Cáncer por sorpresa, por qué un diagnóstico como el del Rey Carlos de Inglaterra no es tan raro
Carlos III ha empezado a tratarse para un tipo de tumor que no ha trascendido y se detectó mientras se trataba de un problema de próstata
Cáncer a los 30: «Afecta a gente sana que se cuida, come bien y hace deporte ¿qué está ocurriendo?
Madrid
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Iniciar sesiónCarlos III, Rey de Inglaterra, tiene cáncer, pero un tipo de
tumor que el Palacio de Buckingham no ha querido desvelar para no dar lugar a especulaciones, aunque sí ha dejado claro que no se trata de un cáncer de próstata. La ... aclaración es oportuna porque la enfermedad del Rey de Inglaterra se ha diagnosticado de forma casual durante el tratamiento quirúrgico de una hiperplasia benigna o agrandamiento de la próstata, un tumor benigno muy habitual en los varones de su edad.
Fue precisamente en la clínica de Londres donde le operaron donde se descubrió que tenía cáncer: «Durante el reciente procedimiento hospitalario del Rey para el agrandamiento benigno de la próstata, se observó un problema adicional preocupante. Pruebas de diagnóstico subsecuentes han identificado una forma de cáncer», se explicaba en un comunicado oficial.
Lo que le ha ocurrido a Carlos de Inglaterra no es tan excepcional y ocurre con relativa frecuencia: un paciente ingresa en el hospital para someterse a una cirugía rutinaria como es el agrandamiento de próstata y, de forma inesperada, se detecta un cáncer. Puede ocurrir en una de las pruebas del preoperatorio (análisis de sangre, radiografía de tórax...) o en la misma cirugía por un hallazgo casual en la uretra o la vejiga.
Las radiografías de tórax pueden desvelar de forma inesperada un tumor de pulmón, que es uno de los cánceres más diagnosticados en el mundo. Quizá haya sido ese el caso del soberano británico, aunque otras opciones con las que se atreven a especular expertos consultados por ABC pasan por el hallazgo de tumores del sistema urológico que provocan síntomas similares al agrandamiento de la glándula masculina.
¿Cáncer de vejiga?
Es el caso del de vejiga. «La voz de alarma de un cáncer vesical suele ser la presencia de orina en la sangre, un síntoma muy llamativo que pone rápido sobre aviso. Pero a veces este tumor también cursa sin hematuria y los síntomas son parecidos a los de la hiperplasia: escozor al orinar, aumento de la frecuencia miccional y sensación de urgencia. Esta sintomatología coincide también con la vejiga hiperactiva o con el cáncer urotelial o de vejiga», explica el urólogo Juan Ignacio Martínez Salamanca, jefe de urología del Hospital Ruber Internacional y adjunto de urología en el Hospital Puerta de Hierro. Y una ecografía no basta para hacer el diagnóstico previo.
Una posibilidad es que el tumor se haya localizado durante la cirugía de la hiperplasia. El tratamiento se realiza a través del conducto de la orina (uretra) y consiste en vaciar el interior de la próstata. Martínez Salamanca recurre a un símil para explicarlo: «Es como cuando quitas los gajos a una mandarina y preservas la cáscara». «Durante la intervención puedes explorar la vía urinaria y puede que en ese momento hayan visto un tumor en el epitelio urotelial que recubre la vejiga o la uretra y después se haya confirmado posteriormente con un análisis anatomopatológico», cuenta.
Poco agresivos en el 80% de los casos
Javier Romero, director de Urología del grupo HM Hospitales y de Roc Clínic también especula con las dos posibilidades: o un cáncer de pulmón detectado en la radiografía de tórax del preoperatorio o un tumor de vejiga. «Todos los urólogos que operamos nos hemos encontrado con estos hallazgos inesperados porque al introducirte con una cámara por la uretra para llegar a la próstata puedes explorar la zona. Los tumores uroteliales o de la vejiga se pueden tratar en el mismo acto quirúrgico y no suelen ser agresivos, al menos en la mayoría. Solo en el 20% de los casos nos encontramos con tumores infiltrantes, más allá de la mucosa de la vejiga, que ponen en riesgo a la vida de un paciente», tranquiliza.
El comunicado del Palacio de Buckingham no detalla la gravedad de la dolencia, aunque sí indica que el rey «ha comenzado un programa de tratamientos regulares». Esto sugiere otro tipo de tratamiento como quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia», aventuraba el diario británico The Times.
Si fuera un tumor de vejiga de buen pronóstico bastaría con un tratamiento oncológico no muy agresivo. Tras la cirugía se suele recurrir a un tratamiento local intravesical. «Suele ser una terapia semanal ambulatoria con menos efectos secundarios que otras terapias oncológicas», señala Martínez Salamanca.
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