Sin afán beligerante

Saldremos a la calle con una ilusión y a la vez un fervor profundo: celebrar la Santa Misa con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia y con ello rezar y afirmar nuestra firme convicción de que la familia cristiana, la familia natural, aquella que Dios mismo instituye en los orígenes de la humanidad y que Cristo eleva a la categoría de sacramento, es un camino válido y eficaz para que el ser humano encuentre la felicidad, donde la vida es acogida y querida sin condiciones desde el inicio hasta el fin natural de la misma.

Seguro que habrá muchos que intentarán ver en este encuentro sobrenatural algún fin distinto, pero el problema surge cuando determinados grupos proyectan sobre la Iglesia católica y sus miembros su visión parcial y mediatizada de la vida y hacen interpretaciones políticas o ideológicas de un hecho que nada tiene que ver con todo ello.

No está prohibido rezar y a nadie puede ofender que miles de personas se unan en una plegaria común para pedir al buen Dios que nos oriente a todos y nos conceda la fidelidad a sus proyectos que tan necesaria es hoy en día.

Por eso, todos los creyentes debemos sentirnos invitados, más aún, llamados por el Señor a encontrarnos en este espacio público y orar unidos al Papa Benedicto XVI y a nuestros obispos que con tanto valor han defendido en estos últimos años el Evangelio de la vida y de la familia. La cita será el próximo 28 de diciembre en la plaza de Colón.