La ONU pide actuar para evitar que los océanos se conviertan en una amenaza para la vida

En un informe especial elaborado por más de un centenar de científicos de todo el mundo y ratificado por 195 países, el Panel de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) ha dado una previsión sombría sobre el futuro del océano y la criosfera (las partes heladas de la tierra) en un clima cambiante. La conclusión es que los efectos del cambio climático, lejos de mantenerse estables, se están acelerando y ya hay algunas consecuencias que no se pueden evitar incluso aunque se adopten medidas urgentes -tardan un tiempo en tener efecto sobre el planeta-. Pero si las emisiones no se frenan drásticamente, los impactos proyectados van a ser más graves de lo esperado hasta ahora, en algunos casos en plazos de menos de 30 años.

«El mar abierto, el Ártico, la Antártida y las altas montañas pueden parecer lejanos para muchas personas», dijo Hoesung Lee, presidente del IPCC. «Pero dependemos de ellos y estamos influenciados por ellos directa e indirectamente de muchas maneras», explicó. Influye en el propio clima, en el sistema alimentario o en el agua disponible; pero también en la generación de energía, en el comercio, en el transporte, en el turismo o en la salud.

Durante el siglo pasado, la tasa de aumento del nivel del mar era de 1,4 milímetros anuales; hoy es de 3,6 milímetros; y para finales de siglo será de unos 15 milímetros anuales en un escenario de altas emisiones. Es decir, el aumento del nivel del mar será diez veces mayor que durante el siglo XX.

Al final, 2100 acabaría con una subida total de hasta 1,1 metro respecto a lo niveles del siglo pasado, afectando a millones de personas que viven en zonas costeras. Una proyección que es 10 centímetros superior a la que estimaba el IPCC en el Quinto Informe de Evaluación (2014). El problema está en la capa de hielo antártico, ya que todo apunta a que se derretirá más rápido de lo que se pensaba, mientras que hoy ya se sabe que la capa de hielo de Groenlandia está perdiendo alrededor de 278 gigatoneladas de hielo por año y seguirá aumentando.

Este aumento en el nivel del mar es, en una parte, inevitable. Aunque se recortaran las emisiones de forma drástica, cumpliendo el objetivo fijado en el Acuerdo de París para evitar que la temperatura supere los 2º de calentamiento global, lo más probable es que el aumento sea de 43 centímetros a final de siglo.

Según advierte el informe, los glaciares, la nieve, el hielo y el permafrost (suelo permanentemente helado) están disminuyendo y continuarán haciéndolo a un ritmo acelerado. Los riesgos para las personas que vivan en estos entornos irán de la mano de deslizamientos de tierra, avalanchas, desprendimientos de rocas o inundaciones. Los glaciares más pequeños como los ubicados en Europa, África oriental, los Andes tropicales e Indonesia perderán más del 80% de su masa de hielo actual para 2100 en escenarios de altas emisiones. Algo, incide también el informe, que tendrá consecuencias a nivel económico a través del turismo o del comercio, además de en la disponibilidad de agua dulce para estas zonas y para otras que estén ladera abajo.

Los fenómenos costeros extremos, en los que se junta el aumento del nivel del mar con los efectos de las tormentas o ciclones, mareas, marejadas y fuertes olas, y que hasta ahora tenían una frecuencia de una vez cada cien años, pasarán a darse de forma anual en muchas zonas en apenas 30 años . Esta previsión incluye a España, especialmente la zona mediterránea y cantábrica y cambia poco en función de los escenarios de emisiones. Es decir, si no se recortan los gases de efecto invernadero, los fenómenos extremos serán habituales hacia mediados de siglo, mientras que si se recortan, esa frecuencia llegará una década después. Por ello, el informe destaca la importancia de invertir en adaptación , ya que sin ella muchas de estas zonas estarían expuestas a un riesgo creciente de inundación.

También es probable que algunas naciones insulares, como las del Pacífico, se vuelvan inhabitables , según el informe, pero los umbrales de habitabilidad siguen siendo extremadamente difíciles de evaluar.

Las olas de calor marinas se han duplicado en frecuencia desde 1982 y están aumentando en intensidad . Se proyecta que sean más frecuentes, duraderas, extensas e intensas, con una frecuencia que será 20 veces mayor con 2° de calentamiento en comparación con los niveles preindustriales y 50 veces más recurrentes si las emisiones continúan aumentando.

Hasta ahora, el océano ha absorbido más del 90% del exceso de calor en el sistema climático. Para 2100, absorberá entre dos y cuatro veces más calor que en la actualidad si se cumplen los objetivos del Acuerdo de París, y entre cinco y siete veces más si continúan aumentando las emisiones.

Uno de los efectos que esto tiene en los océanos es la reducción del oxígeno disponible en las capas superiores del océano. De hecho, se espera que se vea reducido en hasta el 80% de la capa superior para mediados de siglo.

El calentamiento y la acidificación de los océanos, la pérdida de oxígeno y los cambios en el suministro de nutrientes ya están afectando la distribución y abundancia de la vida marina en las zonas costeras, en el océano abierto y en el fondo del mar, dice el informe. Si ahora la distribución de las poblaciones de peces ha reducido el potencial de captura global, en el futuro se verá aún más mermado, especialmente los océanos tropicales, aunque el Ártico experimentará la tendencia contraria.

A escala mundial, la biomasa marina disminuirá entre un 15 y un 5,9% y el potencial máximo de captura de las pesquerías caerá entre un 20,5 y un 24,1% para finales del siglo en relación con el periodo 1986-2005. Un descenso que podría ser desastroso para las comunidades que dependen en gran medida del marisco para subsistir. Segun el IPCC, puede poner en peligro su seguridad alimentaria.

El informe destaca que cientos de millones de personas dependen de lo que ocurra en el océano y la criosfera. Solo directamente hay 670 millones de personas en zonas de alta montaña y 680 millones de personas en zonas costeras que dependen de estos sistemas. Además, cuatro millones de personas viven permanentemente en la región del Ártico, y los pequeños estados insulares en desarrollo albergan a 65 millones de personas.

«Si reducimos las emisiones bruscamente, las consecuencias para las personas y sus medios de vida seguirán siendo desafiantes, pero potencialmente más manejables para aquellos que son más vulnerables», dijo Lee.

La extensión del hielo del Ártico disminuye cada mes del año, y se está volviendo más delgada. Si el calentamiento global se estabiliza en 2º, el océano Ártico estará libre de hielo en septiembre un año de cada tres. Además, se prevé que el permafrost sufra un deshielo generalizado, de al menos un 25% en el mejor de los casos, aunque si siguen aumentando las emisiones será del 70% para final de siglo. El problema es que este suelo helado contiene grandes cantidades de carbono orgánico, que tiene el potencial de aumentar significativamente la concentración de gases de efecto invernadero si se descongelan.