Por su parte Carlos, de pie, con el rostro bajado y su cabello blanco bien conservado, lo mira con una sonrisa amable y estática, de enfermo a enfermo, con traje negro como quien se viste de luto. La caja roja que sujeta con firmeza en su mano izquierda, del color litúrgico de la Semana Santa, es el regalo definitivo que le trae a su amigo Francisco; debe ser algo especial porque lo mantiene pegado a su cuerpo. Podría ser una reliquia, ya que como dice el padre Evans «algunos anglicanos siguen venerando a los santos». Aunque ningún objeto sagrado podría igualar a la astilla de la cruz de Cristo, regalo del Pontífice con motivo de su coronación y que el soberano colocó en la cruz de guía que abrió la magna procesión en la Abadía de Westminster; una muestra de comunión.

Mientras, la Reina Camila aparece dulcemente inclinada, con su sonrisa, estrechándole la mano adornada con la pulsera que lleva a diario, una cadena fina con pequeñas cruces de esmalte azul turquesa. Si por la mañana iba vestida de blanco, aunque no era el traje que llevó en su boda, para ir a verlo se puso un vestido negro, de manga francesa que dejaba ver las crucecitas de su pulsera. En la anterior visita hace ocho años, cuando su marido aún era Príncipe de Gales, Camila eligió el color beis, a tono con el hábito piano del Pontífice, con un foulard que evocaba a la estola de un sacerdote. Para entonces el protocolo del Vaticano ya se estaba relajando pues para Francisco lo pastoral siempre ha estado por encima de las formas. Hasta Isabel II cambió el negro y el velo de las primeras audiencias por el celeste, más acorde con los nuevos tiempos. Camila, como Reina anglicana que no se despega de la tradición, ha elegido ir de negro, resaltando la importancia del momento porque sabía que ese iba a ser el último encuentro.

El Pontífice mira al Rey con los ojos muy abiertos, cual anciano postrado que busca que le entiendan bien su último mensaje: «allá donde vayas, que seas siempre un hombre de paz» fue lo que le pidió en la audiencia de 2017. Carlos y Camila han tenido el privilegio de llegar a tiempo.

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