Un libro sitúa en Salamanca los orígenes del actual calendario
Un grupo de científicos elaboró un informe en 1515 que fue germen de lo que posteriormente sería el nuevo calendario gregoriano

Un grupo de científicos de la Universidad de Salamanca elaboró un informe en 1515 que fue germen de lo que posteriormente sería el nuevo calendario gregoriano , que actualmente es el que «marca los tiempos» en la sociedad actual.
Esos orígenes se recogen en el libro « Salamanca y la medida del tiempo », elaborado por la experto Ana María Carabias, profesora titular de Historia Moderna de la Universidad de Salamanca, cuya entidad académica ha sido la encargada de publicar la obra. En sus cerca de 400 páginas se pueden recorrer los momentos previos al actual calendario, los problemas de la sociedad del momento para adaptar el tiempo al movimiento de la tierra alrededor del sol, el interés de la Iglesia por ajustar el crono a las festividades religiosas y los cálculos de algunos expertos para proceder al cambio.
Según ha explicado la autora, regía el calendario juliano , que ya contemplaba los años de 365 días y el ajuste con una jornada añadida cada cuatro ejercicios (año bisiesto), pero seguía habiendo un retraso que era digno de estudio. La Iglesia del momento estaba «preocupada» por no poder «domesticar» el tiempo y no tenerlo reglado de una manera más exacta. Entonces, en 1515, recibió un informe redactado en Salamanca en el que se apuntaba que los científicos firmantes no estaban de acuerdo con el sistema elegido.
La cúpula eclesiástica del momento hizo caso omiso a ese análisis, de ahí que actualmente se desconozca su paradero, pero continuó con su búsqueda para calibrar mejor el tiempo. De ahí que en 1578 la Universidad de Salamanca volviese ha mandar un segundo informe en el que se incorporaba el primer documento remitido décadas antes.
En aquel momento, según ha explicado la historiadora Ana María Carabias, sí se tuvo en cuenta esas apreciaciones y se impulsó el cambio en el calendario con la bula «Inter Gravissimas» del Papa Gregorio XIII, que dio paso al calendario gregoriano. «Esa reforma de 1582 fue indiscutiblemente el inicio de la globalización mundial, al imponer una fecha y hora al mundo», y ese proceso que «se inició en Salamanca» sigue actualmente vigente, ha añadido la autora del texto.
El segundo documento de la Universidad de Salamanca, de 1578, se guarda en la Biblioteca Apostólica Vaticana y ahí una copia autorizada en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, que se reproduce en el libro. Del primer legajo, el del 1515, se desconoce su paradero, «es el único que falta de los archivos secretos vaticanos», porque entonces no se le dio valor y pudo perderse entre aquellos expertos del momento que lo consultaron, ha aseverado la autora de «Salamanca y la medida del tiempo».
Los cálculos de aquel momento, iniciados en Salamanca, contemplan los años de 365 días con un año bisiesto cada cuatro, añadiendo que no sea bisiesto aquel ejercicio que sea centenario (que tenga las dos últimas cifras '00') y que sea divisible por 400. Con estas operaciones, que se llevaron a cabo con «una mirada de larga distancia», se ajustan los años al movimiento de la tierra siempre que no se modifique de manera sustancial y con un error de un día cada 3.372 años. Así pues, de seguirse con este calendario en el futuro, la sociedad del momento tendrá que modificar un día de su calendario cada 3.372 años, ha explicado la profesora titular de Historia Moderna de la Universidad de Salamanca.
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