Acusan a Juan Pablo II de haber encubierto abusos de tres sacerdotes cuando era arzobispo de Cracovia
La archidiócesis de Cracovia rechaza abrir sus archivos para aclarar lo ocurrido
Corresponsal en el Vaticano
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Iniciar sesiónDos investigaciones periodísticas, un libro y un reportaje televisivo, reconstruyen cómo Karol Wojtyla habría afrontado tres casos de sacerdotes que habían cometido abusos. Aunque la conclusión es parcial, pues los autores no han podido investigar en el archivo del episcopado y se apoyan ... sólo en documentos de la antigua policía secreta polaca, las acusaciones han llevado a muchos católicos a reclamar una investigación independiente sobre abusos en el país, que se remonte a 1945.
Se trata del libro «Máxima culpa. Juan Pablo II lo sabía», del periodista Ekke Overbeek, y de una investigación del programa «Bielmo» bajo el título «Franciszkańska 3» (el domicilio del arzobispo de Cracovia) del periodista Michal Gutowski, emitido el lunes en el canal polaco TVN24. Su tesis es que Karol Wojtyla habría encubierto abusos cometidos por tres sacerdotes en esta diócesis polaca, de donde fue obispo desde 1964 hasta 1978. Pero expertos e historiadores ya han avisado de que es una conclusión un poco precipitada.
Los investigadores recogen dos casos ya conocidos y aportan un tercero nuevo. De hecho, dos de esos sacerdotes terminaron en la cárcel. Entrevistan también a una víctima que asegura que en 1973 informó a Karol Wojtyla de los abusos de uno de ellos. «Me pidió que no lo denunciara en ningún sitio, que él se ocuparía de la cuestión», explica.
La principal prueba que revelan contra el futuro Papa es que permitió el traslado a Austria del sacerdote Boleslaw Sadus, acusado de abusos y le firmó una carta de presentación en la que omitió las acusaciones. En la misiva que Wojtyla envió al cardenal Franz Koenig, arzobispo de Viena, no mencionó los abusos. Aunque pudo haberle avisado por otras vías para no exponerlo ante el régimen comunista, lo cierto es que el sacerdote abusador fue nombrado párroco en su nuevo destino.
La carta procede del archivo diocesano de Viena, pues la Iglesia católica en Cracovia no ha permitido el acceso a sus documentos ni a esta investigación, ni a otras precedentes. Overbeek y Gutowski utilizan material de la SB, la «Służba Bezpieczeństw», antigua policía secreta polaca, conocida también por elaborar pruebas y dossier para desacreditar a sacerdotes.
Al no poder consultar los archivos de la curia diocesana de Cracovia, la investigación no ofrece la otra cara de la moneda. No queda claro si Juan Pablo II consideraba esas acusaciones calumnias o maniobras de desprestigio por parte de los servicios secretos, o si pensaba que eran acusaciones auténticas.
La periodista polaca Paulina Guzik, ha reconstruido en «Our Sunday Visitor» la historia de uno de los tres abusadores mencionados en el reportaje. Cuando en 1970 Józef Loranc fue acusado de molestias a alumnas de un colegio, Wojtyla lo suspendió, lo apartó de su parroquia y lo trasladó a un convento, mientras investigaba lo ocurrido. El sacerdote fue arrestado por la policía y condenado a unos meses de cárcel. Cuando cumplió la condena, el tribunal eclesiástico decidió que ya había sido suficientemente castigado y el sacerdote regresó a una parroquia en otra diócesis.
Wojtyla le prohibió por su cuenta trabajar con niños o jóvenes y en una carta añadió una dura advertencia moral: «El abandono de la pena por parte del tribunal eclesiástico no anula el delito ni expía la culpa. Todo delito debe ser castigado». Palabras que muestran que se tomaba muy en serio a los delincuentes.
También el sacerdote Tadeusz Isakowicz-Zaleski, que ha defendido la causa de víctimas de abuso en Polonia, coincide en que faltan datos para explicar el modo de actuar de Karol Wojtyla. Pero subraya otro aspecto de esta historia. «No puedo entender por qué no se ocupó más de las víctimas, de las personas heridas por abusadores», explica.
El historiador polaco Tomasz Krzyżak, que ha investigado otros casos de abuso en Polonia, aventura que «hoy sabemos qué tipo de cicatrices deja el abuso para toda la vida de la víctima. Cuando Wojtyla era arzobispo, se sabía mucho menos, y quizá por eso actuó así».
«Una evaluación justa de las acciones de Wojtyła requiere más investigación de archivo», apunta también Piotr Studnicki, de la oficina para la Protección de la Infancia y la Juventud de la Conferencia Episcopal Polaca.
Paradójicamente, la archidiócesis de Cracovia ha rechazado abrir sus archivos. «Juan Pablo II querría que se supiera la verdad, y esta es la responsabilidad de los obispos polacos, que parece que no la buscaron, al no permitir que se abran los archivos», explican fuentes de la Iglesia católica en Cracovia. «Si hubieran abierto los archivos, investigado los casos, y buscado las razones por las que Wojtyla actuó, no estaríamos viendo lo que está pasando ahora».
MÁS INFORMACIÓN
La publicación del libro y el reportaje televisivo han alzado una onda de protestas contra quienes supuestamente «atacan la memoria de Juan Pablo II». Por ejemplo, como respuesta, el primer ministro Mateusz Morawiecki ha sustituido la foto oficial de su perfil en redes sociales por una en la que se ve a Juan Pablo II que saluda a la multitud y el texto «No tengáis miedo».
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