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«Si no hablas de abuso sexual con los niños, les dejas indefensos»

El coautor del libro «#No te calles», Arturo Cavanna, defiende que la educación es fundamental para que los menores identifiquen el problema

Arturo Cavanna Fotografía: Belén Díaz | Vídeo: Sara Campos
Isabel Miranda

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Un día, Arturo Cavanna tuvo que inventar un cuento especial para sus hijos. Uno que hablara sobre abusos sexuales infantiles. Fue la mejor manera que encontró para explicarles qué había ocurrido con una persona muy cercana ; un incidente que también le hizo comprender las lagunas que existen en prevención. Este jueves ABC distribuirá gratis con el periódico ese cuento, que forma parte de la campaña homónima «#No te calles, cuéntalo» , impulsada por la Fundación Edelvives. [ Descarga el cuento en PDF ]

—Dice en la dedicatoria que los auténticos monstruos no viven en los cuentos, ¿es fácil reconocerlos en la vida real?

—No, ese es el problema. El cuento nace de una experiencia personal, crees que conoces a una persona y resulta que no la conoces para nada. Me di cuenta de que esos monstruos son muy difíciles de detectar: un padre, un hermano, un abuelo... ni por asomo lo pensarías. Y un niño sabe que robar está mal porque se lo decimos, en cambio, como no se habla de los abusos, lo ven con naturalidad. De partida se lo hemos puesto muy fácil a los abusadores porque no se habla del tema. Ellos actúan dentro de su sombra y no se detecta.

—¿Por qué es tan complicado hablar de abusos sexuales infantiles?

—Solo hablar de sexo ya es un tabú en la sociedad. En los colegios, en la etapa de Infantil, apenas se toca, y en Primaria, hasta que no tienen 9 o 10 años no se entra con los libros... Si hasta algo natural no se habla, imagínese si va contra natura. Por eso me llama la atención que en otros países como Inglaterra (vivimos allí un año) la pequeña, que entonces tenía cuatro años, en las fichas de la escuela trabajaban cosas como qué partes son íntimas… y esto en ningún colegio de España se hace. Es un auténtico tabú. Con esta iniciativa queremos que el cuento sea una excusa para hablar, que les provoque dudas a los niños, que aprendan que hay monstruos y hay cosas que no están bien y que si hay algo con lo que se sientan incómodos, lo comuniquen, no solo a sus padres, también fuera del ámbito familiar.

—¿Está reñido preservar la inocencia de los niños con enseñarles qué es abuso?

—Para nada. Hay que adaptar el lenguaje, pero cuanto más natural y cuanto antes, mejor. Parece que son muy pequeñines, pero si no lo hablas es sobreproteger, haces que tengan una concepción que no es real y les dejas indefensos. Las cifras son brutales, un 20% de la población ha sufrido abusos. Pero si yo me salto un semáforo con mis hijos, ellos ponen el grito en el cielo. Pues ojalá esto fuera igual, que mi hijo dijera: «Esto no está bien».

—¿Estamos fallando en la prevención?

—Sin duda. Porque la mayor prevención debería ser en las escuelas, y no se trabaja nada. Si se trabajara, conseguiríamos atajar muchos casos.

—¿Le hicieron preguntas sus hijos tras leerles el cuento?

—Muchas. Es curioso porque mientras una lo entendió perfectamente, la otra lo llevó a su parcela. Sin entrar en mucho detalle, le dices que un hombre hacía fotos a niños desnudos y ella preguntaba: «Pero... ¿y les mordía?», porque para ella lo fatal es morder. Y cuando explicas que eso es igual que morder, comprendes que no se ha trabajado en el colegio, en casa... te descoloca.

—¿Tiene alguna recomendación sobre cómo se debería leer el cuento?

Que los padres dejen margen para luego dialogar, los menores no deberían hacer una lectura a solas porque les van a entrar dudas, y sobre todo porque les va a descolocar. Además, hay una parte que menciona que se hacen unas fotos a unos niños, pero no profundizamos en qué hacen con esas fotos. Y dependiendo de la edad, se puede medir qué se les cuenta. Es importante no dejarles lagunas de dudas, de qué se hace, qué no se hace.

—¿Qué mensaje le gustaría que llegara?

—Que los niños tienen que ser valientes para luchar contra los monstruos reales, y la sociedad tiene que ayudarles a desenmascararlos.

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