El bote de 1.500 millones de dólares de la Powerball de EE.UU. ya tiene tres ganadores

Tres personas acertaron los números del sorteo de lotería con el mayor premio de la historia de Estados Unidos, 1.500 millones de dólares, informaron hoy los responsables de las loterías de California. En un primer momento tras el sorteo (se ha realizado hoy a las cinco de la mañana, hora española, once de la noche de ayer en EE.UU.), se conoció que por lo menos había un boleto premiado que fue vendido en una tienda 7-Eleven de Chino Hills (sur de California), pero horas más tarde la directora de comunicación de las loterías de California, Russ López, indicó que también hubo boletos premiados en Florida y Tennessee.

Los números agraciados en el sorteo de este miércoles fueron 4, 8, 19, 27, 34 y el número Powerball 10 . Si no hubiese habido acertante, la previsión del bote acumulado para el próximo sábado era de unos 2.000 millones de dólares. Pero ayer, y durante los últimos días, millones de estadounidenses desenfocaban la mirada en los cubículos de sus oficinas, en la cola del supermercado o esperando al metro y soñaban qué harían con esa fortuna (después del disgusto de dar casi la mitad de la cantidad a Hacienda).

La ilusión llevaba días, casi semanas masticándose. Powerball cambió en octubre las normas del sorteo para que sea más difícil que toque y, por lo tanto, aumentar la cuantía de los botes. El pasado sábado ya se jugaba por 900 millones de dólares. Esa noche, en una fiesta en la calle 35 de Manhattan, las conversaciones se apagaron y aparecieron los teléfonos móviles a las once de la noche para comprobar si coincidían los números. Powerball es una lotería en la que se extraen cinco bolas blancas de un bombo con 69 bolas y una bola roja - la Powerball- de un bombo con 26 bolas . El «Gordo» es para quien tenga toda la combinación. Ningún ganador en la fiesta, ni en el resto del país. «La buena noticia es que no hay acertante y crece el bote», proclamó Terry, que trabaja en Wall Street, pero prefiere cambiar la teoría financiera y la estadística pertinaz por un trozo de ilusión.

Es lo mismo que mueve a Flora, que trabaja en una tienda de comestibles en Brooklyn . «Son dos dólares por un sueño”, decía ayer desde el mostrador. Si hoy es la ganadora, pagará las deudas de sus hijos y les comprará un piso. No le preocupaba qué hacer con la tremenda fortuna restante, sino cómo conservar el anonimato. “Me saldrían familiares de todas partes», explicaba.