La UME, punta de lanza (otra vez) ante una calamidad
184 militares de la Unidad Militar de Emergencias se emplean a fondo en la isla de La Palma en misiones de traslado, control de la lava y medición de gases emanados por el volcán Cumbre Vieja
Qué supone la declaración de zona catastrófica
Esteban Villarejo
De nuevo el Ejército. De nuevo la UME . La erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma ha vuelto a poner a prueba la capacidad de reacción de la Unidad Militar de Emergencias que, tras fajarse el último año y medio ... en la pandemia y en los habituales incendios de verano, vuelve a ser punta de lanza de la acción del Gobierno frente a una crisis.
Fue el domingo por la tarde cuando se activó. Con los primeros 62 efectivos procedentes de la UME en Los Rodeos (Tenerife). A la mañana siguiente, se desplegó un segundo equipo de intervención con 64 militares desde la isla de Gran Canaria mientras desde la península despegó un avión A400M del Ejercito del Aire con otros 58 efectivos hacia las islas, todos ellos pertenecientes al II Batallón de Intervención en Emergencias (BIEM II). En total, la UME despliega ahora 184 militares.
Entre ellos se encuentra un equipo especial: el Grupo de Intervención en Emergencias Tecnologías y Medioambientales (Gietma) procedente de Madrid cuya misión principal es la medición de la toxicidad de los gases enmanados desde el volcán y por la lava. También hace mediciones de la superficie del sedimiento arrastrado: «Unos 500 metros de ancho y cuatro kilómetros de largo, situándose a dos kilómetros de la costa», informa, en conversación telefónica con ABC, el cabo mayor de la UME, Reinaldo Estévez .
Este militar relata cómo las misiones desempeñadas por la UME han ido variando: «Primero con la evacuación de personas; después, con la retirada de animales y enseres personales... todo tipo de objetos que pudieran llevarse con brevedad. Por último, la misión especial del Gietma con la medición de la toxicidad de los gases».
Labores de vigilancia y establecimiento líneas de control para minimizar los daños colaterales provocados por el avance de la lava son otras acciones llevadas a cabo. Para ello, y para el perimetraje de la zona de la lava, se han utilizado drones (modelo Phantom IV) . Uno de ellos quedó dañado al verse arrastrado por la propia lava, al ser operado de modo cercano.
En el despliegue de la UME llama la atención la misión del citado Gietma . Se trata de la misma unidad que fue utilizada durante la pandemia del Covid-19 como avanzadilla para desinfectar zonas clave, trasladar ataúdes, intervenir en residencias o medir, con su laboratorio, zonas contaminadas. Una especie de 'liquidadores' especializados en catástrofes ambientales NRBQ (nuclear, radiológico, biológico y químico).
«Por ahora no están detectando ningún tipo de anomalía respecto a la toxicidad de los gases emanados por el volcán Cumbre Vieja», relata el cabo mayor Estévez, natural de Gran Canaria y con experiencia en el otro volcán, aunque submarino, que se activó en la isla de El Hierro en 2011 .
Para el trabajo del Gietma la tecnología se hace indispensable con medidores de gases, trajes y equipos 'epis' para aguantar la temperatura, drones, gafas protectoras de ojos... y un vehículo especial: el Velire (nombre que responde a Vehículo Ligero de Reconocimiento), «equipado con diferentes sensores para detectar, identificar y tomar muestras ambientales de posibles agentes químicos, como son el monóxido de carbono, el dióxido de azufre, propios de las erupciones volcánicas, o el ácido clorhídrico que se podría formar al entrar en contacto la lava con la sal del mar».
Los militares de la UME hacen este trabajo junto con personal de la Comunidad Autónoma de Canarias y del Instituto Geológico Nacional (IGN). Siempre dentro del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias.
«Hay que ejercer de psicólogo y con empatía», explica el portavoz de la Unidad Militar de Emergencias
La UME -impulsada en 2005 por el Gobierno de Zapatero- la conforman ahora 3.500 militares de los ejércitos de Tierra y del Aire y de la Armada. Fue en el terremoto de Lorca (2011) donde tuvieron una primera actuación vital, en una gran catástrofe, para aliviar la situación de los damnificados.
Precisamente, tratar con los evacuados por el avance de la lava ha sido una de las tareas de la UME que más mano izquierda ha demandado en la isla de la Palma: «Hay que ejercer de psicólogo y con empatía», explica el portavoz de la UME, cuyos efectivos han tenido que acompañar a esas personas a recoger todo tipo de enseres. «Escritura de las casas, cuadros, fotos...» estaban entre las prioridades.
«Todos sabemos en Canarias que una erupción volcánica puede suceder cada 50 años. Nuestros padres y abuelos aún recuerdan la otra gran erupción de 1971 [el volcán Teneguía en la isla de La Palma]. Todos sabemos que estamos expuestos... pero ver perder tu casa en 15 minutos es muy duro, durísimo».
¿Algo de esperanza se puede extraer de este fenómeno de la naturaleza? Dos ideas destaca el cabo mayor Estévez: «Ojalá, y esto es por ahora, podamos decir que no hubo muerte alguna. Y la respuesta eficaz que han dado todas las administraciones para aliviar y actuar ante esta catástrofe».
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