La cara 'b' de los 'influencers': polémicas e hipocresía como forma de ganarse la vida

Acudir a festivales, comer o viajar gratis no son ya las únicas maneras de sacar tajada para los reyes de las redes sociales, que han hecho del escándalo otra forma de lograr más repercusión y dinero

La cara más amarga de ser 'influencer': Dulceida relata las terribles amenazas que recibe a diario

Los creadores de contenido en redes sociales Dulceida (izquierda) y Borja Escalante (derecha) ABC

Javier Palomo

Las empanadillas caseras 'made in Vigo' fueron lo que despertaron la curiosidad del 'influencer' Borja Escalona, que no dudó en probar en directo para su canal de Twitch la especialidad de 'A tapa do barril'. De lo que él no era consciente es de ... que esa empanadilla le saldría muy cara, no por precio, valía apenas dos euros, sino porque supondría el final de su carrera en internet.

«¿Qué quieres que te pague esto? Yo no pago, yo como gratis, te lo he dicho antes de meterme la empanadilla en la boca, si te pago lo que os va a llegar es una factura de 2.500 euros por la promoción que os acabo de hacer»

Borja Escalante

«¿Que quieres que te pague esto? Yo no pago, yo como gratis, te lo he dicho antes de meterme la empanadilla en la boca, si te pago lo que os va a llegar es una factura de 2.500 euros por la promoción que os acabo de hacer». Así reaccionó, amenazando a la camarera, cuando le advirtió de que no podía marcharse sin pagar antes. Mientras se sucedía la discusión, las imágenes circularon por las redes sociales y Borja Escalona ya estaba en boca de todos. Ya estaba servida la polémica del verano.

Esta no es la primera vez que el 'youtuber' se viraliza, lleva más de un año sirviéndose de ser, como él mismo proclama, «maleducado, insistente, provocador y polémico» para generar situaciones que, en cámara, puedan parecer graciosas y ganarse con ellas unas cuantas visualizaciones.

Cualquiera podía entrar a su canal de YouTube y encontrar un repertorio de vídeos donde se colaba en estadios de fútbol, amenazaba a otros creadores de contenido o intentaba comer gratis. Su tónica habitual era no pagar por ningún servicio a cambio del compromiso de promocionar los negocios en sus vídeos. Lo hacía sin un acuerdo previo entre las partes, por lo que era habitual que su actuación provocara conflicto.

De aquí surge el detonante, el incidente de la empanadilla en Vigo de la semana pasada, que le ha llevado al escarnio público y a recibir una denuncia por parte de la dueña del restaurante, Ana Terzado, que aseguraba que no iba a consentir que Escalona viviera «del cachondeo y de reírse de la gente, de reírse de los 'youtubers', 'influencers' y camareros que hacen bien su trabajo». El paso de Escalona por Vigo ha mostrado una forma de creación de contenido que, pese a ser rentable, tiene su riesgo, y es que los usuarios de las redes sociales ya no permiten que los que viven de la polémica publiquen sin consecuencias.

Hace un año, en marzo de 2021, el 'youtuber' fue detenido en Madrid tras arrojar una maquinilla de afeitar a una anciana en mitad de la céntrica plaza de la Puerta del Sol.

En el vídeo, que subió él mismo a su canal de YouTube, se podía ver como Escalona abordaba e insistía a un joven para que participara en su juego. La idea, que se rapara todo el pelo de la cabeza. El chico rechazaba colaborar y, debido a la insistencia y acoso que estaba recibiendo, acababa dando un golpe a la maquinilla, que se rompía en el suelo. Escalona reaccionaba increpando al joven y reclamando que se la pagara, hasta que, en un violento arranque, le arrojaba la maquinilla, que golpeaba a otra mujer, abriéndole la cabeza y provocando que acudiera la Policía y se llevara a Escalona arrestado. De todo este incidente, el 'youtuber' sacó un beneficio económico.

Noche en el calabozo

Tras pasar la noche en el calabozo publicó un vídeo donde criticaba el procedimiento de los agentes. Un viandante acosado, una mujer agredida y Escalona publicó un segundo vídeo, logrando su objetivo: ganar visualizaciones, más de 30.000 suscriptores nuevos y dinero a costa del encontronazo. Escalona no perdió nada con la polémica y, en cambio, ganó repercusión.

Borja Escalante fue arrestado por la Policía ABC

Tras lo sucedido en Vigo y con el historial de Escalona, lleno de polémicas, denuncias y enfrentamientos, los usuarios de la web ForoCoches se pusieron de acuerdo para tumbar todas sus redes sociales, impidiendo que siguiera generando ingresos de YouTube o Twitch. Ahora, una búsqueda rápida de Borja Escalona en Twitter muestra miles de comentarios críticos. «Borja Escalona, un imbécil que creía que estaba por encima del bien y del mal». «Hala bonito, a empezar de nuevo, pero ahora ya te conoce toda España». «Derrotado por una camarera con dignidad y una empanadilla de 2.30 euros, no se puede ser más pringado».

A raíz de las polémicas de Escalona, se ha vuelto a recordar a otros creadores de contenido que se han ganado un sueldo en base a polémicas y meteduras de pata. Uno de los casos más sonados fue el de Mr. Gran Bomba (Sergio Soler). El joven arrasaba en la plataforma de vídeos compartiendo contenido insultando a personas anónimas que se cruzaba por la calle: "amargado", "chulito" o "desequilibrado mental", son algunos de los insultos que propinaba el joven de forma fortuita y aleatoria. Su mayor perla fue llamarle a un repartidor 'caranchoa'. Recibió un tortazo del trabajador, tras insultarte con este adjetivo mientras grababa una broma para YouTube.

El propio Soler subió el vídeo de la bofetada a su canal, donde se vio más de 1.3 millones de veces en un solo día. Sin embargo, su actitud generó críticas, parodias y memes. El 'youtuber' tuvo que borrar el vídeo y cerrar su cuenta de Twitter, además de enfrentar una denuncia por parte del trabajador, que acabó archivada, pero que bastó para que Soler terminara de ganar dinero a costa de sus bromas.

Además de perfiles polémicos, a lo largo de los años los usuarios de las redes sociales han categorizado a varias 'influencers' de hipócritas por sus publicaciones en Instagram. Remontándonos a 2018, la 'influencer' Dulceida (Aida Domènech) viajó a Sudáfrica, y lo que parecía ser un viaje de voluntariado, se convirtió en un 'spot' publicitario para su marca de gafas.

Uno de los 'stories' que publicó Dulceida en su polémico viaje a Sudáfrica INSTAGRAM

«La Dulceida subiendo fotos de los niños negros como si hubiese ido a pasear perros de una protectora, estamos en 1985» o «esta persona se ha marcado un viaje a un poblado donde las reservas de agua se están agotando para subir fotitos suyas bañándose y regalarles a estos niños unas gafas de sol de su propia marca, subirlo a Instagram y cobrar por ello. Eres repugnante, Dulceida» son sólo algunos de los mensajes que recibió tras publicar las imágenes, donde aparecían niños africanos posando con la línea de gafas de Dulceida.

Ella no tardó en defenderse alegando que era un 'regalo' hecho de buena voluntad, sin embargo, a Dulceida no se la creyó y desde entonces se ha preocupado de intentar eliminar todo rastro en internet de su viaje a Ciudad de Cabo.

Más intereses que ayuda

Pablo Sánchez, director de la ONG The Health Impact, advierte que el turismo de voluntariado de las 'influencers' esconde más bien intereses propios que ayuda desinteresada. «Irse a un país a miles de kilómetros durante un par de semanas para 'ayudar' a la población y conocer su modo de vida no es voluntariado, es negocio. La pobreza se convierte en un atractivo turístico y los niños en algo con lo que hacerse fotos», comentaba en Twitter, reflexionando sobre los viajes que las más famosas de Instagram realizan, y que las ONG apoyan pensando que las 'influencers' realmente van a ayudar y no a ganar dinero a costa de los necesitados. Los últimos en romantizar la pobreza en redes han sido la 'influencer' Teresa Andrés Gonzalvo y su pareja, Ignacio Ayllón.

«Qué felices son con tan poco» compartía Andrés Gonzalvo en su cuenta de Instagram, mostrando a sus más de 747.000 seguidores como Molel, guía en su viaje, vestía un calzado a base de neumáticos, fruto de la escasez de recursos de Tanzania. Esta publicación se mezclaba con un par de fotos de los safaris, de los animales, de las puestas de sol, y de vídeos para TikTok bailando con los guías, a los que ya consideraba como 'su familia'.

«Quieren comida, techo y trabajo, no tus fotos», fue una de las muchas críticas, que no tardaron en llegar. Una vez más, los creadores de contenido intentaron eliminar toda prueba de su viaje a Tanzania, sin gran éxito. «El fin de estos viajes es de carácter personal, no solidario. Además, los 'influencers' que hacen estos viajes reproducen ese complejo de salvador blanco que cree que su presencia es necesaria para resolver los problemas, cuando la inestabilidad de estos países es lo que Occidente provoca», sentencia Sánchez en su aplaudido hilo, que cuenta más de 130.000 'me gusta' y 42.000 retuits.

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