Los activistas alemanes continúan su campaña en la mina de Hambach

«Creemos que son entre cuatro y ocho personas, hemos paralizado la actividad y hemos informado a la policía», ha informado un portavoz de la empresa. Los manifestantes muestran pancartas en las que exigen la estatalización de la producción energética y en las que protestan por la «violencia policial» en el desalojo de Lutzerath, que desmiente el ministro regional de Interior de Renania del Norte-Westfalia, Herbert Reul. «La actuación policial fue correcta», ha defendido en un programa de televisión de la ARD, en la que se ha referido a una actuación «muy profesional» y ha criticado, por el contrario, el comportamiento violento de los manifestantes.

La continuidad de las protestas pone en aprietos a la «coalición semáforo» de Olaf Scholz, en la que gobierna con verdes y liberales. Los activistas y manifestantes que tratan de evitar la actividad de estas minas de lignito son precisamente las bases verdes protestando contra las decisiones de los ministros verdes y el partido ecopacifista se encuentra sometido a una gran presión que podría terminar rompiéndolo.

El diario progresista 'Süddeutsche Zeitung' ha publicado un extenso artículo titulado «Lo sucedido en Lützerath debe dar que pensar a Los Verdes» y el gobierno se apresura a hacer declaraciones que ayuden a apuntalar ese electorado a su favor. El canciller Scholz ha descartado públicamente una mayor extensión de la vida útil de las centrales nucleares alemanas, tras la prolongación hasta abril de la actividad de los últimos reactores, que deberían haber sido cerrados el 31 de diciembre según la legislación que Merkel aprobó en 2011.

En una entrevista concedida a 'Wochentaz', ha defendido esta medida, para paliar la crisis energética alemana causada por la ausencia del gas ruso, pero ha certificado que las centrales serán definitivamente cerradas en la primavera. «Sí, definitivamente», respondió a la pregunta.

El líder del Partido Liberal (FDP) y ministro de Finanzas, Christian Lindner, pide sin embargo que las centrales nucleares funcionen durante más tiempo. El Ministro de Transporte, Volker Wissing, ha suegrido trasladar la decisión a una comisión independiente de expertos para evitar el desgaste político. «Diferentes opiniones son parte del debate democrático», ha justificado Scholz sobre estas diferencias en el seno de la coalición, pero asegurando que «la situación legal es clara, y eso se aplica«. Pero para Los Verdes, no hay declaración que revierta la pérdida de apoyo y credibilidad, muy especialmente para su líder Robert Habeck, número dos del gobierno y hasta hace solo unas semanas el político que gozaba de mayor popularidad en Alemania. Ahora evita sus apariciones en público a causa de los abucheos a que ha sido sometido en reiteradas ocasiones.

Apenas dio inicio la invasión rusa de Ucrania, Habeck garantizó que Alemania superaría el posible corte de gas e impulsó una legislación de emergencia que incluía medidas directamente contrarias a los principios más preciados del partido. Dio luz verde a las primeras terminales de importación de gas natural licuado (GNL) de Alemania, prolongó la vida de las explotaciones de carbón y de las centrales nucleares y legisló subvenciones al consumo de los combustibles fósiles para paliar los efectos de la inflación, sin entrar a hablar del presupuesto extraordinario de 100.000 millones de euros para rearmar el ejército alemán y sus posiciones a favor de apoyar con equipamiento militar a Ucrania.

En marzo, los miembros del partido expresaron su consternación cuando Habeck se apresuró a viajar a Medio Oriente para conversar con los líderes del Golfo sobre la adquisición de GNL. La consternación aumentó cuando fue filmado inclinándose ante un jeque durante un viaje a Qatar, un país cuyo historial de derechos humanos horroriza a muchos Verdes. Estas contradicciones han levantado un movimiento fundamentalmente juvenil de revuelta contra sus políticas que desde el otoño se ha hecho visible en las principales capitales alemanas, con constantes cortes de tráfico y de pistas de despegue en los aeropuertos, además de los ataques a obras de arte en museos que han trascendido las fronteras de Alemania. Las ocupaciones de Lutzerath y de Hambach forman parte de esta campaña y su objetivo es lograr la máxima visibilidad para desgastar al gobierno alemán.