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«Los venecianos ponen el dinero y los políticos se lo meten en el bolsillo. Esto es un desastre»

Los ciudadanos cuentan a ABC lo que ocurrió aquella fatídica noche en la que el agua alcanzó los 1,87 centímetros

Imagen del centro de Venecia del pasado miércoles, horas después de la crecida del agua J. G. STEGMANN
Josefina G. Stegmann

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Las ojeras de Piero se han vuelto ocre, del mismo color del agua que barrió, sin pudor, su local ubicado justo en diagonal a la imponente y también inundada Basílica de San Marcos . El comercio de Piero es uno de los tantos que se alojan debajo de las enormes galerías que recorren la plaza, del mismo nombre que el templo. Como si de un dominó se tratara, todos sufrieron el embate del agua. También el mítico café Florian, cuyos suelos de madera parecían de algodón por la humedad y los sillones de terciopelo fueron agolpados a la entrada, como si se tratara de un mercadillo de antigüedades baratas .

«Estoy muy cansado, llevo toda la mañana sacando agua. Llevo 25 años como vendedor en Venecia y jamás vi algo igual», cuenta Piero resignado. Su local está justo enfrente del Palazzo Ducale, al que mucha gente se agolpó el día después a la noche fatídica (la del pasado martes) en la que el agua alcanzó en Venecia los 1,87 centímetros. Los turistas no visitaban el palacio para disfrutar de la exposición temporal de Rubens y Tiziano, sino para huir del agua .

«Estoy acostumbrado a sacar agua del local pero nunca viví algo de esta magnitud», continúa Piero que cree que «no se puede hacer nada» por salvar su ciudad. « El MOSE no sirve », dice en alusión al proyecto puesto en marcha en 2003 para salvar a la ciudad del agua.

Resignado también está Mauro, empleado del Florian. «Aquí no se puede hacer nada porque no interesa, los venecianos ponen el dinero y los políticos se lo meten en el bolsillo. Esto es un desastre », sentencia.

Mauro cuenta que jamás se vieron obligados a cerrar el café. «No podemos abrir el café porque está el lavavajillas roto, la máquina de hacer café rota, el suelo lleno de humedad.. .Estamos tristes pero los venecianos somos fuertes », concluye.

Un local destruido ubicado frente al Palazzo Ducale el pasado miércoles J. G. STEGMAN

Quien casi pierde su trabajo es un taxista. Su lancha casi es arrastrada por el agua. «Salí por la noche y la puse a resguardo, pero me faltó poco para perderla». « Esto no se va a resolver, el MOSE nació obsoleto y los políticos lo sabían », concluye.

Alessandro trabaja en un hotel sobre el canal grande y la noche de la subida no pudo volver a su casa. « Me quedé atrapado en el hotel, mi mujer y mis hijos pasaron mucho miedo », cuenta este veneciano al que sus padres le recuerdan que no se vivía una situación tan fatídica desde hacía 53 años, allá por 1966.

«La culpa de esto la tiene la excesiva excavación que se hizo de la zona de Alberoni que une a Fusina para que pasen los barcos de carbón. Esto empezó hace 60 años y desde entonces, se inunda Venecia», asegura.

Hall del hotel en el que trabaja Alessandro del pasado martes, el día de la mayor crecida del agua en 53 años J. G. STEGMANN

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