Un quemado integral salvado por el trasplante de piel de su gemelo en París

Franck Dufourmantelle, el principal protagonista de la historia, la reconstruye así: «Todo comenzó el 27 de septiembre de 2016… realizaba un trabajo relativamente convencional. Debía vaciar el contenido inflamable de un bidón en otro depósito, que estalló… en quince segundos, todo mi cuerpo estaba quemado, y mi vida estaba amenazada. Tuve surte. Los compañeros me salvaron y me trasladaron a un centro de urgencias en el Hospital Saint-Luis de París. Dos eminencias, los profesores Maurice Mimoun, gran cirujano especializado, y Alexandre Mebazaa, gran anestesista, se pusieron en contacto con mi familia. Y mi hermano Èric se ofreció inmediatamente a dar su propia piel, para salvarme. El heroísmo de mi hermano salvó mi piel y mi vida, con mucho sufrimiento, también para él…».

Comenzó entonces, hace poco más de un año, un largo proceso. Durante semanas y meses, el equipo dirigido por los profesores Mimoun y Mebazaa, realizó delicados injertos de piel, en dos tiempos. De entrada, era imprescindible retirar la piel del hermano donante. Seguía la destrucción de la piel quemada de la víctima, venenosa. Tras un periodo de observación y análisis, se realizaban las operaciones del injerto, una docena.

Cada operación debía someterse a sucesivas sesiones de espera y recuperación, antes que los cuerpos cicatrizasen y fuese posible seguir adelante.

El hermano donante sufría tanto como el hermano receptor de la piel de su gemelo. Y necesitaba de cuidados igualmente intensivos. Fueron operados el mismo día, casi a la misma hora. Y las primeras operaciones pudieron comenzar con mucha rapidez.

Según los especialistas, el largo proceso del injerto, prolongándose entre septiembre del 2016 y febrero de este año, fue motivo de experiencias poco o nada frecuentes, finalmente felices.

Los casos más comunes de injertos de piel afectan a casos de quemaduras del 5 al 70% de la piel de una víctima . En el caso de Franck Dufourmantelle, estaba quemado el 95 por ciento. Con frecuencia, los injertos de este tipo suelen realizarse con piel de un donante muerto, provocando un rechazo muy frecuente a las pocas semanas.

El injerto de la piel de Èrick en el cuerpo de su hermano Franck fue un éxito, tratándose de dos hermanos gemelos, tratados con rapidez y eficacia.

Franck Dufourmantelle estuvo cuatro meses y medio hospitalizado, mientras duraron los injertos. Siguieron, todavía, varios meses de reeducación y readaptación. Hasta que, finalmente, comienza con calma y sin premura una vida relativamente normal, que Franck considera poco menos que milagrosa: «Mi hermano tuvo un gesto heroico. Es un héroe, a su manera. Antes que quemarme, vivo, tenía un tatuaje… del que solo se ha salvado una palabra, la palabra “vida”. Lo interpreto como un mensaje de esperanza. El final de esta historia, que también es una fábula».