Un MIR en Alemania: «Me daba vergüenza seguir pidiendo ayuda a mis padres para llegar a fin de mes»

Alejandro Barros, presidente de la asociación Médicos Españoles en Europa, decidió hacer las maletas y partir hacia Alemania hace ya cinco años

Los médicos se fugan a Europa a hacer el MIR para no ser mileuristas

Alejandro Barros está formándose como neurólogo y psiquiatra en Alemania A.B.

Primero fueron los médicos especialistas ya formados los que abandonaron el sistema sanitario español para buscar en el extranjero unas mejoras económicas y laborales que quizá no encontraban en su país. Pero cada vez son más los estudiantes egresados que hacen las maletas ... y deciden continuar formándose en otros países, por sus salarios pero también por su flexibilidad. Es el caso del médico gallego Alejandro Barros, que lleva ya cinco años en Alemania. Desde la asociación que preside, Médicos Españoles en Europa, además, ayuda a otros jóvenes a dar el paso y salir al extranjero.

-¿Cómo de habitual es que un estudiante haga su residencia fuera?

-Ahora se está normalizando. Cuando vine a Alemania en 2017 no había información de nada. Se me metió la cabeza hacer la especialidad fuera porque veía que lo que ofrecía España era un sistema donde casi no se hablaba de alternativas al MIR. En quinto de carrera empecé a hacer rotaciones voluntarias o prácticas en Alemania en verano.

-¿Cuál es el problema con el sistema español?

-Veía en España un sistema túnel donde básicamente no eres una persona, eres un número. No se tienen en cuenta tus circunstancias, gustos ni temores. Simplemente te sometes a un examen nacional y que tengas mucha suerte. Me parece que no se adapta al individuo, y desde mi punto de vista tendría que ser un sistema adaptado.

-¿Hay una razón concreta que explique su marcha?

-En mi caso fue porque vi que España no me ofrecía flexibilidad ni se adaptaba a mis posibilidades. Con 23 años no sabes si lo que vas a hacer va a ser lo tuyo, si te va a gustar o no, y el sistema MIR no te permite ni cambiar ni retroceder. Esa falta de seguridad me creaba temores.

-¿Y los salarios tuvieron que ver?

-Estudié en Madrid 6 años con la ayuda económica de mi familia. Cuando hablaba con los residentes del Hospital Severo Ochoa y me contaban que llegaban justos a final de mes, se me caía la cara de vergüenza pensar en pedirles a mis padres durante uno o dos años más que me siguieran ayudando económicamente. Y como uno no sabe dónde va a terminar cuando apruebe el MIR, ante esa tesitura me decidí a buscarme la vida fuera.

-¿Cómo fue su desembarco en Alemania?

-Llegué con 24 años a Berlín. Por la mañana hacía prácticas en Neurología y en Psiquiatría y por las tardes me dedicaba a estudiar para aprobar el examen de homologación. En 2018 me mudé a Colonia y solicité plaza en varios hospitales. Me llamaron para muchas entrevistas y al final me decanté por la Neurología. Estuve 4 años formándome como neurólogo y después de ese tiempo salté a la Psiquiatría, donde estoy ahora. El 3 de octubre cumpliré los 5 años en Alemania.

-Ahora ayuda a otros que dudan si salir de España para formarse.

-Me contactaba mucha gente que se iba enterando que estaba en Alemania. Me escribían por redes antiguos amigos de la carrera, y poco a poco fui creando una pequeña comunidad. Se me ocurrió lanzar primero un grupo de Facebook, al que llamé 'Médicos españoles en Alemania y en Bélgica'.

-Y ahora son una asociación.

-Ante la afluencia de médicos, enfermeros, fisioterapeutas, etc. que nos escribían, al final decidí darle forma y monté un equipo de nueve personas, todos médicos afincados en Alemania, Bélgica y España. Recopilamos información haciendo entrevistas con otros sanitarios, guías corporativas e información para poder comparar la situación entre países europeos.

-¿Cuál es el perfil de quien os contacta?

-Noto desde hace ya un año y algo que nos escriben estudiantes de Medicina de cuarto y quinto de carrera. Antes, el prototipo era el médico de sexto año que ya había acabado y estaba colgado o había intentado el MIR. Ahora ya directamente nos escriben estudiantes, entre 15 y 20 personas al día.

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