«Primero perdimos el trabajo y ahora, la casa»
«Primero perdimos el trabajo y ahora, la casa. Y esto es de lo más duro que le puede suceder a una familia». Así hablan de su situación Luis y Sofía, un matrimonio que esperan su cuarto hijo y que vive en una situación de « ... hacinamiento severo» en un habitación pagada por Cáritas. Luis perdió su trabajo y el paro no llegaba para sufragar los gastos más elementales de alimentación, higiene o servicios y, a la vez, afrontar los 600 euros de alquiler de la humilde vivienda que ocupaban en la periferia madrileña.
Existen también casos de familias que han perdido la vivienda o que se han visto obligados a arrendarla y trasladarse, también en alquiler, a un barrio más humilde. La crisis les ha convertido en «personas altamente vulnerables». Especialmente dramática es la situación de quienes en un rasgo de «generosidad» han avalado con su propia casa la compra de otra por parte de familiares o amigos. Es el caso de Rosa, viuda y madre de un hijo de 35 años, al que avaló en su día. Ahora, su vástago no puede pagar la hipoteca y ella «ya no tiene hogar».
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