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Alerta por calor: las altas temperaturas aumentan los casos de leishmaniosis en perros

Ofrecemos una guía rápida para prevenir y proteger a tiempo a nuestra mascota frente a una enfermedad cuya presencia ha aumentado exponencialmente tanto en urbes como en zonas rurales en los últimos años

Día contra la leishmaniosis canina: «Combinar la vacuna con collares y pipetas es la solución definitiva para acabar con la enfermedad»

Vacunación contra la leishmaniosis Imagen aBC

Carmen Aniorte

Con el calor, llega una época de las de mayor riesgo para nuestros perros: la leishmaniosis. Se trata de una enfermedad transmitida por la picadura de un flebótomo que puede poner en jaque su salud. Este insecto (flebótomo) se encuentra en cualquier espacio con cierta humedad y temperatura constante. Es frecuente encontrarlo en conejeras, zonas de hojarasca o zonas de playa donde es común la presencia de mosquitos. En las áreas urbanas se han adaptado a vivir en zonas umbrías de jardines, en alcantarillas o en garajes. Su picadura, a menudo, suele aparecer en el pabellón auricular, la trufa y el abdomen, zonas desprovistas de pelo donde el mosquito tiene más fácil acceso.

En palabras de Ana Ramírez, directora técnica veterinaria de Kivet, «Desafortunadamente, estamos viendo en consulta un aumento exponencial de estos casos. Entre las causas está el cambio climático, que favorece la proliferación del flebótomo; la mayor movilidad de los animales al viajar con nosotros y la expansión de las ciudades hacia zonas naturales». —Y añade a ABC— «Por eso es clave tomar consciencia de esta realidad que se puede manifestar de diferentes formas, entre las que se encuentran la pérdida de peso, pérdida de pelo alrededor de los ojos, morro y orejas, lesiones cutáneas con costras, diarrea, vómitos, y sangrado nasal, y que, si no se trata, puede llegar a resultar letal para el animal».

Los síntomas de la Leishmaniosis varían y distintos perros los manifiestan en mayor o menor gravedad, dependiendo de factores como su edad, raza o estado de salud previo a la enfermedad.

Síntomas

  • Alopecia: la pérdida de pelo es uno de los principales síntomas de la leishmaniosis en perros. Por lo general, esta comienza a producirse en las zonas cercanas a los ojos, orejas y nariz. También, el pelaje cambia de apariencia. Varía dependiendo de la raza de perro, pero este pasa a ser un pelaje mucho menos voluminoso, transformándose así en una capa fina de pelo seco y quebradizo.

  • Pérdida de peso: probablemente, el síntoma más visible y uno de los primeros a detectar es el de la pérdida de peso en el perro. Esta no es producto de pérdida del apetito, el parásito lleva a un estado de nutrición deficiente por la alteración profunda que produce en el organismo.

  • Uñas anormalmente largas: muchas patologías en humanos producen el crecimiento anormal de las uñas de las manos y los pies, también conocido como onicopatías. Los perros no son la excepción, si bien estos suelen tenerlas de un largo considerable por naturaleza, la Leishmaniosis produce un crecimiento acelerado. Estas crecen muy frágiles y con una apariencia curvada.

  • Lesiones cutáneas: Uno de los síntomas más alarmantes y fáciles de detectar es la aparición de heridas en la piel de los perros. Estas aparecen en la zona de la cabeza y patas. Por esta razón se piensa que se desarrollan sin motivo alguno, ya que estas son las partes del perro más propensas a roces, golpes y contactos. Sin embargo, la gran diferencia es que estas heridas además de ser visualmente graves. no cicatrizan.

  • Problemas oculares: Los problemas oculares varían y el principal factor de su aparición es la presencia de parásitos en el ojo. Los ojos del perro tienden a tener un exceso de lagrimeo e inflamación, sumado a lesiones provocadas por intentos de rascarse.

  • Cojera: Si bien la cojera en perros suele presentarse luego de algún tipo de golpe o anormalidad, la cojera por leishmaniosis aparece por diferentes motivos. El perro manifiesta un apoyo anormal en alguna de sus extremidades, provocada por diversas molestias como grietas en sus almohadillas, exceso de lesiones cutáneas, debilidad general o atrofia muscular.

Prevención

  Frente a la leishmaniosis, la palabra clave es prevención y es que «no existe un único método infalible, pero la combinación de diferentes estrategias crea un escudo mucho más fuerte para tu perro», aclara Ramírez.

Medidas preventivas

  • Uso de repelentes: collares y pipetas específicos para repeler al flebótomo son tu primera línea de defensa.

  • Vacunación: ayuda a preparar el sistema inmune de tu perro para que pueda defenderse mejor si llega a tener contacto con el parásito. Se puede administrar a partir de los seis meses de edad. Es un método interesante para prevenir del contagio a perros que viven en zonas endémicas. La vacuna no prevendrá la infección de la enfermedad, pero si se reducirá el riesgo de progresión de la enfermedad y los signos clínicos ligados a esta. La vacuna SOLO se debe aplicar a pacientes previamente hayan dado negativo a un test serológico en sangre y no garantiza una protección del 100%. Su administración debe ir acompañada del uso de sustancias repelentes.

  • Medidas ambientales: evitar los paseos al amanecer y al anochecer, que son las horas de mayor actividad del flebótomo. También es prudente evitar zonas con mucha humedad.

  • Potenciar la resistencia inmunitaria a través de un fármaco: el último avance en la prevención y tratamiento de la Leishmaniosis es un fármaco de formulación especial (Leishguard) cuyo principio activo es la Domperidona, capaz de estimular la respuesta inmune celular, incrementando el potencial leishmanicida de los leucocitos fagocíticos, responsables finales de la eliminación de los parásitos en la prevención y el tratamiento de la leishmaniosis canina.

¿Cómo detectarlo?

«Aunque en la mayoría de los casos la detección suele ser sencilla, no siempre puede ser así, ya que existen casos asintomáticos«. La recomendación es que la prevención siempre es el mayor aliado para combatir el contagio y que, siempre que tengamos dudas, acudamos a un especialista o veterinario de referencia para que nos ayude a esclarecer lo mejor para nuestro fiel compañero. El diagnóstico se basa en pruebas de laboratorio, incluyendo test rápidos en sangre y análisis de sangre para cuantificar anticuerpos. Es necesario llevar a cabo test serológicos periódicos —los veterinarios recomiendan cada seis meses— para detectar de forma temprana la enfermedad.

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