Turismo de incendios, el último disparate que pone en riesgo la extinción de fuegos
Se han detectado grupos de turistas en las zonas arrasadas para hacerse selfis. A uno se le salvó de las llamas en Bejís
Unos turistas se fotografían ante el incendio de Gaucín, en Málaga, el año pasado
Quemar un bosque para grabar un vídeo y conseguir visitas en redes sociales. Las autoridades paquistaníes están asistiendo a su particular pesadilla de una noche de verano, persiguiendo con ahínco esta moda seguida por varios 'influencers' del país. En España, por suerte, parece que el ... furor por hacerse una foto o marcarse un baile frente a un incendio forestal no ha llegado a ese extremo de incendiar el monte, que ya prende con la aislada actuación de la meteorología. Pero las escenas de pánico de los vecinos evacuados de zonas como Bejís, en Castellón, y el Vall d'Ebo en Alicante, están compaginándose en los últimos días con las de turistas o aficionados al autorretrato que enfrentan un delito de desobediencia por su imprudencia grave. Las autoridades advierten: en su arrebato los mirones no solo arriesgan sus vidas, sino que perjudican la tarea de los dispositivos de extinción.
La euforia por el selfi en medio del infierno no es un fenómeno nuevo ni ha nacido en suelo nacional. En la provincia turca de Antalya, en junio de 2021, las fotos de turistas bañándose plácidamente cercados por las lenguas de fuego despertaron la indignación local ante las pérdidas que acarreó una virulenta oleada de incendios forestales. Era zona quemada también el edificio en rescoldos de la Torre Grenfell de Londres cuando en 2017 un terrible incendio dejó cerca de 80 fallecidos y las lágrimas de 600 familias que lo habían perdido todo bajo los escombros. Su dolor se tradujo en un cartel donde se amonestaba la proliferación de 'influencers' y turistas: «Este no es el lugar. No es una atracción turística».
Los 'voyeurs' de la tragedia se reproducen como hongos. «Lamentablemente esto ya empieza a ser costumbre como si cualquier cosa fuera un espectáculo imperdible», denuncian a este diario fuentes de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior.
Turismo de catástrofes
Sus trabajadores comenzaron a detectar que la ciudadanía ponía en riesgo su propia vida a cambio de publicar la mejor instantánea en el incendio de Sierra Bermeja, de hace ahora un año. Entonces ya se tuvo que socorrer a alguno de esos autores de temerarias fotos por el cambio que experimentó la dirección del viento. Las mismas fuentes confiesan, no obstante, que el frenesí por el autorretrato en paisaje quemado y el turismo de catástrofes se multiplicó en nuestro país tras el estallido del volcán de Cumbre Vieja. Buena cuenta de ello dan las redes sociales con ese acontecimiento 'inédito' para la vida de miles de personas.
En la Comunidad Valenciana -añaden-, como entonces, en los últimos días se ha advertido insistentemente en que no se debe acudir a las zonas de emergencia si no se es expresamente llamado. Pero ni por esas. De hecho, el Servicio de Emergencias de la Generalitat Valenciana (el 112) ha tenido que lanzar varias advertencias ante la temeridad que estaban observando. Según relata a ABC el subdirector del servicio, Jorge Suárez, no solo se han cometido fechorías saltando a carreteras cortadas, provocando incluso accidentes en el monte, sino que, por ejemplo, la primera noche del incendio agónico de Bejís, había personas «que querían captar la foto dantesca de la Luna, el fuego y la noche» y pusieron en claro riesgo su supervivencia.
Confirma que se ha tenido que rescatar a una persona cercada por las llamas, desviando medios de extinción que combatían frente a frente el horror para salvar la vida de un aficionado a las autofotos. «Una emergencia no es un lugar para hacer turismo ni hacerse un selfi -afirma Suárez, como ha repetido en varias ocasiones la consejera valenciana de Justicia,Gabriela Bravo-; hay riesgo entre los rescoldos calientes de reactivaciones y también de desprendimientos de rocas o corrimientos de tierras». «El monte quemado es un lugar muy frágil, el suelo es muy inestable y puede producirse en cualquier momento un rebrote inesperado».
«El monte quemado es un lugar muy frágil, el suelo es inestable y en cualquier momento puede producirse un rebrote inesperado»
Jorge Suárez
Subdirector de Emergencias de la Comunidad Valenciana
Bravo llamó al orden el pasado jueves y abundó en su petición el domingo, después de que, como ha corroborado la alcaldesa de Bejís, Josefa Madrid, los servicios de extinción se quejasen de que había motos y coches aparcados en la misma carretera por la que bajaban las cubetas de agua, con curiosos que se agolpaban para ver la tierra carbonizada. «El incendio se ha dado por estabilizado, pero las llamas pueden reactivarse hasta que se dé totalmente por extinguido. Y, todavía después, hay mucho peligro latente», insiste Suárez.
La curiosidad mata
La gente acude al monte como si no ocurriese nada. «Lo peor que se puede hacer es ir a una zona quemada de manera indiscriminada», incide el subdirector de Emergencias. Además, ya no es solo el peligro que les acecha a los inconscientes, sino que «están comprometiendo el trabajo de los medios de extinción, al situarse incluso entre las llamas y el bombero o brigadista». «Es una temeridad lo que está sucediendo, saltan los límites de seguridad y hay que pedir que nadie vaya aunque lo consideren un gesto inocente», añade. En el caso de la Comunidad Valenciana, fueron las Fuerzas de Seguridad del Estado las que comunicaron alarmadas que estaban asistiendo a «imágenes dantescas» por parte de los curiosos. Lo trasladaron en una de las múltiples reuniones del comité para extinguir el incendio que ha arrasado más de 20.000 hectáreas en la provincia de Castellón.
Suárez, uno de los responsables del dispositivo de extinción en Bejís, recuerda que en la historia de España han fallecido personas que no trabajaban contra el fuego directamente, sino que se metieron para curiosear y perdieron la vida.
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En el país vecino, recientemente ha indignado sobremanera la actuación de Daniibom, la 'tiktoker' que bailó desenfadada en un balcón a pocos metros de donde ardía el monte y que luego colgó un vídeo de un vecino portando una manguera para sofocar las llamas que amenazaban esa misma vivienda. La joven potuguesa resumía y reía mientras ganaba seguidores. Los comentarios desfavorables la invitaron a borrar los clips, que aún circulan por las redes.
Esta moda «es una auténtica falta de solidaridad con la gente que lo pierde todo», termina Jorge Suárez. Ese dolor que ayer soportaron los vecinos de pueblos como Torás o Teresa al volver a sus casas y que solo han podido capturar en sus lentes el terrible rastro de cenizas que deja este 2022.