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Wuhan, normalidad contra el estigma del coronavirus

Ocho meses después del estallido, el epicentro de la pandemia recobra su vida cotidiana mientras lucha contra los prejuicios

Los rascacielos a orillas del Yangtsé se iluminan cada noche para dar ánimos a los habitantes de Wuhan y atraer turistas Pablo M. Díez/ ATLAS
Pablo M. Díez

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Tras los atardeceres de postal sobre el Yangtsé, en los que el sol se refleja incandescente sobre sus aguas y el cielo se tiñe de rojo, los rascacielos de Wuhan se encienden en una explosión de luces de colores. Como si estuvieran sacados de ... una película de ciencia-ficción, brillan de azul, amarillo y verde mientras parpadean frenéticamente y forman gigantescas figuras en sus fachadas a orillas del «Río Grande» de China. En una de ellas, junto a un edificio de cien plantas aún en obras coronado por dos grúas, el dibujo de una joven tocando con fuerza la batería precede al de una enfermera que saluda con la mano a los barcos de recreo que, también iluminados, surcan sus aguas para deleite de locales y turistas.

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