Baleares estrena una ley para catalanizar a los niños y adolescentes en su tiempo libre
Las actividades de ocio extraexcolar deberán inculcar «actitudes positivas que favorezcan el uso del catalán» y el espíritu identitario
Madrid
Desde una escuela de fútbol base a un albergue, desde un centro de actividades artísticas extraescolares a una granja-escuela, pasando, por ejemplo, por una ludoteca. Todo ese tipo de centros deberán enfocar a partir de ahora sus actividades para que ayuden a la catalanización ... de niños, adolescentes y jóvenes. Deberán hacerlo porque ha pasado a ser una obligación legal por iniciativa del Gobierno autonómico que preside la socialista Francina Armengol en coalición con Podemos y con los soberanistas de Més por Mallorca.
La ley, que acaba de entrar en vigor, establece que todos aquellos centros o entidades que realizan actividades socioculturales de tiempo libre infantil y juvenil han de «garantizar» que se inculcan a los niños, adolescentes y jóvenes «actitudes positivas que favorezcan el uso de la lengua catalana, así como conocimientos de la cultura y el medio propios de las Illes Balears» (sic). Es decir, parte de las actividades de ocio que desarrollen o el enfoque de las mismas deben ir específicamente dirigidos a promocionar el catalán desde la infancia y a resaltar sentimientos identitarios, que destaquen singularidades diferenciales de Baleares.
Este perfil identitario engarza con el soberanismo presente en el Gobierno de la socialista Armengol. Un Ejecutivo en el que es parte activa Més, formación que abiertamente defiende la soberanía de Baleares y el establecimiento de un pacto bilateral con el Estado que, entre otros aspectos, otorgue al archipiélago «competencias exclusivas en la plena normalización de la lengua catalana y de la cultura propia». Así lo indicaba el programa de Més en las elecciones autonómicas de 2019, las que alumbraron el tripartito que desde entonces preside Armengol.
Todo lo que sea considerado «tiempo libre educativo» deberá regirse a esta ley que incluye la catalanización como uno de sus objetivos. Y el ámbito es amplísimo, actividades extraescolares tan variadas como el deporte, las expresiones artísticas, grupos excursionistas, colonias de verano, campamentos... En definitiva, todo tipo de «actividades y experiencias que se realizan en el tiempo libre durante la infancia y la juventud con una intencionalidad pedagógica, fuera de los ámbitos escolar y familiar».
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Para garantizar que se convierten en agentes de catalanización, la ley que acaba de estrenar Baleares establece nuevos requisitos para ejercer como monitor de tiempo libre. A partir de ahora, las escuelas en las que se puede obtener esa titulación deberán contar, como poco, con «tres docentes que acrediten un nivel B2 de conocimientos de catalán como mínimo». Además, solo quienes cumplan ese requisito podrán ser directores de esas escuelas de formación de monitores de tiempo libre. La nueva ley da un plazo de dos años para que dichas escuelas adapten sus plantillas a este requisito.
Monitores 'catalanizados'
Adicionalmente, esta ley establece que quienes deseen cursar estudios de monitor de tiempo libre también deberán acreditar, para ser admitidos como alumnos, un nivel lingüístico de catalán. De momento no se detalla más al respecto. La ley se remite a un desarrollo posterior al respecto, al indicar que «reglamentariamente se tienen que regular los requisitos académicos y de conocimiento de lengua catalana para acceder a la formación que imparten estas escuelas» en las que se expiden los títulos de monitor de tiempo libre.
En el archipiélago hay 16.000 monitores de tiempo libre titulados y casi 50.000 niños y adolescentes pasan cada año por centros de ocio
Todo ello va dirigido a conformar un cuerpo de profesionales en los que esté especialmente presente el catalán, de modo que las actividades que realicen con niños, adolescentes y jóvenes incorporen el pretendido enfoque lingüístico e identitario.
En su artículo primero, esta nueva ley detalla que uno de sus principios rectores es «la vehicularidad de la lengua catalana en las actividades y los servicios de tiempo libre educativo», las actividades de ocio que se desarrollan fuera del ámbito escolar y del hogar.
«Desarrollo afectivo-sexual»
La «perspectiva de género» y «el desarrollo afectivo-sexual» son también parte de los principios rectores de esta nueva Ley del tiempo libre educativo para la infancia y la juventud de las Islas Baleares, que es su denominación oficial. Ha sido publicada esta semana en el BOE, aunque lleva en vigor desde finales de enero. Su tramitación se remonta a hace más de dos años. En noviembre de 2020 se activó la preparación del texto por parte del Gobierno autonómico, que llegó a acumular cuatro anteproyectos de ley antes de aprobar en firme, el 18 de mayo de 2022, el proyecto de ley que el tripartito elevó al Parlamento de Baleares, que lo aprobó en diciembre.
La oposición ha puesto reparos a una ley en la que ven un paso más en la estrategia de corte nacionalista y catalanizadora del Ejecutivo de Armengol. Durante la tramitación parlamentaria, el PP se opuso a la deriva lingüística en la que incurre esta ley. Intentó rectificarla con enmiendas, entre ellas una que específicamente iba dirigida a «corregir la catalanización que se introduce», según destacó el diputado popular Antoni Fuster.
Vox también criticó «la obsesión convulsiva de la izquierda de legislar todo e imponer su visión del mundo a la población», y calificó esta ley como «una vuelta de tuerca más a la imposición lingüística de la lengua catalana a toda la población para desterrar el español».
Actualmente, en Baleares hay más de 16.000 personas que poseen el título de monitor de tiempo libre, y más de 2.000 los que tienen el de director de entidades de ocio infantil y juvenil. La regulación que introduce esta nueva ley afecta a estos profesionales, así como a las alrededor de 60 escuelas de formación de monitores que hay en el archipiélago.
Cada año, más de 47.000 niños y adolescentes pasan por instalaciones de ocio, tales como albergues, campamentos, granjas-escuelas, centros infantiles o similares. Además, cada semana, unos 5.000 niños utilizan algunos de los servicios del denominado 'ocio educativo', actividades extraescolares de carácter deportivo o sociocultural.
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