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El régimen de Pekín quiere acabar con «mi gran boda china»

Pide «moderación» ante las ostentaciones de riqueza y los abusos en que acaban algunos convites

Una pareja de recién casados se toma una fotografía en el río Yalu cerda de Dandong (China) P. M. Díez
Pablo M. Díez

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En China, si las familias no tiran la casa por la ventana en la boda de sus hijos , o son unos miserables que no tienen donde caerse muertos o son unos miserables que no los quieren. Pero no hay más vuelta de hoja: en cualquier caso, son unos miserables. Contagiados por el materialismo, nada dialéctico, que caracteriza a esta sociedad desde que se abriera al capitalismo y empezara a disfrutar de sus lujos, l os padres se ven obligados a gastarse una fortuna cuando casan a sus hijos . Si no lo hacen, «pierden cara», que es lo peor que puede pasarle al honor de alguien en China.

Para evitar este riesgo, celebran banquetes fastuosos con cientos de invitados, a los que intentan epatar con platos caros como la sopa de aleta de tiburón o el «nido de pájaro» y prohibitivos licores locales como el famoso «Moutai», que sería como servir Moët & Chandon en una boda española. Antes de entregar a la novia, sus padres son «sobornados» por el pretendiente, que debe seguir la tradición de «comprársela» entregándole a los futuros suegros sobres rojos llenos de dinero.

Al margen de esta costumbre más o menos pintoresca, pero muy reveladora del espíritu chino, la familia del novio aporta siempre una dote cuantiosa que incluye el piso y el coche. Si un joven chino no tiene nada de esto, como le ocurre a muchos millones, que vaya olvidándose del matrimonio. Con 30 millones de hombres más que de mujeres, debido a la diferencia de género que ha provocado la preferencia por el varón, las novias están tan cotizadas que las dotes se han disparado escandalosamente. Tanto que algunos gobiernos locales ya han prohibido que superen los ingresos anuales medios de sus pueblos. De lo contario, dichas dotes podrían ser consideradas como tráfico de seres humanos.

Con 30 millones de hombres más que de mujeres, debido a la diferencia de género que ha provocado la preferencia por el varón, las novias están tan cotizadas que las dotes se han disparado escandalosamente

Una vez hecha esta primera «inversión» para «cazar» a la novia, las parejas pueden llegar a gastarse miles de euros en sus álbumes de boda . Retratados por los mejores fotógrafos en los lugares más históricos o exóticos de China, algunos novios incluso viajan al extranjero para inmortalizarse con sus trajes bajo la torre Eiffel. Llegado el día de la boda, por supuesto multitudinaria, hay novias que lucen hasta cinco vestidos, desde el traje tradicional chino o de blanco para dar el sí quiero hasta el de la noche pasando por otra serie de modelitos para asistir al convite o incluso cortar la tarta. Condenando tales despilfarros, extravagancias y vulgaridades, las autoridades proponen unas bodas más simples y moderadas para acabar con este «culto al dinero» , informa la BBC.

Además, el régimen perseguirá las bromas que hacen los invitados a las parejas, tan pesadas que se han dado casos de extrema crueldad y hasta violencia. La semana pasada, un novio fue atropellado cuando trataba de escapar de sus «amigos», que le habían rociado de tinta y hasta atado a un poste eléctrico para azotarle con un caña de bambú. De igual modo, muchas novias y damas de honor sufren acoso sexual durante las bodas por el exceso de alcohol. Unas barbaridades que el régimen quiere erradicar para que una boda, que teoría debería ser el día más feliz de una pareja, no acabe siendo su peor pesadilla.

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